Mito literario
Jacques Vaché, el escritor que fue moderno desde las trincheras
El libro «Cartas del frente» recoge algunos de los textos más significativos del autor que fue surrealista antes del nacimiento del grupo creado por André Breton
Estamos en una habitación de hotel en Nantes y un joven está apurando lo poco que le queda de vida. Ha vivido y ha visto mucho unos años en el frente, durante la Primera Guerra Mundial, pero Jacques Vaché, ese 6 de enero de 1919, en compañía de unos amigos, busca una salida a través del opio, aunque no cuentan con la pipa adecuada para consumirlo, así que deciden ingerirlo. Por la tarde lo encontraron agonizando, muriendo muy poco después. Uno de los admiradores del fallecido, André Breton, escribió tiempo después sobre aquellos tristes hechos, apuntando que «Jacques Vaché se suicidó en Nantes poco después del armisticio. Su muerte fue admirable en cuanto puede pasar por accidental. Tomó, creo, cuarenta gramos de opio, aunque, como es de suponer, no era un fumador inexperto. Por otro lado, es muy posible que sus desafortunados compañeros desconocieran el uso de drogas y que él quisiera desaparecer para cometer, a su costa, una última y graciosa artimaña».
Pese a su corta vida, en el momento de su muerte, Vaché dejaba una interesante producción literaria que Breton se ocupó de reunir, inédita para los lectores porque no había dado a imprenta libro alguno con anterioridad. Una parte de esa obra forma parte del volumen que acaba de publicar El Nadir Ediciones bajo el título «Parad la guerra. Cartas del frente y otros escritos», todo ello bajo el cuidado de René Parra. El volumen es una inteligente antología de textos, pero también de dibujos realizados en el campo de batalla.
Vaché fue surrealista antes de la llegada de los surrealistas. Admirador de Alfred Jarry, fue subversivo, pero también un pacifista que se encontró de cara con la tragedia de la Gran Guerra. Se libró de una muerte segura cuando fue herido mientras transportaba varias granadas. El libro ahora publicado contiene algunas de las misivas redactadas en ese tiempo bélico, como alguna de las que remitió a André Breton en la que escribe que «he sido sucesivamente un literato coronado, un conocido dibujante pornógrafo y un escandaloso pintor cubista. Ahora me quedo en casa y dejo a los demás al cuidado de discutir cuál de las personalidades indicadas se ajusta más a la realidad. El resultado no importa. Por lo demás, imagino estar en el ejército alemán y lo consigo. La cosa cambia, y he llegado a tener la certidumbre de servir contra los ejércitos aliados. Qué se le va a hacer».
El escritor puso en marcha un proceso creativo muy cercano a la escritura automática que posteriormente se convertiría en una de las principales marcas del grupo de Breton. Igualmente aprovecha su narrativa para poner en negro sobre blanco sus fobias, como cuando proclama «¡Abajo Apollinaire!»
Fue Jacques Vaché quien empezó a poner las bases de la revolución literaria que viviría Europa en la década de los veinte, con el dadaismo y el surrealismo a la cabeza. Por desgracia, Vaché no lo pudo ver, pero dejó una pequeña gran obra que podemos leer.
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