Entrevista
Enric F. Gel: "Se puede ser relativista moral sobre el papel, pero es imposible serlo en la práctica"
Enric F. Gel, doctor en filosofía, escritor y divulgador en su canal Adictos a la filosofía
Enric F. Gel es la mente detrás de Adictos a la Filosofía, un canal de Youtube de casi 700.000 suscriptores, un proyecto que ha logrado acercar el pensamiento filosófico a cientos de miles de personas a través de redes sociales, conferencias y publicaciones. Su enfoque es claro: la filosofía no debe ser un conocimiento reservado para las aulas universitarias, sino una herramienta viva que nos ayude a comprender el mundo y a tomar mejores decisiones en nuestra vida diaria.
En tu libro "¿Hay filosofía en tu nevera?" y en tu canal de Youtube, "Adictos a la filosofía", tratas de acercar la filosofía al día a día. ¿Cuál crees que es el error más común cuando pensamos que la filosofía es algo abstracto y alejado de la realidad?
Pues el error más común es precisamente pensarse que la filosofía no tiene nada que ver con mi día a día. En realidad, continuamente nos movemos por el mundo y tomamos decisiones con toda una serie de presupuestos filosóficos implícitos: según una imagen filosófica de la vida, el ser humano, el origen y sentido de todas las cosas.
En cierto sentido, por tanto, la filosofía es lo menos abstracto y alejado de la realidad que existe. Es algo que nos resulta tan natural y espontáneo que la inmensa mayoría de las veces ni siquiera nos damos cuenta de que operamos con una filosofía implícita. Y ese es el gran peligro: pensarse que uno puede estar sin filosofía. Eso es imposible. La única alternativa a arremangarse uno mismo con la filosofía es estar viviendo según la filosofía de otros, aceptando acríticamente aquella cosmovisión que haya conseguido ponerse de moda en el momento y lugar en el que te ha tocado nacer.
Definiciones sobre qué es la filosofía hay muchas, pero yo quiero preguntarte para qué sirve.
A ver, servir puede servir para muchas cosas. La filosofía ayuda a entrenar tu pensamiento crítico, te expone a múltiples puntos de vista y te fuerza a formarte tu propia visión sobre el mundo. Todo esto son habilidades de lo más útiles en el s. XXI. Dicho esto, personalmente creo que, estrictamente hablando, la filosofía no sirve para nada, y que no hay que pedir perdón por eso.
La filosofía busca un tipo de conocimiento que es valioso por sí mismo, y no porque luego, con él, puedan hacerse otras cosas, como el carpintero hace una mesa. Decía Aristóteles que la filosofía es más como la zoología que como la pesca. Los seres humanos pescamos principalmente porque queremos comer: es decir, porque con el producto de la pesca podemos luego hacer otra cosa (un buen guiso, por ejemplo). Pero estudiamos zoología no porque ese conocimiento nos permita luego elaborar trampas para animales más eficaces, sino porque el reino animal nos fascina y queremos entenderlo y admirarlo.
Pues la filosofía es un poco así. Todos llevamos dentro una serie de preguntas radicales que muchas veces no nos dejan dormir, y la filosofía es la disciplina que se ocupa de profundizar en ellas todo lo posible. No porque cuando las respondamos podremos, con ese conocimiento adquirido, conseguir alguna otra cosa, sino simplemente porque cualquier atisbo de respuesta que podamos conseguir es intrínsecamente valioso. Por eso, si lo útil es lo que tiene valor en función de otra cosa, la filosofía es, en todo rigor, inútil. ¡Y no pasa nada! Porque las cosas más valiosas en este mundo son, precisamente, las más inútiles: aquellas con las que no se puede luego hacer nada más que disfrutarlas por lo que son.
¿Es posible la neutralidad cuando se explica filosofía?
Depende (la palabra favorita del filósofo). Si por neutralidad se entiende la capacidad de explicar toda postura con justicia y presentarla del modo más robusto posible, pues entonces no sólo es posible, sino lo más deseable. Pero si se entiende el no tener una opinión definida sobre los temas que se explican, o ningún interés al respecto, eso no creo que se pueda hacer.
¿Y tú a qué corriente o escuela filosófica te adscribes?
