Vino

Los secretos del vino romano se encuentran en el fondo del mar

Un estudio del contenido de tres ánforas sumergidas ha permitido obtener información sobre la producción vinícola de los romanos

De las ánforas a la comprensión del contenido; este análisis multianalítico se basó en la arqueobotánica y la identificación molecular.
De las ánforas a la comprensión del contenido; este análisis multianalítico se basó en la arqueobotánica y la identificación molecular.Louise ChassouantCC-BY 4.0

El transporte marítimo siempre ha sido esencial para el comercio entre lugares distantes. Al igual que ahora existen rutas comerciales que emplean enormes barcos que llevan miles de contenedores a todas las zonas del mundo, civilizaciones anteriores como la romana empleaban sus navíos para comerciar entre las diferentes zonas del territorio e intercambiar bienes. Sin embargo, los accidentes ocurren y estos barcos pueden hundirse y perderse en las profundidades del mar. El hallazgo de sus pecios cientos de años después proporciona una fuente de información incalculable a los investigadores que va desde el propio contenido de los barcos hasta los materiales utilizados para su fabricación.

De ánforas y contenedores

Aunque se estima que fueron inventadas en el siglo XV a.C., las ánforas se suelen asociar a los romanos debido a la enorme cantidad de restos o piezas completas que se han hallado. Con sus 35 metros de altura, 20 000 metros cuadrados de base, y su composición enteramente formada por restos de ánforas desechadas, el Monte Testaccio es un buen ejemplo de lo común que era el uso de estos recipientes y las enormes cantidades que se fabricaban. Y es que las ánforas eran cruciales, ya que permitían el transporte seguro de diversos alimentos y materiales delicados. Para facilitar el comercio, su apilamiento y su manufactura, la producción de ánforas estaba altamente especializada y estandarizada. Tanto era así que algunas de las medidas de uso común (lo equivalente a nuestros litros) estaban basadas en estos recipientes, como el ánfora cuadrantal, que equivalía aproximadamente a 39 litros de una bebida muy especial para la época: el vino.

La vitivinicultura romana ha quedado reflejada tanto en mosaicos que muestran el pisado de la uva como en restos de recipientes que mantienen todavía restos de bebidas en su interior, lo que nos proporciona una enorme cantidad de información sobre el origen de los ingredientes. En un reciente artículo publicado en la revista de acceso abierto PLOS ONE, los autores tuvieron la oportunidad de examinar tres ánforas de la época romana de un depósito del fondo marino cerca del puerto moderno de San Felice Circeo, Italia, a unos 90 km al sureste de Roma.

Lo que cuentan las ánforas

Tras recuperar muestras de interior de los recipientes, se han utilizado técnicas modernas de microscopía y espectroscopía de masas para analizar marcadores químicos, residuos de tejidos vegetales y polen que había quedado atrapado en el interior. Las pruebas sugieren que las ánforas se utilizaban en los procesos de elaboración de vino blanco y tinto, mientras que los restos de brea de pino encontrados eran utilizados para impermeabilizar las tinajas y quizás también para aromatizar el vino, como se ha observado en yacimientos arqueológicos similares.

La autora principal del estudio, Louise Chassouant, de la Universidad de Aviñón, y los investigadores asociados al proyecto muestran que el polen de la vid coincide con el de las especies silvestres de la zona. Estos hallazgos sugieren que los bodegueros de antaño se valían de las cepas locales, aunque no está claro en aquella época ya se había producido la domesticación de las mismas. La resina de pino, en cambio, parece ser que no era local, si no que probablemente fue importada de Calabria o Sicilia, como indican otras fuentes históricas.

Un análisis multidisciplinar

Sin duda, uno de los rasgos más destacables de este artículo es su diversidad, ya que historiadores y biólogos se han unido para utilizar técnicas químicas, físicas e informáticas que le han dado un enfoque multidisciplinar. En este caso, la identificación de restos vegetales, el análisis químico, los registros históricos y arqueológicos, estudios sobre el diseño de las ánforas y los una extensa revisión sobre hallazgos anteriores contribuyeron a las conclusiones del análisis. Por ello, este artículo sirve como ejemplo metodológico para futuros estudios, ya que muestra que para interpretar una historia se han de aplicar otras técnicas más allá del estudio de los artefactos.

Los autores añaden: “Si hubiera que retener un mensaje de la lectura de este artículo, estaría relacionado con la metodología multidisciplinar que se aplica. Al utilizar diferentes enfoques para desentrañar el contenido y la naturaleza de la capa de recubrimiento de las ánforas romanas, hemos comprendido mucho mejor cómo se realizaban estas prácticas antiguas de lo que habríamos conseguido mediante un único enfoque.”

Siempre se ha hablado de sinergias entre los distintos campos de la ciencia, y la importancia de aplicar diferentes enfoques para comprender un todo. Una visión holística permite darle contexto a cualquier investigación y puede ser crucial para aportar robustez a las conclusiones del estudio, bien sea con los últimos descubrimientos en astronomía, en biología o, en este caso, en la vitivinicultura de la antigua Roma.

QUE NO TE LA CUELEN

  • Diversos estudios indican que el vino más consumido en la antigüedad era el blanco y que probablemente tenía una concentración alcohólica elevada. Además, se solía añadir miel u otros aromatizantes para conseguir sabores diferentes. El sabor del vino era muy diferente al que conocemos actualmente como han demostrado las recetas que han llegado hasta nuestros días.

REFERENCIAS (MLA)