Opinión
Cosas
Vivimos rodeados de cosas, que nos sirven sin pedir nada a cambio
La palabra cosa, que es la más servicial y obediente de todas las palabras, pues cualquier cosa es una cosa.
La palabra cosa, que es un caso único porque está siempre ahí, en la punta de la lengua o en la puerta del diccionario, cuando falla la memoria o no atinamos con el nombre que justo en ese momento necesitamos, dispuesta a acudir en nuestro auxilio, lista para encubrir un olvido o sacarnos de cualquier apuro.
La palabra cosa, que bien puede ser un saco en el que cabe todo: las cosas (herramientas) del carpintero, las cosas (achaques) de los mayores, las cosas (manías) de ese pariente un poco especial, las cosas (adornos) que cuelgan de las paredes, las cosas (productos) innecesarias que se fabrican y se venden, las cosas (preguntas) que uno no supo contestar en el examen, las cosas (ingredientes) que lleva esa tarta tan rica, las cosas (recuerdos) que se traen de los viajes, las cosas (regalos) que traían los Reyes Magos, las cosas (chanchullos, chollos, trapicheos, cambalaches, componendas, líos, maquinaciones, enjuagues, manejos, confabulaciones, trampas, intrigas, enredos, tejemanejes) de los negocios y la política.
Y están también las cosas del querer, que son las más peliagudas, y las cosas de antes, y las del más allá... O, en singular, la cosa (problema) que tanto te preocupa, la cosa (secreto) que te voy a contar pero que no puedes decírsela a nadie, la cosa (mota, brizna) que se te ha metido en un ojo, la cosa (experiencia) más emocionante que has vivido, la única cosa (meta) a la que por ahora aspiras, la mejor cosa (remedio, terapia, solución) para olvidar las preocupaciones...
También en la lengua coloquial: cosa fina, para expresar que algo es excelente; poquita cosa, en referencia a una persona de poca corpulencia; a otra cosa, mariposa, para decir basta o señalar el final de una actividad; como quien no quiere la cosa, con disimulo; como si tal cosa, como si no hubiera pasado nada; no ser cosa del otro mundo, cuando se habla de algo que no es nada extraño ni se sale de lo usual y sabido. La palabra cosa, que podría ser también un caos si cada letra, alterando el orden establecido, se pusiera donde le diera la gana y los seres y objetos –es decir, las cosas– que pueblan el mundo no tuvieran cada cual su propio nombre. Estamos rodeados de cosas, las cosas familiares que nos acompañan en el vivir diario, las cosas de la casa que nos hacen más cómoda y llevadera la existencia, las cosas que nos sirven sin pedir nada a cambio. El poeta Juan Ramón Jiménez lo expresó muy bien en estos versos: «¡Qué quietas están las cosas / y qué bien se está con ellas! / Por todas partes, sus manos / con nuestras manos se encuentran».
Y Borges concluye así su poema titulado Las cosas: «Durarán más allá de nuestro olvido; / no sabrán nunca que nos hemos ido».
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