Independentismo

Las nuevas amenazas de Junts y ERC: Aliança y las discrepancias internas

A los de Puigdemont les ha salido un partido más a la derecha, y sobre los republicanos planea el peligro de la disidencia

WATERLOO (BÉLGICA), 16/01/2025.- El presidente de Junts, Carles Puigdemont, y el de ERC, Oriol Junqueras, se reúnen este jueves en Waterloo (Bélgica), por primera vez desde que ambos recuperaron los cargos al frente de sus respectivos partidos. EFE/ Pablo Garrigós Cucarella
Reunión entre Junqueras y PuigdemontsPablo Garrigós CucarellaAgencia EFE

Lejos quedan esos años en que Junts y ERC eran las casas del votante independentista. Uno, la formación posconvergente, con un discurso más nacionalista y con políticas sociales y económicas menos intervencionistas, y el otro, los republicanos, independentistas ante todo, sí, pero con esa carcasa social y woke que hacía de las minorías (trabajadores, mujeres, homosexuales) el centro de sus políticas. En definitiva, cuando el independentista quería votar, sabía, más o menos, qué votaba.

Sin embargo, ahora la realidad es otra. Con una Aliança Catalana comiéndole el terreno a Puigdemont y quitándole votantes, según el CEO, Junts ha tenido que virar su discurso en algunos temas, como los de inmigración, para que el votante independentista de derechas no se marche a la formación de Orriols. Por otro lado, con un PSC asumiendo cada vez más el discurso de ERC, y con unos comunes con fuerza en Cataluña, ERC lleva meses redefiniendo su estrategia, su ideología, y su espacio para saber contra quién compite y cuál es su nicho.

[[H3:La «derechización» de Junts]]

Según la última encuesta del CEO publicada hace dos semanas, Aliança Catalana experimentaría un fuerte crecimiento electoral y podría pasar de sus actuales 2 diputados a entre 8 y 10 escaños. Este avance, además, se produciría en gran parte a costa de Junts, que perdería entre 6 y 8 de los 35 diputados que tiene actualmente.

Y es que la formación de Sílvia Orriols lleva tiempo captando apoyos en sectores tanto independentistas como no independentistas con un discurso marcadamente duro contra la islamización y la inmigración, incluso reivindicándose como islamófoba. Sin embargo, entre sus votantes independentistas, el perfil más repetido es el antiguo elector de los posconvergentes. De hecho, el 10% del electorado que apostó por Junts en agosto, ahora lo haría por Aliança, según el CEO.

En Junts son conscientes de eso, y ya lo dejaron claro cuando en febrero decidieron, a última hora, no apoyar la moción de censura contra Sílvia Orriols en Ripoll, con la idea de evitar reforzarla. Y es que si hubieran expulsado a Orriols del Ayuntamiento, hubieran dado imagen al elector de que, frente al cordón sanitario que el resto de fuerzas le aplican a Orriols, ellos son más cercanos al bloque «discriminador» (los partidos del procés y la izquierda) que al partido censurado.

Eso también se ha visto en el endurecimiento que ha hecho Junts con las políticas migratorias. Si bien la formación siempre había defendido el mismo discurso «progresista», ha pasado a sostener que Cataluña ya no puede acoger a más menores no acompañados, que Cataluña tiene que conservar su identidad, o a llegar a la petición de la gestión de las competencias de inmigración para tener el control de quién entra en Cataluña y quién se queda. Junts, en suma, defiende políticas más restrictivas, aunque aún lejos de la dureza del discurso de Aliança Catalana.

ERC debe definirse

En otra difícil situación se encuentra ERC. Ante la difuminación que hay en el espectro de la izquierda catalanista o nacionalista, ERC en el congreso celebrado el pasado marzo abrió la puerta al reconocimiento del partido a las corrientes internas, es decir, a que distintas sensibilidades puedan organizarse formalmente dentro de la formación para influir en la deriva ideológica o estratégica.

Esta decisión llega en un momento en el que Oriol Junqueras, líder del partido desde hace más de una década, ha sido acusado de gobernar la formación con mano de hierro y de haber convertido ERC en un partido a la búlgara, donde el liderazgo no se discute y los críticos son marginadas.

La reelección de Junqueras en la primera fase del congreso ya dejó en evidencia que su autoridad no es incuestionable. Aunque logró imponerse, lo hizo sin una mayoría aplastante y con muchas críticas por parte de sectores internos que le acusan de malas praxis. Ahora, con la aprobación de las corrientes internas, los sectores críticos tienen la oportunidad de organizarse para intentar forzar cambios en la dirección del partido y poner fin a lo que consideran una gestión autoritaria.

Hay una serie de reivindicaciones que, de materializarse, podrían limitar el poder de la actual dirección y abrir la puerta a una nueva etapa en ERC. Uno de los principales objetivos de estos sectores críticos es establecer una limitación de mandatos o prohibir que el presidente tenga también un cargo institucional, lo que evitaría la concentración de poder.