Opinión

Rebelión en el campo

Agricultores y ganaderos están cansados de que nadie los escuche cuando exponen sus demandas

Decenas de agricultores se concentran junto al estadio Civitas Metropolitano durante la quinta jornada de protestas de los ganaderos y agricultores para pedir mejoras en el sector, a 10 de febrero de 2024, en Madrid (España). La Plataforma 6F ha convocado a los agricultores y ganaderos para entrar en Madrid con tractores, con el fin de llegar a la sede del PSOE en Ferraz. Hoy se cumple el quinto día de protestas, y agricultores y ganaderos han sacado sus tractores a las carreteras para pedir ...
La Plataforma 6F convoca al campo para llegar con tractores hasta FerrazCarlos LujánEuropa Press

Los hombres del campo, tradicionalmente callados y sufridos, que estos días interrumpen con sus tractores el tráfico de las autopistas son los que siembran las tierras de cultivo y recogen las cosechas. Es su trabajo, y llevan haciéndolo toda la vida, pero están cansados de las condiciones en que lo hacen, y de que nadie los escuche cuando exponen sus demandas. Las cuales se reducen a bien poco: que se les pague un precio justo por los productos de los que viven (en ocasiones, hasta se ven obligados a vender aun a costa de perder dinero), que no se les ahogue con tanta burocracia (¡si todo está regulado por normas lejanas y para cualquier necesidad sobrevenida necesitan solicitar un permiso!), que se suavicen las restricciones de agua para el riego agrícola…

“Si el campo no produce, la ciudad no come”, es uno de los lemas que enarbolan los agricultores de toda Europa. Y llevan razón, porque estamos hablando del trigo, de la leche, de las patatas, de la fruta, de las legumbres… ¿Podríamos pasar sin ellos? La pregunta puede parecer ingenua, pero convendría acaso hacérsela en estos días, y recordar también, por si a algunos se les ha olvidado, que en el campo, quién lo iba a decir a estas alturas, están la llave de la despensa y el origen de la abundancia, que es en el campo y no en las fábricas donde germinan y se cosechan los frutos que la naturaleza –la madre tierra, como antes se decía– nos ofrece generosa como sustento.

Y siendo esto tan cierto, ¿por qué, salvo que los tractores ocupen las portadas de los telediarios, no se habla nunca, ni siquiera en las campañas electorales, de los problemas del campo? Las vicisitudes de los agricultores y ganaderos que contra viento y marea mantienen vivas dos de las profesiones más nobles y antiguas de la tierra, la España que se vacía por falta de medios y recursos, los jóvenes que no encuentran estímulos ni ayudas para tomar el relevo de sus mayores, las tierras de cultivo que se convierten en eriales y los pastos que se pierden confundidos con la maleza…: ¿cuántos se lamentarían si un día esa riquísima cultura rural que va camino del olvido llegara a extinguirse del todo? La vida campesina, que nunca fue fácil (solo los poetas desde la distancia la han dorado, y ahora desde la nostalgia los que aún tuvimos la impagable suerte de disfrutar de una infancia montaraz), pero que conservarla en estos tiempos es casi una proeza…: ¿por qué a casi nadie parece preocuparle esta triste situación, que bien podría calificarse de dramática, pues, de seguir así las cosas, quién se va a ocupar de cultivar la tierra, una labor humilde, sacrificada y ancestral que todavía hoy sigue siendo primordial para la existencia humana?