Opinión

Suspenso en todo

Cataluña se sitúa por debajo de la media española en el informe PISA

González de la Aleja inaugura la nueva Aula de Naturaleza "que dará aún más vida a nuestro Parque de La Pulgosa" AYTO ALBACETE 30/11/2023
Imagen de estudiantes en un aulaAYTO ALBACETEEuropa Press

Se ha publicado esta semana el informe PISA, que mide el conocimiento y las habilidades de los estudiantes de 15 años de los países de la OCDE en lectura, matemáticas y ciencias. Y los resultados han sido desalentadores, por no llamarlos desastrosos, en el caso de Cataluña, que se desploma y cae 22 puntos en comprensión lectora, 21 en matemáticas y 12 en ciencias con respecto a los de 2018. Con el agravante de que en las tres áreas o competencias se sitúa por debajo de la media española, y en el caso concreto de la comprensión lectora es la cuarta por la cola, que ocupan Andalucía, Ceuta y Melilla.

Un descalabro en toda regla, del que la Generalitat se apresuró a echar la culpa a la emigración. Luego, y ante las críticas que le llovieron de todas partes, rectificó, lo cual le ha podido servir de enmienda pero no borra el desliz (un desliz sorprendente si se tiene en cuenta el tacto con que habitualmente se trata este tema, el de la emigración, y que puso de manifiesto la curiosa manera de barrer a veces para fuera con el fin de soslayar otras causas que también podrían explicar el desbarajuste pero que no interesa que salgan a debate).

En esos resultados tan negativos puede haber influido la pandemia, y también que la cultura del esfuerzo haya entrado definitivamente en vías de extinción, y que la motivación y la felicidad del alumno, no la voluntad y la responsabilidad, sean las prioridades de la escuela. Pero, a mi juicio, que no es el de un experto como ahora se titulan los que de todo se atreven a opinar, pero sí el de alguien que ejerció la docencia durante 35 años, hay tres factores que explican el fracaso.

Uno, la entronización, precipitada e irreflexiva, de las pantallas en el aula, en detrimento de los libros y la letra impresa, que favorecen la concentración y no dispersan la atención de los estudiantes.

Dos, que con la comprensión lectora y el nivel expresivo por los suelos, los programas educativos y los principios pedagógicos que los sustentan insistan en hablar de competencias y otros conceptos afines cuando lo que urge es que la lectura y la escritura, a ser posible en papel, vuelvan a ser las dos actividades sobre las que se fundamente la enseñanza.

El tercero tiene que ver con la figura del profesor, que no está para rellenar formularios ni pasarse medio curso elaborando programaciones, tampoco para seguir las modas que imponen los expertos en pedagogía desde sus despachos, sino para desempeñar la función que le es propia y para la que se ha preparado: transmitir conocimientos, enseñar lo que sabe al que no sabe. Eso, y no el actuar como mediador y motivador en el entorno de aprendizaje, que es lo que proponen las nuevas pedagogías, es lo que esperan y necesitan de él sus alumnos.