Día Internacional

La Covid-19, marcha atrás para la mujer y la ciencia

Es una realidad que el confinamiento ha ensanchado la brecha de género, y que la pandemia ha supuesto un daño grave para las científicas

El Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia se celebra el 11 de febrero.
El Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia se celebra el 11 de febrero.DIPUTACIÓN DE BARCELONADIPUTACIÓN DE BARCELONA

Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, una fecha en la que se reivindica el acceso y la participación plena y en igualdad de las mujeres y las niñas en este sector y que este año es aún más importante porque la Covid-19 ha supuesto un daño grave a la mujer científica.

Resulta evidente que la crisis sanitaria ha impactado en la vida diaria de millones de personas que se han visto forzadas a equilibrar el teletrabajo, la productividad y la eficiencia con el cuidado de personas dependientes, de niños, así como a asumir más tareas domésticas, lo que ha provocado mayores niveles de cansancio, ansiedad y estrés.

Pero esta dura realidad ha sido asumida en mayor medida por la mujer, lo que ha tenido consecuencias de manera directa en la desigualdad de género en toda Europa. Las mujeres han sufrido más la consecuencias económicas y laborales de la pandemia y han visto más afectado su equilibrio entre la vida laboral y personal, existiendo una desigualdad en el reparto de la carga de responsabilidades de cuidado, perpetuándose una vez más este clásico rol de la mujer en la sociedad que tanto se ha analizado y que tanto lastra la consecución de la igualdad entre hombres y mujeres, y particularmente en el ámbito de la ciencia.

Un dato que me parece muy significativo para ilustrar esta situación es que distintas revistas científicas han afirmado que han sufrido una merma de publicación de artículos científicos por parte de mujeres durante la crisis global de salud. Elizabeth Hannon, editora adjunta del British Journal for the Philosophy of Science, dijo tras varios meses de pandemia que los números no se parecían a nada que hubiera visto antes, en referencia al descenso de publicaciones por parte de mujeres.

Otros estudios de ámbito internacional coincidían en señalar esa tendencia a la baja respecto a la proporción de envíos de artículos con investigadoras como primeras autoras, que habitualmente suelen ser jóvenes que están empezando su carrera. Hago hincapié en este dato porque considero es especialmente grave. No debemos de olvidar que, en parte, se evalúa a un científico en base a qué pública y dónde, lo que tiene un impacto enorme a la hora de que le concedan una beca, le den una promoción o se coloque en el ránking de investigadores punteros. Por tanto, es una realidad que el confinamiento ha ensanchado la brecha de género también en la ciencia.

Esta situación no es nueva. Fernanda Staniscuaski, investigadora de la Universidad Federal de Río Grande del Sur (Brasil), impulsó en 2017 un movimiento mundial, Parent in Science (paternidad en ciencia), precisamente para alertar sobre ello. Tras la situación iniciada en 2020, Staniscuaski junto a otras investigadoras expusieron, en una carta en Science, la situación de desventaja de las investigadoras durante esta crisis y reclamaban que se tomaran medidas para paliarla.

Que las mujeres tengan menos presencia en la ciencia no es un problema solo femenino. Como reflexiona Sabine Oertelt-Prigione, catedrática de género en medicina de la Universidad holandesa de Radboud: “Todos los actores del ámbito de la investigación y la ciencia deberían plantearse esta cuestión, porque si solo tenemos un tipo de científicos y un tipo de investigación, corremos el peligro de dejar de lado dimensiones esenciales de la sociedad, posiblemente las más vulnerables”.

La Covid-19 ha supuesto desgraciadamente un importante retroceso en esta lucha por la igualdad en la ciencia, unos pasos atrás que no debemos ni podemos permitir. Por ello, es urgente que en este proceso de recuperación se contemple mayor inversión y promoción de acciones y políticas que prioricen la presencia de la mujer en la ciencia, y todos continuemos eliminando los estereotipos de género que, desde las primeras fases educativas frenan el acceso de las jóvenes a estudios científicos, de ingenierías y tecnológicos. Las mujeres pueden ser excelentes científicas, ingenieras, médicas o matemáticas, y prueba de ello son los logros destacados que han alcanzado en el mundo de la tecnología y la ciencia a lo largo de la historia, pero para conseguir un cambio de tendencia es primordial la visibilidad de referentes y el apoyo en la formación en la igualdad de género, y eso requiere de una mayor conciencia e inversión, ya que actualmente, menos del 1% de los fondos europeos se dedican a la consecución de esta formación en igualdad.

  • María Isabel Moya García es la vicepresidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (GCOM).