Opinión

Marea blava

Los políticos se llenan la boca con discursos grandilocuentes

Los funcionarios de prisiones dan 50 veces la vuelta al Parlament catalán en protesta por las agresiones de los presos
Una protesta de funcionarios de prisiones ante el ParlamentEuropa Press

Hace un par de años recibí la llamada de Roberto, no sabía quién era, ni porque quería hablar conmigo, solo me dijo que era un funcionario de prisiones y quería verme porque hartos de muchas cosas habían montado una asociación, sencillamente para dar voz a ese colectivo y defenderse.

Yo no había tenido contacto alguno con los funcionarios de prisiones, pero cuando me entrevisté con ellos lo vi claro, una vez más, el funcionario, el que está a pie de calle, es el eslabón débil de la cadena, y perdón por lo escatológico y quizás inapropiado, la cadena del wáter en el que la defeca el político.

La cuestión es fácil de entender, los políticos se llenan la boca con discursos grandilocuentes de lo maravilloso y garantista que es el sistema en que vivimos, subvenciona entidades que, y quien lo dudaría? defienden los derechos humanos, los derechos de las minorías, la plena integración social.

¿Quién no estaría de acuerdo con eso? Nadie.

El problema está en cómo se aplica la teoría, y en como estas entidades viven de denunciar a policías o a funcionarios de prisiones, sea verdad o sea mentira. Luego los cargos designados por los políticos tienden a creerse antes a un delincuente condenado que a un funcionario incluso cuando se denuncia sin prueba alguna.

Si quieren sigo, pero prefiero cederle la palabra al propio Roberto en lo que ha escrito con motivo de la presentación de un libro sensacional «No digas a nadie en qué trabajas» escrito por Albert Duchamp y en cuya presentación tuve el honor de intervenir el sábado:

«El lenguaje político y el lenguaje de Marea son diametralmente opuestos. Ser servidores públicos del sistema penitenciario nos sitúa como privilegiados observadores de una realidad desconocida para el resto de la sociedad. Una realidad que no puede explicarse con eufemismos. Para la pantomima ya están, desgraciadamente, los cargos públicos que, sin decoro, tergiversan la verdad. Que unos festejen estos 40 años de «acertada» gestión hasta donde les permitan sus conciencias, que Marea Blava seguirá fiel a su incorrección política. Este libro, un ejemplo más de ello: Así, la biografía de Oriol es un coctel de personajes, diálogos, situaciones y anécdotas medio reales, medio inventadas, o bien medio escuchadas y medio intuidas. Una receta que también incorpora una dosis de ensayo sobre la criminología y el sistema penal, históricamente silenciados por la administración y los medios».

Hace dos años me di la mano con Roberto, como hace más de quince años me la di con David presidente del SPC de los Mossos. Con la gente de honor no hace falta contratos, mientras ellos quieran estaré a su lado, el día que no me necesiten nada reclamaré.

Pero jamás les dejaré tirados frente al sistema que lava su cara en la pila, al lado de la cadena del lavabo en el que el político defeca su palabrería mientras el funcionario se enfrenta a expedientes o a juicios.