Naturaleza
Cinco animales que ya no están en “peligro de extinción”
Aunque su futuro es incierto, la realidad es que estas especies parecen estar escapando a la extinción
Cuando hablamos del medio ambiente, la mayoría de las noticias son nefastas: islas de plástico, calentamiento global, bosques que arden. Y no es por endulzar el más que evidente problema medioambiental que nos hostiga, pero hay otro lado del que no se habla demasiado, tal vez por ser casi anecdótico, tal vez porque las buenas noticias no venden tanto. Porque así es, aunque parezca mentira, de vez en cuando una buena noticia consigue alzarse entre tanta catástrofe. Y aunque solo sea para sentir que, si lo intentamos, podemos cambiar las cosas, esta es una lista de cinco especies animales que hemos conseguido alejar de la extinción durante los últimos años.
Ballena gris
Cuando pensamos en ballenas solemos imaginarlas al borde de la extinción y, lo cierto es que no estamos equivocados. De las muchas especies de misticetos que existen, la mayoría de las ballenas están amenazadas. La caza furtiva, la escasez de su alimento por el cambio climático e incluso la contaminación sonora de los motores de los barcos, han afectado muchísimo a su número. No obstante, la ballena gris es una excepción, y no porque naturalmente sea más resistente a estas contingencias, sino porque hemos apostado enormemente por su recuperación. En los tiempos en que su grasa era utilizada como combustible, la especie decreció alarmantemente, pero no fue la red eléctrica, sino el castigar duramente su caza, lo que ha hecho que las poblaciones se recuperaran desde mediados del siglo pasado. En 1994 fue retirada de la lista de especies amenazadas y ahora mismo se considera una preocupación menor. No obstante, que no se haya extinto la especie no significa que, por el camino, no se haya extinto de algunos lugares concretos de la geografía, devolverlas a aquellas aguas es ahora una prioridad.
Órice de arabia
Puede que los órice no sean tan populares como las ballenas, pero su historia no es menos espectacular. Estos enormes antílopes pueden pesar hasta 70 kilos y sus cuernos llegan a alcanzar los 75 centímetros. Son majestuosos, sin duda, y tal vez por ello fueron cazados de forma masiva durante décadas. Esto se sumó al hecho de que, la introducción de ganado doméstico en su hábitat redujo los recursos disponibles para ellos. Su situación llegó a complicarse tanto que, en 1970 llegó a desaparecer por completo en la naturaleza. Los únicos ejemplares que quedaban estaban en cautividad y la experiencia nos decía que eso era sinónimo de una inevitable extinción en pocas décadas. Sin embargo, en 1980 dio comienzo un programa de reintroducción en la naturaleza. Un programa tan exitoso que ha conseguido hacer del órice de arabia el primer animal en pasar de estar extinto en la naturaleza a, tan solo, considerarse vulnerable. Si la ballena gris es un ejemplo de cómo la legislación puede cambiar las cosas, el órice pone de manifiesto que un buen programa de reintroducción es capaz de “resucitar” especies.
Rinoceronte blanco
Si nos guiamos por el peso, solo hay tres especies terrestres más grandes que el rinoceronte blanco, y esos son los elefantes (africano de sabana, asiático y africano de selva). Ni siquiera los hipopótamos, más voluminosos, pero mucho menos compactos, pueden hacer frente al este ungulado. Su corpulencia le mantiene a salvo de predadores, pero, por desgracia, al ser una especie relativamente mansa, ha tolerado la presencia de seres humanos, permitiendo que los furtivos hagan su agosto con los cuernos del rinoceronte. Estos cazadores han segado la vida de comunidades enteras solo para quedarse con el cuerno, tan preciado en el mercado negro. La situación llegó a ser tan dramática que la subespecie del norte ya está extinta en libertad y la del sur se creyó desaparecida a principios del siglo pasado. En este caso, ha sido la combinación de la cría en cautividad (nada sencilla con esta especie) y la lucha contra la caza furtiva, lo que ha conseguido que el rinoceronte blanco del sur recupere unas cifras de ejemplares más que respetables. Gracias a ello ha pasado de estar amenazado a “casi amenazado” en la lista de la UICN. Ahora podemos decir que el número de ejemplares de esta especie supera el de todas las demás especies de rinocerontes juntas. Por un lado, esto supone todo un éxito, pero también constata la necesidad de proteger al resto de especies de rinocerontes.
