Reivindicación literaria

La sombra de Andrea Camilleri sigue siendo alargada

El escritor Antonio Manzini y Valentina Alferj, asistente personal del padre de Montalbano, visitaron BCNegra

Antonio Manzini y Valentina Alferj fotografiados en Barcelona
Antonio Manzini y Valentina Alferj fotografiados en BarcelonaShooting

Probablemente dentro del mundo de las letras italianas, son Antonio Manzini y Valentina Alferj quienes mejor han conocido a Andrea Camilleri. Los dos estuvieron ayer en BCNegra para hablar del recuerdo dejado por el maestro.

Empecemos por Manzini que es en la actualidad uno de los referentes del género gracias a la serie protagonizada por el policía Rocco Schiavone. Salamandra acaba de publicar «Hagan juego», la nueva entrega que nos lleva al mundo de los casinos, una critica a la ludopatía y cómo el estado italiano la fomenta. Si ha escrito sobre este tema es porque «me gusta contar mi país a través de los libros. En Italia se obliga a la gente a ir a prestamistas para seguir jugando y el Estado no debería permitir esto. No puede ser lo de ir al estanco y gastar centenares de euros en rascas. El mensaje del Estado es que te puede ayudar un poco de suerte. En realidad el único que gana con esto es el Estado. Siempre se nos ha ocupado: los alemanes, los españoles, los austriacos... El Estado es un invasor más que te obliga a venderlo todo por el juego», dice Manzini sobre su país que ve en cabeza de «la Champions de la corrupción».

¿Y de Camilleri qué aprendió? «Fui su discípulo en la Academia Nacional de Arte Dramático. Primero fue un amigo, pero luego me enseñó teatro y a no tomarse en serio lo que hacemos, es decir, tener una cierta distancia que te ayuda a sobrevivir». Manzoni nunca habló de sus novelas con el maestro porque «uno de los principios de nuestra amistad era no tocar los cojones al otro. Si alguien te da su novela es tocar los cojones y Andrea se habría sentido obligado a leerlo. Cuando no le gustaba algo, evitaba hablar del asunto. Pero de Rocco sí que hablamos y me dedicó alguna buena frase».

Por su parte, Valentina Alferj fue la asistente del padre del comisario Montalbano, además de su agente literaria. Ella estuvo a su lado ayudándolo cuando se quedó ciego y quiso seguir contando historias para sus lectores. Alferj rememoró «la valentía» de Camilleri: «Había subido el listón y había creado un espectáculo, “Tiresias”, que escribió, leyó y dirigió, que se aprendió de memoria para interpretarlo en el teatro. Consideraba que era una historia parecida a la suya, porque era un oráculo que veía porque, pese a ser ciego, como él decía, sentía mejor con los otros sentidos». Las artes escénicas llamaron a su puerta en la recta final de su vida. A este respecto, Alferj rememoró como «antes de morir, Camilleri estaba escribiendo un monólogo sobre Caín, que hubiera presentado en el teatro de las Termas de Caracalla el mismo día en el que murió».

Valentina Alferj confirmó que ya no queda nada literariamente importante que publicar de Camilleri. Una fundación vela ahora por el legado del escritor que reformó en Italia el género policíaco y lo hizo pura literatura.