Ciencia

La increíble historia de Giovanna Mastropiero, la científica que revolucionó la medicina

La historia de una mujer excepcional que revolucionó la ciencia de la forma más increíble

Rita Levi-Montalcini
Rita Levi-MontalcinilarazonAudrey Sel

La historia de Giovanna comenzó como suelen empezar todas las biografías: con un nacimiento. Era un 22 de abril de 1909 en Turín y la pintora Adele Montalcini estaba a punto de dar a luz. Giovanna era su cuarta criatura y la casa estaba preparada, llena de estímulos artísticos gracias a su madre y científicos de la mano de su padre el ingeniero. En ese entorno, era fácil suponer que Giovanna desarrollaría su potencial al máximo, pero nadie podía intuir cuánto.

En cuanto pudo expresarse, las preguntas comenzaron a fluir como un río de un caudal imparable, no había cosa que escapara a su curiosidad. A los 10 años dominaba conceptos complejos de filosofía y metafísica y conocía las matemáticas mejor que casi cualquier adulto. Los libros eran su mundo o, mejor dicho, sus mundos, porque pronto, el italiano se quedó corto para ella, y antes de los 12 años ya leía con fluidez en inglés, alemán, español, latín e incluso griego.

Sin embargo, el camino de Giovanna Mastropiero no estaba en las letras, ni en Turín y con tan solo 15 años comenzó a estudiar la carrera de química en el Hunter College. Tras graduarse summa cum laude se especializó en farmacología, sintetizando medicamentos como la 6-mercaptopurina, capaz de curar la mayoría de las leucemias infantiles, o la azatioprina, clave para disminuir el rechazo inmunitario en los trasplantes. Y hubo más: el alopurinol contra la gota, la pirametamina para la leishmaniasis, el aciclovir contra el herpes, antibióticos como la trimetropina, y podríamos seguir. Incluso jubilada, colaboró en la creación del primer fármaco contra el virus del SIDA, la zidovudina. En resumen, hablamos de 45 patentes, un Premio Nobel y una infinidad de pacientes cuyas vidas cambiarían para siempre. Y si todo esto te parece increíble, espera a escuchar lo siguiente, porque aquí viene el giro final: Giovanna Mastropiero no ha muerto.

¿Cómo puede ser posible que Giovanna Mastropiero no haya muerto a sus 110 años? La respuesta es sencilla: porque nunca ha existido, su “vida” es un collage de las biografías de tres grandes científicas. Pero espera, no cierres el artículo todavía, porque hay un buen motivo para haberte “engañado”.

El 11 de febrero

Por suerte, cada vez se visibiliza más a las mujeres en la ciencia y se rescata del olvido a figuras brillantes injustamente silenciadas. Iniciativas como el “11 de Febrero” coordinan todo tipo de actividades por el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia y, aunque quede mucho por hacer, con su esfuerzo las cosas empiezan a cambiar un poco más rápido.

El 11 de febrero las redes se llenan de biografías de mujeres insignes con algo en común: una historia de superación. Es imposible hablar de sus logros sin comentar también todo el machismo que tuvieron que superar para alcanzarlos. Ese movimiento es exactamente lo que la comunidad necesita, algo que exponga las injusticias que se cometían y cometen contra las científicas por el simple hecho de ser mujeres.

Sin embargo, esto supone un mal menor, porque con frecuencia sus descubrimientos se quedan en un segundo plano, nombrados solo para justificar su valía y no como protagonistas del relato. Esto no ocurre con las biografías de muchos científicos y puede llegar a invisibilizar los méritos puramente académicos de tantas mujeres brillantes.

Ese es el problema: la única manera de tratar los logros de una científica sin hablar sobre la discriminación que sufrió es encontrando un caso libre de machismo. Y puedes buscar ejemplos de grandes científicas, pero no los encontrarás. Si han llegado a la cima es, precisamente, por haberse sobrepuesto a prejuicios y condiciones laborales leoninas. Pero ¿y si existiera un caso así? ¿cómo sería? Así es como nació Giovanna Mastropiero, una científica ficticia hecha de combinar a tres mujeres brillantes y eliminar el machismo de sus historias.

La verdad sobre Giovanna Mastropiero

El primer párrafo y la fotografía son de la Premio Nobel Rita Levi-Montalcini, descubridora del factor de crecimiento nervioso. El segundo, hablando sobre su infancia, es de Madame de Châtelet, una de las mentes polímatas más brillantes de la historia. Y el tercero pertenece a la inigualable Gertrude Belle Elion. Y, por supuesto, todo lo que se cuenta de ellas en la historia de Giovanna es completamente cierto, aunque, por supuesto, incompleto.

Rita Levi-Montalcini creció en un entorno intelectualmente enriquecedor, pero su padre, de moral victoriana, no veía con buenos ojos que malograra su feminidad estudiando una carrera. Aunque, por suerte consiguió estudiar medicina y especializarse en neurología y psiquiatría. Madame de Châtelet tenía un cerebro excepcional y tanto su obra personal, como sus aclaraciones sobre el trabajo de Newton y Leibnitz han jugado un papel crucial en la física y las matemáticas, pero nunca tuvo el mismo reconocimiento que hombres de su misma talla intelectual. Y, por supuesto, Gertrude Belle Elion tuvo una carrera estelar, pero no sin ser rechazada durante años con una de las excusas favoritas de la historia de la ciencia: que la presencia de una mujer distraería al resto de investigadores.

Así que aquí viene la pregunta: ¿qué es más increíble? ¿Que una misma persona sea capaz de todas estas proezas o que siendo mujer la sociedad le haya dejado explotar su potencialidad al máximo?

Por desgracia, la historia nos ha enseñado que lo segundo es mucho más extraño. Maria Goeppert-Mayer fue una de las mentes más increíbles de su generación, descubrió la estructura del núcleo atómico y a pesar de ello no tuvo un salario como investigadora a tiempo completo hasta los 53 años. Este es un patrón que se repite con una de las mayores matemáticas de la historia Emmy Noether. Hay multitud de ejemplos de científicas con mentes brillantes a las que la historia ha dado la espalda: desde Tapputi en Babilonia hasta Marie Lavoisier, tan genial como su marido Antoine, aunque injustamente eclipsada. Pero incluso en nuestros días sigue habiendo casos sangrantes repartidos desde las aulas hasta los despachos de dirección y pasando por la maternidad.

Es por esto por lo que decidimos contar la falsa vida de Giovanna como símbolo de la historia que toda gran investigadora merecería haber vivido. Mientras existan injusticias será necesario que las visibilicemos. No obstante, hemos de perseguir el día en que no tengamos que inventar a una científica para hablar solo de sus logros sin por ello invisibilizar sus problemas; un día en que la historia de Giovanna deje de ser increíble y pueda convertirse en la norma.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Giovanna Mastropiero no existe. Es una mezcla de tres biografías de grandes científicas y su nombre es un guiño a Johann Sebastian Mastropiero, un compositor ficticio inventado por el famoso grupo de humoristas Les Luthiers.
  • Aunque hemos conseguido superar muchas desigualdades a lo largo de la historia, siguen existiendo barreras de género objetivas y medibles. Superarlas es responsabilidad nuestra.
  • Es necesario visibilizar las barreras de género mientras existan.

REFERENCIAS (MLA):

  • Sharon Bertsch McGrayne “Nobel Prize Women in Science: Their Lives, Struggles, and Momentous Discoveries” Joseph Henry Press 2001
  • Magdolna Hargittai “Women Scientists: Reflections, Challenges, and Breaking Boundaries” Oxford University Press USA 2015