Espacio

La sonda Voyager 1 está fallando ¿tiene “demencia senil” tecnológica?

Las últimas mediciones de la sonda Voyager 1 hacen pensar que sus sistemas están fallando

La nave espacial Voyager 1 de la NASA, que se muestra en esta ilustración, ha estado explorando nuestro sistema solar desde 1977, junto con su gemela, la Voyager 2. NASA/JPL-CALTECH 19/05/2022
La nave espacial Voyager 1 de la NASA, que se muestra en esta ilustración, ha estado explorando nuestro sistema solar desde 1977, junto con su gemela, la Voyager 2. NASA/JPL-CALTECH 19/05/2022NASA/JPL-CALTECHNASA/JPL-CALTECH

No es lo mismo un año de vida para un humano, que, para un perro, y mucho menos para un teléfono. Pero... ¿Cuánto son 45 años de vida para una sonda espacial? La respuesta no es algo que podamos intuir, sino que, para obtenerla, necesitamos compararla con el tiempo de vida que estimaron sus inventores. En el caso de las Voyager, esos casi 45 años iban a ser, en principio, solo 5. Lo suficiente como para que llegaran a los planetas gaseosos y los exploraran a ellos y a sus lunas. Si se tratara de una persona y sabiendo que la esperanza de vida ya ronda los 80, podríamos decir que las sondas Voyager son como un anciano de 720 años. Por supuesto, no podemos comparar esto a la ligera ni sacar conclusiones de ello, pero nos ayuda a comprender que, como ocurre con nosotros, la vejez conlleva una serie de problemas. Menos energía, demencias, dificultades de movilidad…

Eso es, a grandes rasgos, lo que parece sucederle a la sonda Voyager 1, 16 días más joven que su hermana Voyager 2. La edad empieza a hacer estragos y sus sistemas, aparentemente, están fallando. Por supuesto, esto no significa que debamos jubilarla ya. Es cuestión de que aprendamos a corregir esos errores y encontremos el modo de seguir aprovechando los datos que nos brinda, consigamos resolver el problema o no. Así que vayamos por partes: ¿Qué le ha sucedido al dispositivo humano más alejado de nosotros?

Para sorpresa de nadie…

Si pretendemos ser extremadamente sintéticos podríamos decir que la sonda Voyager 1 (la más lejana) no parece detectar bien hacia dónde está orientada y que parte de la información que nos envía parece generada al azar. A nadie le sorprende que perdamos algo de memoria a medida que ganamos canas, y puede que, si no somos indulgentes con las Voyager, sea simplemente porque no estamos suficientemente acostumbrados a pesar en ellas de ese modo. De hecho, eso es más o menos lo que dice la misma Suzanne Dodd, directora del proyecto Voyager 1 y 2 en el laboratorio de propulsión a chorro de la NASA (el JPL): Un misterio como este es algo normal en esta etapa de la misión Voyager.

Qué forma de arrancarle el misticismo a todo. Con lo interesante que sería dejar todo en el aire, abriendo la ventana de par en par para que pudiéramos colar todo tipo de fantasías en esta historia. Sin embargo, no hay lugar para la ciencia ficción en este cuento, o al menos, no por ahora. No es la primera vez que falla una Voyager. Hace 5 años, sus propulsores empezaron a degradarse y los ingenieros se vieron obligados a activar unos propulsores secundarios que no utilizaban desde que las sondas sobrevolaron los gigantes gaseosos de nuestro sistema solar. No obstante, esta noticia ha logrado cautivar la atención de los medios más de lo que lo lograron otros fallos de sistema.

Una boca en el cogote

Tal vez, parte del motivo de su popularidad, se deba al tuit que puso la cuenta oficial de las Voyager(regentada por la misma NASA). En ella, la Voyager 1 “hablaba” como si fuera una persona, y hablaba sobre su problema usando las siguientes palabras: “¿Se siente alguna vez incomprendido? Mi equipo está investigando un problema con mis datos. Aunque estoy enviando señales y operando con normalidad, algunas lecturas de datos no coinciden exactamente con lo que está ocurriendo aquí. Mientras ellos investigan, yo seguiré haciendo lo mío”. Estoicismo y melancolía a partes iguales, una combinación poderosa, desde luego.

Y, ahora que hemos repasado algunos detalles de la situación, solo queda profundizar un poco en lo que le está sucediendo a la sonda. Cuando decíamos que “no parece detectar bien hacia dónde está orientada” nos referimos a que, según los sensores de la propia sonda, la antena de alta ganancia con la que nos envía información debe estar desviada. Sin embargo, en caso de estarlo, no apuntaría correctamente a la Tierra y, por lo tanto, no podríamos recibir parte de la información que estamos recibiendo estos días o, al menos, podemos estar seguros de que la recibiríamos bastante atenuada. De ello deducimos que el sistema que usa la Voyager para conocer su orientación (su actitud) es el que está fallando. No hay mucho más misterio ahí.

Por otro lado, cuando decimos que “parte de la información que nos envía parece generada por azar”, no es que nos informen sobre hechos sorprendentes, sino sobre hechos literalmente imposibles que, por lo tanto, convendría que obviáramos. Si tu pulsera para contar pulsaciones te dice que tienes 6000 pulsaciones por minuto, puedes estar seguro de que está equivocado, porque tu tejido cardiaco es incapaz de contraerse 100 veces por minuto, y mucho menos de mantenerte con vida en esas condiciones (el colibrí apenas alcanza 1200) Así que, más que un misterio, lo que tenemos ahí arriba es un artefacto tecnológico de 45 años al que se le está agotando la batería y que, por lo que parece, comienza a presentar una suerte de demencia electrónica. Posiblemente sepamos más en unos días, cuando los expertos hayan podido hacer las pruebas pertinentes, algo que llevará tiempo teniendo en cuenta que las señales tardan 20 horas en recorrer la distancia que nos separa de la sonda.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • A pesar de lo que puede parecer por el nombre, la Voyager 1 despegó después de la Voyager 2, pero en su trayecto, la Voyager 1 pudo adelantarse, siendo ahora la que se encuentra más lejos de casa, a más de 23.000 millones de kilómetros.

REFERENCIAS (MLA):