Ciencia

Más de 350 elefantes muertos y la principal sospechosa es una enfermedad infecciosa.

La muerte masiva de elefantes durante estos dos últimos meses sigue siendo de causa desconocida, pero más que a furtivos o a un veneno suena a una nueva y desconocida enfermedad infecciosa.

Cientos de cadáveres de elefantes se agolpan en torno a las charcas y pozos del delta del Okavango, en Botsuana. Nadie sabe por qué sucede, pero es incuestionable y no es la primera vez que sucede. A finales de mayo ya se reportaron 169 cadáveres, una cifra absolutamente anómala y que todavía no ha podido ser explicada. Por ahora, el motivo de la muerte sigue siendo un misterio, pero no todas las opciones se presentan igual de posibles.

Hasta 2020, Botsuana había sido un vergel para los elefantes africanos (Loxodonta africana), un bastión único en toda África y, sin embargo, algo está cambiando. Es fácil señalar a los cazadores furtivos o a un veneno vertido en los pozos de agua, pero lo cierto es que hay motivos para dudar de estas hipótesis, así como evidencias que apuntan en una dirección tal vez más preocupante, la de una nueva enfermedad infecciosa.

Antes de continuar, cabe destacar que hablar de una posible enfermedad infecciosa en elefantes desconocida hasta la fecha no significa ni remotamente que sea razonable suponer su salto a humanos. Las zoonosis no son raras si las vemos en conjunto, pero que un microorganismo concreto se vuelva zoonótico sí que es harto infrecuente.

Todavía tienen su marfil

Aunque los elefantes africanos no se consideran una especie en peligro de extinción sí están catalogados como vulnerables. El principal motivo es su caza furtiva, buscando el apreciado marfil de sus colmillos. Por ese motivo, es relativamente frecuente que las autoridades encuentren cadáveres de elefantes a los que solo les faltan los colmillos, que han sido serrados, abandonando las toneladas de su cuerpo para ser pasto de los carroñeros. Se trata de prácticas repudiables, pero que, a pesar de los esfuerzos de grupos de conservación ambiental, siguen propagándose y dejando cadáveres a su paso.

Si volvemos al caso concreto que se ha denunciado estos meses, parece que algo no encaja. Los cadáveres preservan sus colmillos, nadie los ha robado, por lo que resulta poco probable que fueran matados por los furtivos. Por otro lado, parece que las muertes han sido tanto de jóvenes, como de machos y hembra adultos. No ha sido algo selectivo como cuando se busca el marfil que los jóvenes todavía no han desarrollado. Y finalmente, otro argumento en contra de la hipótesis de los furtivos es que Botsuana es uno de los países más comprometidos en la lucha contra la industria del marfil.

A pesar de las vastas fronteras, existe un gran control para evitar que entren furtivos y existe mucho más control que en los países circundantes. Precisamente por esto, dado que la caza furtiva ha decaído en Botsuana, los propios elefantes parecen haber migrado durante las últimas décadas. Como si fuera la tierra prometida, se han congregado en Botsuana de forma llamativa. En 2014 se estimaba que un 37% de los ejemplares salvajes de elefantes africanos de sabana vivían en Botsuana. No obstante, cabe decir que últimamente los ataques de furtivos parecen haber aumentado y que recientemente se ha vuelto a permitir la caza deportiva (y muy limitada) de estos animales, precisamente por los crecientes conflictos entre granjeros y elefantes ante lo que el gobierno considera una superpoblación.

En las redes se está utilizando este gráfico para mostrar la congregación de elefantes en Botsuana, y aunque es llamativo, hay que entender que son cinco elefantes cuyos movimientos han sido rastreados. No hemos podido localizar el artículo en el que indican cómo han sido elegidos esos elefantes en concreto para entender si los resultados son significativos de la realidad o están sesgados de algún modo.

En las redes se está utilizando este gráfico para mostrar la congregación de elefantes en Botsuana, y aunque es llamativo, hay que entender que son cinco elefantes cuyos movimientos han sido rastreados. No hemos podido localizar el artículo en el que indican cómo han sido elegidos esos elefantes en concreto para entender si los resultados son significativos de la realidad o están sesgados de algún modo. Imagen de Elephants without borders
En las redes se está utilizando este gráfico para mostrar la congregación de elefantes en Botsuana, y aunque es llamativo, hay que entender que son cinco elefantes cuyos movimientos han sido rastreados. No hemos podido localizar el artículo en el que indican cómo han sido elegidos esos elefantes en concreto para entender si los resultados son significativos de la realidad o están sesgados de algún modo. Imagen de Elephants without bordersElephants without bordersCreative Commons

No parece afectar a otras especies

En cualquier caso, que los que han sido avistados conservaran su marfil no excluye del todo la mano de los furtivos. En ocasiones los cazadores utilizan cianuro que vierten en charcas y otros abrevaderos naturales para matar a grandes cantidades de paquidermos. Al parecer es una forma mediante la que evitan que los buitres les ronden desde las alturas delatándoles. Si se hubiera tratado de un envenenamiento masivo cabría pensar que no todos los cadáveres hubieran podido ser expoliados.

