Opinión

Ingeniosos

Consignar en una guía todos los ríos del mundo, con los puentes que los atraviesan

Río Mississipi
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La afición de Baldo eran los puentes.

En la escuela, cuando el señor maestro se descuidaba, se ponía a dibujarlos con un lapicero en todos los ríos que venían en el atlas. Les ponía además a cada uno un nombre, que apuntaba en un cuaderno donde anotaba también la página del atlas y otras indicaciones para que resultara fácil identificarlos.

–¿Cuántos puentes has hecho hoy? –le decíamos al salir, y él nos recitaba los nombres con que los había bautizado. Había construido puentes en todos los ríos importantes de los cinco continentes.

–Los que más tienen –nos explicó muy satisfecho– son el Amazonas, por ser el más caudaloso, y el Nilo, que es el más largo. Luego vienen el Rin, el Danubio, el Volga, el Mississippi, el Orinoco, el Amarillo...

–¿Y de España?

–Esos los dejo para más adelante.

Tenía también estudiadas las distintas maneras de pasar un puente: sin mirar al agua, que es la de los que van con prisa o andan peleados consigo mismos; aminorando el paso y mirando lo justo para esconder en el agua alguno de esos pensamientos ocultos que no caben ya en la cabeza; apresurando el paso, por miedo a que la sombra de uno se vaya río abajo enredada en la corriente; deteniéndose un instante a escuchar la conversación de las aguas, por si se puede de ella sacar algún provecho; asomándose un poco como hacen los enamorados de verdad, que se miran en el río queriendo que el espejo de las aguas les devuelva el reflejo y la lumbre de otros ojos...

–¿Qué vas a ser de mayor, Baldomero? –le preguntó una tarde el señor maestro.

–Estudiaré para hacer puentes –le contestó-. Se han ganado muchas batallas por saber defenderlos a tiempo.

En una ocasión Baldo nos dijo muy serio que los puentes pasaban el tiempo intentando en vano descifrar el misterio de las aguas de los ríos, que se hacen pasar por distintas siendo siempre las mismas.

–Pero nadie –añadió– sabe lo que piensan los ríos: los puentes les dan sombra y los decoran, pero a la que pueden se los llevan por delante.

Y un día que el señor maestro explicaba la lección de hidrografía y nos mandó luego copiar en el cuaderno el resumen de las corrientes de agua, Baldo, en lugar de la definición de río que ponía en la enciclopedia, escribió esta otra:

“Un río es un camino que se mueve a la vez que se está quieto”.

Y luego, ya en el colegio de la capital donde fue a estudiar el bachillerato, se propuso como objetivo inmediato elaborar una guía de viajes en que se consignaran todos los ríos del mundo, con los puentes que los atraviesan, desde el nacimiento hasta la desembocadura.