Personalmente, me adscribo a una filosofía de corte neo-aristotélico. Creo que abandonamos el aristotelismo en la Modernidad por las razones equivocadas. Muchos de los problemas filosóficos propios de nuestra era vienen de ese error inicial y se resolverían o suavizarían con un retorno a las categorías centrales del pensamiento de Aristóteles.
En tu actividad divulgativa, eres muy crítico con el cientificismo. ¿Por qué? ¿Crees que el hecho de que la ciencia lo explica todo, y está por encima de la filosofía, es el mayor mito-error que existe hoy en día?
El cientificismo es la idea de que el único método de conocimiento fiable, o el principal, es el científico. Esto es sencillamente falso, porque la misma ciencia se basa en toda una serie de presupuestos que son de naturaleza filosófica y que ella misma, con su método, no puede abordar: que hay una realidad extramental objetiva, que existen otras personas además de uno mismo, que nuestras facultades cognitivas son fiables, que el pasado realmente sucedió, que hay ciertos valores éticos que deben gobernar la actividad científica.
¡La misma cuestión de exactamente qué es ciencia y qué no es una discusión filosófica! Y ese es, en último término, el problema del cientificista: que se piensa que solamente tiene ciencia, y eso le hace estar ciego a su filosofía.
Además, tenemos en nuestro corazón un montón de preguntas que no se pueden investigar desde la ciencia. ¿Qué hacemos con ellas? Para el cientificista, la respuesta es clara: desecharlas como preguntas absurdas. Pero esa vuelve a ser una decisión filosófica y no científica, y nadie debería extenderle el mismo respeto que el que se merece la ciencia. La ciencia es una de las mejores invenciones del ser humano, pero tampoco podemos cegarnos a sus límites y hacer oídos sordos a las grandes preguntas, sólo porque no son abordables científicamente. ¡Para eso está la filosofía!
También cargas mucho contra el escepticismo, esa moda de dudar de todo. ¿Es racional dudar de todo y cuestionarlo todo? ¿O es más lógico presuponer cosas?
A veces se dice que la filosofía misma consiste en dudar de todo, pero eso es insostenible. La filosofía echa mano de la duda, sí, pero el filósofo tiene que aprender a reconocer aquellas cosas de las que sencillamente no es razonable dudar. De lo contrario, la duda se convierte en una sustancia corrosiva que no te deja construir nada, porque tendría que estar dudando de cosas tan básicas como del significado de las palabras o de si mi memoria me informa correctamente acerca de que estas palabras las acabo de escribir yo.
Por todo esto, la filosofía no se puede construir sobre la duda, se tiene que construir partiendo de esas creencias básicas que más o menos todos presuponemos en nuestra vida ordinaria. Si alguna tiene que ser revisada, la revisaremos, pero sólo sobre la base de buenos motivos. De lo contrario, nos metemos en un laberinto del que es imposible salir.
¿La moral es relativa, o existen el bien y el mal absolutos?
Construyendo sobre lo que decía antes, creo que en general nos parece que, efectivamente, hay valores morales objetivos, que algunas cosas están bien y mal con independencia de la opinión humana. De otro modo, no tendría mucho sentido nuestra enfática condena de los horrores del nazismo, o la idea de que hemos progresado moralmente con respecto a generaciones pasadas. El relativismo moral es algo que uno puede sostener sobre el papel, pero resulta muy difícil, por no decir imposible, ser realmente consistente con esta posición en la práctica.
¿Qué relación tienen la fe y la ciencia? ¿Hay buenos argumentos para sostener que Dios existe?
Hay un relato muy extendido de que ciencia y fe tienen un conflicto esencial e histórico: que la ciencia nace y se construye en oposición a la fe y quitándole cada vez más y más terreno. Eso es un mito que ha sido desmontado miles de veces por los historiadores de la ciencia: en realidad, los episodios históricos claros de conflicto entre ciencia y fe se pueden contar con los dedos de una mano. Los típicos que suele citar la gente, como el caso Galileo, son mucho más complejos y no encajan con facilidad en este molde, cuando uno va a los detalles.