No obstante, es una opción poco probable por lo distribuidas que están las muertes y por la gran cantidad de la que estamos hablando. Por supuesto, podría tratarse de un envenenamiento por motivos no relacionados con las actividades furtivas, pero mientras hablemos de venenos habrá un contraargumento bastante poderoso: solo parece afectar a elefantes.

Por supuesto que existen moléculas tóxicas que afectan a unas especies y no a otras o, mejor dicho, que para algunas especies no son dañinas porque harían falta cantidades inimaginables de esa sustancia. Un ejemplo somos nosotros mismos con la teobromina del chocolate o el tiosulfato de cebollas y ajos, dos sustancias nocivas para gatos y vacas respectivamente. No obstante, no se conocen sustancias que puedan ser responsables de este efecto tan selectivo y cuya presencia tan diseminada sea plausible. La falta de cadáveres de carroñeros, que teóricamente deberían haber sido afectados por el mismo mal, hace muy improbable la idea del envenenamiento.

El hecho de que tantos de los cadáveres hayan sido encontrados cerca del agua también tiene una explicación independiente al envenenamiento. Cuando hablamos de cementerios de elefantes nos referimos en realidad a que los elefantes moribundos tienden a buscar fuentes de agua para rehidratarse, por lo que es frecuente encontrar cerca de ellas cadáveres más o menos concentrados. Así pues, la opción de un envenenamiento masivo también parece controvertida y llegamos a la que resulta a priori más plausible, una enfermedad infecciosa.

Marfil requisado de un cargamento de traficantes.
Marfil requisado de un cargamento de traficantes.USFWS Mountain-PrairieCreative Commons

Una nueva enfermedad

Constantemente surgen nuevos tipos, cepas o variedades de microorganismos y cuando una especie se concentra en grandes cantidades es más fácil que suceda. Al haber tantos posibles nuevos hospedadores el microorganismo puede volverse más agresivo y rápido sin que ello comprometa su supervivencia. Por ese motivo tiene sentido pensar que, en caso de que efectivamente surja un nuevo patógeno en elefantes, este aparezca en Botsuana. Por otro lado, se han dado testimonios sobre elefantes caminando desorientados en círculos, algo que, aunque vagamente, podríamos relacionar con los síntomas de una enfermedad que esté afectando a su sistema nervioso.

Teniendo en cuenta que a finales de mayo ya se había denunciado la muerte de 169 elefantes en Botsuana, resulta extraño que el gobierno no haya comenzado todavía a analizar los cadáveres. Por un lado, es cierto que existen muchos otros problemas que requieren su atención, en especial en una crisis mundial como la que estamos viviendo con la COVID. Pero, por otro lado, un evento de este calibre posiblemente relacionado con un microorganismo desconocido hasta la fecha hace difícilmente justificable la falta de acciones emprendidas por el gobierno. Actualmente está buscando confirmar los números aportados por las organizaciones e indica que ha encontrado 275 ejemplares muertos, todavía quedan 75 hasta alcanzar los 350 de los que hablan los conservacionistas, pero incluso con los datos actuales que baraja el gobierno los números son muy alarmantes.

Teniendo en cuenta que no hay escasez de comida ni de agua en la zona que pueda justificar la gran cantidad de muertes, la idea de una infección se ve reforzada. En cualquier caso, habrá que esperar a que las autoridades hagan los análisis pertinentes, tanto de los abrevaderos como de los cadáveres, en busca del origen de esta extraña peste que asola Okavango.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • No se sabe todavía cual es el origen, aunque hay causas más probables que otras.
  • Hay cientos de miles de microorganismos que solo afectan a otros animales y que nunca han saltado a humanos. La zoonosis es algo relativamente poco frecuente, por lo que no hay motivo para pensar que, si es que la hipótesis infecciosa se confirma, el microorganismo pueda saltar a nosotros.
  • Lo mejor es esperar los análisis antes de dar una conclusión definitiva.

REFERENCIAS (MLA):