Opinión

La infiltrada

Es una extraordinaria película que se ve como una historia increíble y fascinante

Las películas nominadas al Goya logran en taquilla más de 15,6 millones de euros, con 'La infiltrada' como la más vista
Las películas nominadas al Goya logran en taquilla más de 15,6 millones de euros, con 'La infiltrada' como la más vistaEuropa Press

Si la semana pasada les recomendaba la película «El 47», esta si cabe con más entusiasmo todavía, les recomiendo «La infiltrada». Se trata de una extraordinaria película que se ve como una historia increíble y fascinante, sólo que casi toda ella es verdad. La historia real de cómo una policía, una heroína, estuvo infiltrada en ETA.

Verán, servidor lleva muchos años defendiendo policías y cuando utilizo el término no me refiero solo a miembros del CNP, incluyo Guardia Civiles, Mossos, etc.

Y policías, como en todas las profesiones, los hay de todo tipo. Con los que trato menos, y en general no les caigo bien, es con los que tienen alma de burócrata y vocación de servilismo político, con cierta tendencia a dejar tirados a sus hombres.

Con los que sí me llevo bien, y a los que me gusta defender, es a aquellos que tengan el grado que tengan, vistan el uniforme que vistan, se juegan las narices en la calle o dan la cara incondicionalmente por sus hombres, los que están en la calle jugando al límite en una investigación.

En esta escala de preferencias y admiración, está para mi en la cúspide el infiltrado o la infiltrada. Hay que ser de una pasta especial para infiltrarse en una organización terrorista o de crimen organizado y aprender a llevar una doble vida.

Obviamente no voy a revelar nada que no se sepa. Pero es público que yo defendí al infiltrado más famoso de la lucha contra ETA, «El Lobo», y también con su autorización desvelé en mi libro «En toga de abogado» otra historia de una infiltración: la del Guardia Civil Lorenzo Bárez. Una y otra son muy diferentes, pero ¿saben que tenían en común? Una cosa que los dos me dijeron: «José María, había días en los que me levantaba y no sabía quién era».

Son gente de una época en la que no estaba regulado lo del agente encubierto, que tenían que apañárselas como podían jugándose la vida y la libertad.

Podría escribir sobre ello o sobre otro policía al que defendí que estuvo un año y dos meses infiltrado en una banda de narcotraficantes hace muchos, muchísimos años, pero baste decir que son héroes.

Ya es hora que España entera vaya haciendo justicia a estos hombres y mujeres. Si esto fuera Estados Unidos tendríamos sobre sus historias series enteras. Aquí el olvido, cuando no la desfiguración de su trabajo, es la tónica general y en este sentido bienvenida sea la película.

«La infiltrada» es un magnífico ejemplo de cómo se vive en esas situaciones, cómo se confunden vidas, sentimientos, cómo se puede llegar a jugar y a bailar con la muerte en cada instante.

Luego, cuando la infiltración acaba, cada uno reacciona cómo reacciona. Cada héroe lo lleva como lo lleva, y la mayor parte de las veces la recompensa es mínima para lo sufrido, pero la misión está ahí, cumplida. En «La Infiltrada» se ve claro como cayó el comando Donosti, Para ellos, para los que participaron en aquella operación a algunos de los cuales tuve que conocer después, Gloria, Honor y Gracias.