
Entrevista
Enrique Vila-Matas: «Soy disidente de todo, hasta de mí mismo»
El gran escritor barcelonés regresa a la narrativa con el libro «Canon de cámara oscura»

Ocurre que al acabar la lectura de «Canon de cámara oculta», la última novela de Enrique Vila-Matas publicada por Seix Barral, uno tiene la sensación de que Barcelona está plagada de unos androides llamados Denver-7. A ello se le suma en las páginas de esta genialidad –el autor de estas líneas admite no ser independiente cuando se habla de Vila-Matas– una mirada irónica y crítica hacia lo que denominamos canon y un elogio al fragmento literario. De todo ello habla el escritor en la siguiente entrevista.
Debo admitirle que veo Barcelona con otros ojos tras leer su libro. Creo que hay algunos Denver-7 sueltos.
Los vi el otro día en el Pasaje Mercader de Barcelona. Fui al Belvedere para rodar el «book trailer» del libro. A medida que nos acercábamos con el director del «book trailer» al Belvedere, había unos tipos que para mí eran claramente unos Denvers. Estoy seguro que lo eran. Hice la broma de decir: «ostras, ya están los Denver aquí». Los podríamos haber filmado para dar intriga.
Igual que le preguntan a su protagonista Vidal Escabia, ¿en qué momento se sintió escritor?
Esta es una pregunta que se me hizo en la fiesta que aparece en el libro. Fue alguien relacionado con el mundo artístico y literario, amiga de Chus Martínez. Creí que era una pregunta normal y contesté muy tontamente varias cosas diferentes. Pero luego pensé mucho, le di vueltas y me pregunté en qué momento. Pensándolo más, aunque sigo sin saberlo, diría que es en el momento en el que descubro la literatura misma. Fue en la universidad, a través de la poesía de la Generación del 27, nombres muy concretos: Cernuda, Lorca, Salinas, Larrea y el Alberti del mar.
¿Ahí nació su interés por escribir?
Fue entonces cuando inmediatamente siento el interés por escribir como aquello. Hasta el punto, y aquí una nota de humor, que me gustaba una chica de la clase, de primero de Derecho, y construí un poema dedicado a ella con versos de Cernuda, Lorca, Salinas y alguna una cosa mía. Se lo di y ella no me correspondió al amor, pero me dijo: «tengo que decirte una cosa, que escribes muy bien». Y eso lo viví como un elogio, aunque no era mérito mío.
Su protagonista selecciona fragmentos, como uno de «Rayuela» de Cortázar: «Lo que yo quisiera decir es justamente indecible. Hay que dar vueltas alrededor, como un perro buscándose la cola».
Me recuerda mucho a un fragmento maravilloso de Robert Walser que habla de una sopa y que todo lo que escribe él es alrededor del núcleo central de la sopa, a la que no llega, lo que come, los bordes de la sopa. Y va dando vueltas también. Era como estar dando vueltas en torno a lo que tenía que escribir o acababa escribiendo. Esto demuestra que un fragmento me lleva a otro. Muchas veces conecto todo con otras situaciones paralelas que me recuerdan a otros momentos.
Otro fragmento que cita es de Paul Valéry: «El universo sólo existe sobre el papel».
Esta es una frase que utilicé en la cita inicial de «Historia abreviada de la literatura portátil». Es una cita antigua que por haberla usado una vez me veo obligado a darla por buena. Es una cita que en realidad anunciaba lo que haría después.
Vidal Escabia también apunta una frase de Miquel Barceló: «En tu infancia lo aprendes todo, y eso dura hasta los diez o los once años. Después, aprendes otras cosas, pero de todas has de desprenderte después».
Esta la escogí a última hora viendo una entrevista reciente con Miquel Barceló en el programa «Página 2». Es una frase que está emparentado con un momento de mi novela anterior, «Montevideo», y aparece aquí en el libro. Es el momento tras la operación que tuve. La anestesia me produjo un efecto. Al despertarme oía unas voces lejanas y pensé que estaba en otro planeta, pero era porque no conocía las voces que me rodeaban. Luego pensé que había vivido la experiencia que tenemos cuando nacemos, que no recordamos nunca. Venimos al mundo y no conocemos ni a nuestra madre. De ahí que lloremos, porque estamos desolados, no sabemos dónde estamos ni quién está a nuestro alrededor.
No le he preguntado aún por el canon literario, subtrama del libro.
Detesto el libro de Harold Bloom por completo. Todo lo que sea pedantería no me interesa nada. Soy disidente de todo, hasta de mí mismo. Me baso en lo que pasó con Juan Marsé en una tertulia a la que yo también asistía. Vino un pintor catalán y nos preguntó si estábamos contentos con la alcaldesa. «Aquí estamos en contra de todo», dijo Marsé. Eso es ser disidente.
✕
Accede a tu cuenta para comentar