Prehistoria

Los dientes humanos podrían esclarecer la historia de la ganadería

El registro dental de los restos de humanos aporta pistas para explicar cómo la ganadería aumentó la complejidad de las sociedades de la Edad del Bronce en Asia central.

Caballos y gers cerca del lago Khoton (Syrgal)
Caballos y gers cerca del lago Khoton (Syrgal)N. BayarkhuuCreative Commons

El macizo de Altái es una cordillera que marca Asia central como una inmensa cicatriz en la tierra. Sus cumbres más altas alcanzan los 4 500 metros de altura y sus 2 500 km de largo y 600 de ancho atraviesan territorios en Rusia, China, Mongolia y Kazajistán. Actualmente podemos sortear este formidable obstáculo de la madre naturaleza valiéndonos de nuestro ingenio e inventos como el avión o la red de carreteras que se encuentran en la zona. Pero hace 5 500 años la situación era bien distinta; esta cordillera se interponía entre las incipientes civilizaciones del lugar, lo que dificultaba el enriquecimiento de las culturas que se produce por intercambio con otras sociedades. Sin embargo, un grupo de arqueólogos de diferentes países parece haber dado con una explicación para el aumento de la complejidad de las civilizaciones del lugar, y esa clave podría estar en la ganadería.

A espaldas de los caballos

Por las características hostiles explicadas anteriormente, esta región en concreto se caracteriza por actuar como un cuello de botella que dificultó las relaciones entre grupos de humanos y los mantuvo relativamente separados durante grandes periodos de tiempo. Sin embargo, en cierto momento cambió esta tendencia, lo que ha despertado un gran interés en la comunidad científica que trata de atar cabos sobre las migraciones humanas y la trasmisión de la tecnología en la Edad del Bronce.

Un estudio publicado en PLOS firmado por Alicia R. Ventresca del departamento de antropología de la Universidad de Michigan, aporta pruebas de que el aumento de la complejidad de las sociedades se produjo posteriormente a la adopción de la ganadería como forma de obtener alimento. Esto podría deberse a que tanto los caballos como los rumiantes necesitan grandes territorios de pasto que, generalmente, requerían el desplazamiento de la población que los mantenía. Sin embargo, debido a la escasez de restos faunísticos, es tremendamente complicado conocer el momento de la adopción de los rumiantes y caballos domesticados en la región, aunque recientes investigaciones sobre la lechería antigua han empezado a arrojar nueva luz sobre esta historia.

La ciencia en busca de la leche

Estudiar el consumo de leche de la época no es tan sencillo como analizar los restos presentes en cántaros u otros utensilios, ya que entonces no podríamos afirmar que dicha leche fuese consumida por humanos. En este caso, la información la aportan los dientes de los restos encontrados en los enterramientos. Es por esto que, para llevar a cabo el estudio, se tomaron muestras de cálculos dentales de antiguas poblaciones humanas del Altái mongol que datan de las Edades del Bronce y del Hierro. En las extracciones se encuentran normalmente tanto proteínas salivales e inmunes humanas, como bacterias comunes en el microbioma oral humano y restos de su dieta.

La detección de péptidos lácteos específicos demuestra que en la región se ordeñaban ovejas, cabras, vacas y caballos, de hecho, se han identificado péptidos de leche de yegua en la región que datan de hace aproximadamente 3350 años. Al cotejar estos datos con las pruebas de yacimientos arqueológicos bien documentados y muestras de ADN antiguo, se obtiene una nueva perspectiva más amplia para evaluar cambios dietéticos y económicos de la zona, ya que se puede relacionar la construcción de ciertos asentamientos y monumentos a la llegada de la leche a la zona.

De momento, los resultados indican que hace 5 500 años, los grupos de cazadores-recolectores-pescadores estaban separados, tanto geográfica como genéticamente, por los montes Altái, mientras que, en la Edad del Bronce, las poblaciones se desplazaron a través de la cordillera en múltiples oleadas, desde regiones del oeste y el suroeste. El equipo de la Dra. Ventresca afirma que son los cambios dietéticos que produjo la presencia de caballos y otro ganado los que demuestran que facilitaron transformaciones sociales y demográficas.

La revolución de la leche

La adopción de los lácteos como fuente de alimento en la edad adulta supuso una revolución para los humanos primitivos. La leche y sus derivados proporcionaban una gran cantidad de nutrientes esenciales y, además, suponían una fuente de alimento razonablemente limpia y abundante tras la creación de la ganadería. La correcta digestión de la lactosa de la leche proviene de una mutación beneficiosa en nuestro ADN que se produjo en algún momento hace entre 12 000 y 7 000 años. Dicha mutación permitió que la lactasa –la enzima se encarga de descomponer la lactosa en sus dos azúcares básicos- no se perdiese en la edad adulta y siguiese procesando la lactosa en glucosa y galactosa durante toda la vida del individuo.

Cabe recordar que la mutación no está completamente extendida y los porcentajes de intolerancia varían entre regiones, se estima que entre un 20% y un 40% de los españoles sufren intolerancia a la lactosa de diferente grado, pero este porcentaje puede subir hasta el 95 o 100% en otras poblaciones como la de los indios americanos.

QUE NO TE LA CUELEN

  • Hay muchísimos mitos sobre que es malo consumir leche de adultos. En el caso que no tengas la mutación y hayas dejado de producir lactasa sí, te va a sentar mal, pero si eres uno de los afortunados que puede consumir lácteos y sus derivados sin sentir hinchazón de tripa, gases o gastritis, son alimentos perfectamente válidos.

REFERENCIAS (MLA)