Memoria histórica
Una exposición en Barcelona para no olvidar el pasado del horror nazi
La antigua cárcel Modelo acoge una muestra sobre el campo de Mauthausen
Acostumbramos a tener mala memoria, especialmente cuando se trata de un tema incómodo y que causa dolor. Parece como si quisiéramos desprendernos de la lección de George Santayana. Mejor que todo vaya quedando en un cajón que no debe abrirse. Circulen, aquí no pasó nada. Afortunadamente siempre hay quien piensa lo contrario y se mete en el fango de la historia para reactivar nuestra memoria, para que comprendamos que hay episodios que no deben repetirse nunca más.
La conmemoración de los 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial con la derrota del nazismo es un buen momento para saber de los peligros de los fascismos. De entre las salvajadas llevadas a cabo por Hitler y los suyos, una exposición nos permite conocer ahora lo que ocurrió en uno de los más terribles campos de concentración como el de Mauthausen. Eso es lo que podemos encontrar ahora en la antigua cárcel Modelo de Barcelona, en una iniciativa organizada por la Amical Mauthausen, además de contar con el comisariado de la historiadora Rosa Toran.
Numerosos españoles, aquellos que huyeron de su país tras el final de la Guerra Civil, acabaron deportados a varios campos de concentración europeos. Mauthausen fue uno de ellos.
Construido en julio de 1938 poco después de que Alemania se anexionara con Austria, es uno de los principales centros de operaciones del mal, un verdadero infierno para miles de personas que fueron allí asesinadas, entre ejecuciones y cámaras de gas, a lo que hay que sumar las lamentables y durísimas condiciones de supervivencia. Y es que aquellos que no eran gaseados acabaron muertos a golpes, abatidos por disparos, asesinados mediante inyecciones o llevados a perecer por congelación.
Cuando el campo empezó a funcionar contaba con 300 prisioneros, los mismos que se encargaron de su edificación. Se cree que hasta su liberación por parte de las tropas aliadas estadounidenses, pasaron por Mauthausen un total de 199.400 personas, de los que al menos unos 7.000 eran españoles. Más de la mitad perecieron en ese campo de concentración.
El 3 de marzo de 1945 era evidente que el Tercer Reich, aquel que debía durar mil años, tenía los días contados. Los SS que custodiaban Mauthausen huyeron y dejaron solos a los presos en aquel rincón de Austria. Al día siguiente, los supervivientes de aquel infierno comprobaron que se habían quedado solos. Nadie vio a los cobardes que trataban de hacerse olvidas escapando. En aquel inhóspito lugar solamente permanecían unos 300 prisioneros y sus guardias.
La exposición nos permite conocer cómo era el día a día en aquel campo, cómo se las ingeniaron muchos para poder sobrevivir a aquel holocausto. Todo ello está debidamente documentado gracias a la colección de negativos que robaron los republicanos Francesc Boix y Antonio García del laboratorio fotográfico del campo de concentración y que posteriormente escondió Anna Poitner en su casa en el pueblo de Mauthausen, un documento de gran valor histórico que incluso fue usado en los juicios de Núremberg contra los jerarcas nazis.
La muestra, en un largo recorrido cronológico en el que repasa la Segunda República, el nacimiento del fascismo en Europa y la Guerra Civil, explica las vivencias de los republicanos españoles en Mauthausen y en otros campos tras sus deportaciones, desde campos de prisioneros de guerra a campos de concentración del régimen nazi a partir de agosto de 1940.
Todo ello es un documento que permite revisar aquella tragedia y meditar sobre el horror de los totalitarismos.