Infraestructuras

El legado ferroviario olvidado: las vías abandonadas en Cataluña

El cierre de alguna de estas líneas ha servido para su transformación en senderos verdes

El tren de Olot a Vic
El tren de Olot a VicAntonio Campañá

Cataluña, con una historia ferroviaria que se remonta al siglo XIX, conserva un rico patrimonio de infraestructuras ferroviarias. Muchas de estas vías, sin embargo, han caído en el olvido. Abandonadas por el desuso o por decisiones estratégicas, estas líneas de tren representan no solo un testimonio del pasado industrial y de transporte de la región, sino también una oportunidad para repensar su futuro.

Las líneas que marcaron una época

En su época de esplendor, Cataluña fue un motor del desarrollo ferroviario en España. El primer tren del país, que conectaba Barcelona y Mataró, inaugurado en 1848, marcó el inicio de una red que se extendió por toda la comunidad. Sin embargo, la llegada del coche y la mejora de las carreteras, junto con la modernización de las infraestructuras ferroviarias, llevaron al cierre de varias líneas consideradas poco rentables.

Entre las vías abandonadas más icónicas se encuentra la línea de vía estrecha entre Olot y Girona, cerrada en 1969. Este recorrido, que unía pequeños municipios, quedó relegado tras el auge del transporte por carretera. Hoy, parte de su trazado se ha reconvertido en la Ruta del Carrilet, una popular vía verde utilizada por ciclistas y senderistas.

Otra línea destacada es la de Balaguer a Tremp, conocida como el Tren de la Pobla. Aunque en su mayoría sigue operativa, algunos tramos antiguos fueron clausurados, dejando vestigios que evocan la importancia que tuvo esta conexión para las comarcas del interior.

Oportunidades en las vías verdes

El cierre de líneas ferroviarias no siempre significa un fin definitivo. Cataluña ha sabido transformar parte de estas infraestructuras en rutas verdes, aprovechando su potencial para fomentar el turismo sostenible y el ocio. Actualmente, las vías verdes de Cataluña suman más de 300 kilómetros que recorren paisajes naturales y rurales únicos.

La mencionada Ruta del Carrilet, que conecta Olot con Girona y Sant Feliu de Guíxols, es un ejemplo exitoso. Su trazado ofrece un espacio seguro para la práctica deportiva y el disfrute del entorno natural, además de dinamizar las economías locales. Sin embargo, no todas las vías abandonadas han corrido la misma suerte.

En el caso de la línea entre Tortosa y La Cava, clausurada en 1967, la falta de mantenimiento ha hecho que muchos tramos sean prácticamente irreconocibles. Algunos colectivos locales abogan por su recuperación como vía verde, argumentando que podría ser una herramienta clave para revitalizar la economía del Delta del Ebro, una zona con un gran valor ambiental.

El debate sobre su futuro

La recuperación de vías abandonadas no está exenta de desafíos. La financiación, la conservación del patrimonio y la compatibilidad con el desarrollo urbano son temas recurrentes en el debate. En algunos casos, las infraestructuras ferroviarias han quedado atrapadas en el limbo legal, complicando su reutilización.

Además, no todas las vías tienen el potencial de convertirse en rutas verdes. Las líneas que atravesaban zonas industriales o áreas urbanas densas suelen estar más deterioradas, lo que encarece su rehabilitación. Sin embargo, los defensores de su recuperación argumentan que estas vías podrían jugar un papel importante en la lucha contra el cambio climático, al fomentar formas de movilidad más sostenibles.

Un ejemplo reciente es el proyecto para transformar el antiguo ramal ferroviario entre Ripoll y Sant Joan de les Abadesses. Esta línea, cerrada en los años 80, ha sido objeto de un plan de restauración que busca convertirla en un atractivo turístico de montaña. El proyecto, que cuenta con apoyo institucional, podría marcar el camino para otras iniciativas similares.

Un legado que no debe perderse

Las vías abandonadas de Cataluña son más que un testimonio del pasado. Representan un desafío y una oportunidad para construir un futuro más sostenible, que valore el patrimonio y promueva un uso responsable del territorio.

En un momento en que el transporte sostenible es clave para afrontar los retos del cambio climático, estas infraestructuras olvidadas podrían ser la clave para conectar de nuevo comunidades, preservar el medio ambiente y revitalizar economías locales. Mientras tanto, las vías continúan allí, como cicatrices en el paisaje que esperan ser redescubiertas.

Con una mirada estratégica y la colaboración de administraciones, colectivos y ciudadanos, Cataluña podría dar un nuevo uso a estas líneas que, aunque inactivas, siguen teniendo mucho que ofrecer.