Ciencia
¿Qué es una disonancia cognitiva? El término “de moda” que posiblemente estés usando mal
Durante la cuarentena se ha puesto de moda explicar las contradicciones de quienes no piensan como tú achacándoles una disonancia cognitiva, pero ¿qué es eso y por qué se está utilizando mal?
De vez en cuando, una palabra se pone de moda, pero tienden a ser términos nuevos y creados ad hoc para aquello que se busca expresar. Sin embargo, de vez en cuando ocurre la herejía y en lugar de inventar lo que se pone de moda es una palabra ya existente, un concepto bien definido con historia y propósito claro. Es entonces cuando empieza la degradación. Poco a poco, a medida que se repite y que la gente aprende su significado intuyéndolo por el contexto, el concepto se va deformando, como si estuviéramos jugando con él al teléfono estropeado.
De repente, algo que fue creado para definir una idea muy concreta ha perdido su valor y su consistencia dando lugar a no pocas confusiones. Durante estos últimos meses ha sido el turno de un concepto proveniente de la psicología, la disonancia cognitiva. Es muy posible que lo hayas leído en redes, lo más seguro que para atacar a personas con distintas ideologías políticas. Si le preguntas a alguien al azar es probable que crea que una disonancia cognitiva es cuando una misma persona sostiene simultáneamente dos ideas contradictorias. No obstante, su significado real es algo diferente y muchísimo más específico.
No toda contradicción
Contradicciones las puede haber de mil maneras diferentes. Por ejemplo, puedo vivir en una contradicción de la que no soy consciente, simplemente porque no tengo la información necesaria. Tal vez piense que me gustan todos los libros de mi autor favorito. Pero ¿y si no los conozco todos? Imagina que en su juventud publicó bajo un pseudónimo uno de los libros que más me aborrecen en este mundo. Sostener que me gustan todos los libros de ese autor y que a la vez odio fervientemente uno de ellos es inconsistente, pero dado que no sé que el libro odiado es suyo no puedo ser consciente de mi contradicción. Nadie sostendría que esto es una disonancia cognitiva y, de hecho, no lo es.
Así pues, si el origen de una contradicción es el desconocimiento de determinada información no se produce disonancia, pero ¿y si se debe a un fallo en el razonamiento? Imaginemos que realmente conoces toda la información sobre dichos libros, pero por lo que sea eres incapaz de ver que afirmar que odias uno y que te gustan todos es una contradicción. Esto tampoco es una disonancia cognitiva, porque una vez más, no eres consciente de ningún choque. Es cierto que, tal vez, el ejemplo sea muy burdo, pero cuando en lugar de libros favoritos lo llevamos a ideologías o corrientes de pensamiento, es fácil imaginar que nos gusten dos que parezcan complementarias, pero tras analizarlas a fondo con lápiz y papel encontremos puntos irreconciliables que no saltan a primera vista, incluso teniendo toda la información. En resumen: para llamar a algo disonancia cognitiva tenemos que ser conscientes de la contradicción. Hasta aquí lo más evidente, pero hay más.
Sigamos con nuestros libros. Ahora imaginemos que conoces bien los datos y que eres consciente de que existe tal contradicción, al menos en apariencia, porque has conseguido racionalizarla. Si te preguntan cómo puedes afirmar ambas cosas a la vez dirás tranquilamente que, por ejemplo ¿cómo vas a considerar ese primer libro como parte de la obra de un autor que, ni lo firma con su nombre, ni consigue plasmar en él el estilo que le caracteriza? Y aquí viene lo complicado ¿estamos ante una disonancia cognitiva? Las redes lo tendrían bastante claro y dirían contundentemente que sí, pero la verdad es que no, sin lugar a duda.
La ansiedad
La disonancia cognitiva no es mantener dos ideas contradictorias y ya. Una definición más precisa diría que es cuando una persona mantiene dos actitudes, creencias o comportamientos contradictorios siendo consciente de ello y experimentando como consecuencia cierto desasosiego o ansiedad. Un sentimiento que, hasta ahora, ninguno de nuestros ejemplos cumplía, al menos tal y como hemos formulado la pregunta. Volvamos al último ejemplo. En él habíamos racionalizado por qué no había contradicción al decir que nos gustan todos los libros de un autor, pero que odiamos uno de ellos. El razonamiento tiene cierto sentido, pero ¿qué necesidad hay de dar una respuesta tan enrevesada? ¿No sería más sencillo asumir que no nos gustan todos los libros de nuestro ídolo literario? ¿No es más fácil decir que nos gustan todos excepto uno? Pues según Festinger escribió en 1957, esa racionalización un poco forzada es, precisamente, una de las formas en que huimos del sentimiento de angustia que acompaña a la disonancia cognitiva cuando no queremos abandonar nuestra forma de pensar o actuar.
Podemos estar en desacuerdo con el trabajo de Festinger o con la propia existencia de la disonancia cognitiva, pero resulta que el concepto y el término fueron obra suya y por lo tanto esas son (con ciertos matices) las características que ha de cumplir. No hay mucho que debatir al respecto.
Cuando somos conscientes de la contradicción y queremos reducir la ansiedad que nos produce podemos tratar de justificarlo, como hemos dicho, pero hay más estrategias, por ejemplo, sencillamente ignorarlo o restarle importancia (trivialización). Y sabiendo todo esto, se hace más fácil entender por qué el uso más frecuente que se le da en las redes es el opuesto al que realmente debería de tener.
La disonancia cognitiva no son las estrategias que usamos para seguir pensando que somos consistentes ni las contradicciones de las que no somos conscientes. Es esa sensación que todos hemos vivido, por ejemplo, cuando estamos a dieta, pero nos sentimos mal por estarnos zampando un trozo de tarta. Nuestra actitud y nuestro comportamiento están en conflicto y para no sentirnos mal, para huir de la disonancia, nos decimos a nosotros mismos que se trata de una excepción o que la media hora que hemos caminado hasta la pastelería compensan la porción de tarta. Durante el tiempo que de verdad consigamos creérnoslo no podremos afirmar que estemos experimentando una disonancia cognitiva, pues evitaremos la angustia, en todo caso sus consecuencias.
El lenguaje tiene que evolucionar, por supuesto, pero aquí estamos hablando de alterar un vocabulario técnico creado para estudiar algo y que, deformándolo, pierde el valor para el que fue creado, dando lugar a posibles confusiones entre lo que la psicología tenga que decir y lo que el resto del mundo interprete. No hablo de inquisición lingüística, pero sí de rigor científico, porque todos somos un poco responsables de cómo decimos lo que decimos.
QUE NO TE LA CUELEN:
- La amplia mayoría de las veces que veas escrito “disonancia cognitiva” en redes habrá sido usada como un arma arrojadiza lanzada un poco a las bravas. No trates de inferir de ello el verdadero significado del término.
- Aunque existen ciertas dudas sobre la validez de la teoría de la disonancia cognitiva, es una aproximación interesante y el término en cuestión no deja de dar nombre a un hecho real que todos hemos experimentado subjetivamente.
REFERENCIAS (MLA):
- Festinger, Leon. A Theory Of Cognitive Dissonance. Stanford University Press, 2009.
- van Veen, Vincent et al. “Neural Activity Predicts Attitude Change In Cognitive Dissonance”. Nature Neuroscience, vol 12, no. 11, 2009, pp. 1469-1474. Springer Science And Business Media LLC, doi:10.1038/nn.2413. Accessed 24 May 2020.
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