Cocodrilo americano
Esta especie no debe ser confundida con el aligátor americano, que lejos de estar en problemas, cuenta con poblaciones bastante boyantes y, de hecho, su conservación se reconoce como una preocupación menor. El cocodrilo americano (o lagarto real), por desgracia, todavía se considera vulnerable, lo cual lo sitúa dentro de las especies amenazadas, sin embargo, viene de encontrarse en una situación mucho más problemática, y esta mejoría ha de entenderse como una buena noticia. Dicho de otro modo, en la década de los 90 se logró que pasaran de estar en peligro de extinción a, simplemente, estar vulnerables. En este caso, el factor más preocupante eran el interés que el comercio tenía en su piel y la falta de restricciones en la caza de cocodrilos y caimanes. En 1960 la población estaba al borde del colapso y, tras volverse una especie protegida en 1975, su situación empezó a virar. Un ejemplo que nos demuestra cómo, a veces, lo que hace falta es que la población tome consciencia del problema y la política legisle lo que, hasta ahora, había sido jauja.
Panda gigante
Últimamente el panda gigante se ha abierto camino hasta los titulares porque, al parecer, China ha reconocido que ya no está en peligro de extinción. La noticia es buena, sin duda, pero a poco que rastreemos encontraremos que hace 5 años que se dijo algo similar. Por aquel entonces la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza ya dijo que los pandas habían pasado a ser clasificados como vulnerables. Sin embargo, algunos científicos y autoridades regionales consideraron que, aceptar tal cosa, podría acarrear problemas al hacer pensar a la gente que la lucha contra la extinción del panda había terminado ya. Los esfuerzos de conservación debían seguir y así ha sido. La pérdida de su hábitat, siendo una especie extremadamente especializada, ha sido uno de los principales peligros a los que han debido de enfrentarse. Casi imposibles de criar en cautividad, los expertos han recurrido a todo tipo de técnicas para asegurar su supervivencia, por ejemplo, despejar corredores entre la maleza que unan poblaciones de pandas que, hasta ahora, estaban casi completamente aisladas. Posiblemente, el panda sea la especie más icónica en cuanto a lo que estos movimientos de conservación se refieren. Un peluche cuyo carisma ha conseguido encandilar a medio mundo y, así, que las emociones suplan a la falta de razón, aunando esfuerzos para conservarlo contra viento y marea. Hemos de celebrar su vuelta, pero tal vez deberíamos de preguntarnos qué futuro le espera a especies menos “adorables”.
Son buenas noticias, sin duda, pero no deben confundirse con una llamada a la tranquilidad. Algunas de estas especies vuelven a estar bastante estables, pero otras simplemente están saliendo del bache, si dejamos de esforzarnos por su conservación, lo más probable es que vuelvan a encontrarse en riesgo. Estas historias de éxitos tienen otro fin: el de recordarnos que es posible cambiar las cosas y tomar el control de estos problemas, al menos, siempre que actuemos a tiempo.
QUE NO TE LA CUELEN:
- Es difícil valorar cuándo un animal deja de estar en peligro de extinción, por eso existen instituciones que se encargan de desarrollar criterios complejos que tienen en cuenta el número de individuos, su distribución, su tendencia demográfica, si su hábitat y alimento están más o menos amenazados, etc. De hecho, de esta complejidad deriva cierta variedad de clasificaciones, de las cuales, la más completa y contrastada es, según los expertos, la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, creada en 1963. Para incluir nuevas especies o cambiar el estatus de alguna de ellas, la UICN ha de someter la moción a una revisión por pares, implicando a las organizaciones locales competentes que hayan estado trabajando en la conservación de la especie implicada.
REFERENCIAS (MLA):
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