La realidad es que la ciencia, como disciplina moderna, nace en buena medida gracias al contexto religioso del momento, que le provee con unos fundamentos filosóficos fecundos: como la idea de que hay un Dios que ha creado la naturaleza según un orden racional, con unas leyes, y que nos ha hecho a los seres humanos “a su imagen y semejanza”, de modo que poseemos la capacidad intelectual necesaria para descubrirlas. Esto es algo que uno se encuentra una y otra vez en los primeros científicos, como Copérnico, Kepler y el mismo Galileo.
Con respecto a si hay buenos argumentos para sostener la existencia de Dios, personalmente creo que sí los hay, desde la filosofía: no argumentos apodícticos e inapelables, porque esos sencillamente no existen para nada, pero sí varios lo suficientemente buenos como para que sea razonable creer que la realidad que observamos la sostiene en el ser un principio último que es personal. Si a alguien le interesa todo este asunto, puede leer Cinco pruebas de la existencia de Dios, por Edward Feser, o Cómo la razón puede llevar a Dios, de Joshua Rasmussen, ambos traducidos por un servidor.
¿Se enseña bien la filosofía en el instituto?
Creo que se enseña todo lo bien que se puede con lo que se tiene. El profesorado de filosofía es uno de los más motivados y vocacionales que conozco, ¿pero en qué condiciones tiene que desarrollar su trabajo habitualmente? La Filosofía queda reducida a una asignatura que se da sólo obligatoriamente en el Bachillerato, unas pocas horas a la semana, y con el constreñimiento de tener que dar sí o sí unos ciertos autores impuestos desde arriba para que el alumnado pueda pasar la Selectividad. La filosofía lo que tendría que ser, idealmente, es una asignatura transversal, presente de diferentes maneras en todos los niveles educativos, y en la que el profesor tenga la libertad de adaptarse a los intereses que ve presentes en su clase.
¿Hoy en día la gente filosofa? ¿Crees que se puede salvar a una disciplina que los políticos y los cientificistas se empeñan en apartar?
Hoy la gente filosofa, sí, ¡y mucho! Lo veo cada día con la acogida que tiene mi contenido en YouTube. La gente tiene hambre de filosofía, porque llevamos sus preguntas grabadas en los genes. Por eso, la filosofía nunca va a desaparecer. Si la sacan de la escuela o la universidad, se irá a otro sitio, no pasa nada. La muerte de la filosofía ha sido anunciada cientos de veces y aquí sigue, más fuerte que nunca. En este sentido, no necesita nadie que la salve: como decía Gilson, la filosofía siempre entierra a sus enterradores.
En un mundo cada vez más materialista y acelerado, muchas personas sienten una falta de propósito, sobre todo jóvenes. ¿Qué consejos filosóficos daría para encontrar sentido en la vida?
Pues el primero es no tener miedo a hacerse la pregunta. Nadie va a encontrar el sentido de la vida si no se pone a buscarlo, y nadie se pondrá a buscarlo si no permite que aflore en su interior la incómoda inquietud. Hay que permitirse, por tanto, espacios de silencio interior en los que esas grandes preguntas puedan aflorar a la conciencia, y a partir de ahí, bucear en la riquísima tradición filosófica, en la que, por suerte, mentes mucho más penetrantes que la nuestra ya nos han allanado el camino.
¿Cómo empezar a filosofar?
Para mí, lo mejor es empezar por un autor como Platón, especialmente por los diálogos de juventud. La forma que Platón tiene de estructurar los diálogos es, por lo general, muy agradecida, y te fuerza a pensar muchísimo. Además, muchos de sus textos transpiran la pasión que él sentía por la disciplina, y eso es justamente lo que uno necesita cuando está empezando. A partir de ahí, uno puede ir decidiendo el camino que seguir más o menos basándose en sus intereses.
¿Algún filósofo de referencia al cual acudir y para recomendar?
Aristóteles, por supuesto. Aunque Platón me tenga el corazón robado, filosóficamente me siento mucho más cercano a Aristóteles. Me ha pasado muchas veces, por ejemplo, ir a ver qué decía Aristóteles sobre cierto problema y salir completamente iluminado. Su Ética a Nicómaco, por ejemplo, es una joya.
¿Y algún libro?
Pues por recomendar alguno de Platón para empezar, la Apología de Sócrates o el Gorgias.