Opinión

Las ventajas de escribir a mano

Se aprende más y mejor escribiendo a mano y en papel que con los teclados y pantallas

Varios niños en un aula
Varios niños en un aula Marta Fernández JaraEuropa Press

Todavía en tiempos no muy lejanos (pero pronto ya «in illo tempore»), escribir era un acto que requería un cierto ritual: proveerse de pluma y papel (lo que se llamaba el recado de escribir), sentarse a la mesa y representar ordenadamente mediante signos gráficos los dictados del pensamiento.

Se trataba en general de un ejercicio lento y reposado, que exigía una atmósfera de recogimiento, para que ninguna intromisión externa molestara el discurrir de las ideas. Había que concentrarse, como nos decían en la escuela. Y pensar no solo lo que se iba a decir sino también la forma de decirlo, pues cada escrito tenía sus propias normas y convenciones que era necesario respetar, y por eso muchas veces se ensayaba antes, con lápiz. Y como también se cuidaba la presentación, y por descontado la buena letra, incluso se trazaban previamente con lápiz y una regla las líneas si el papel no era rayado, para que no salieran torcidos los renglones, y luego, una vez redactado el escrito con pluma o bolígrafo, se borraban hacendosamente con la goma.

Por lo demás, salvo los preparativos que con nostalgia imperdonable acabo de evocar, escribir a mano, antes y ahora, no precisa apenas atención, pues se hace de forma casi mecánica. De modo que la escritura a mano, al ser más pausada, permite acompasar mejor el pensamiento al ritmo de la frase, y buscar, mientras se van trazando los caracteres, las palabras que expresen mejor lo que queremos decir.

El teclado, en cambio, requiere estar pendiente de los dedos, que pulsen la tecla correcta, y de la pantalla, para continuamente supervisar. De ahí que, si trasladamos todo esto a la escuela, que es donde quería llegar, los expertos en la cuestión aseguren que al utilizar el lápiz o el bolígrafo se establece una conexión entre el cerebro y la mano, y que los movimientos específicos que conlleva la escritura manual permiten reconocer visualmente las letras y las palabras mucho mejor que pulsando un teclado. No solo eso: el cerebro, según un estudio llevado a cabo por investigadores noruegos en jóvenes y niños, es mucho más activo cuando se escribe a mano que cuando se hace en un teclado.

Parece asimismo demostrado que tomar notas o apuntes a mano es más efectivo y distrae menos que si se hace en teclado. Y, como señalan también muchos expertos en educación –cada vez más, y con más convencimiento–, hasta el punto de que parece ya una evidencia científica, se aprende más y mejor escribiendo a mano y en papel que con los teclados y pantallas. Por eso la prohibición de móviles en las aulas en muchos países europeos, el descrédito creciente de la tecnología digital como herramienta educativa y la vuelta, que no tardará en generalizarse, a los libros de texto.