Es una constante, en esta época, en gran parte del paisaje peninsular: la llegada del invierno trae consigo no solo el frío o las lluvias, también un visitante frecuente: la niebla. De acuerdo con la AEMET (Agencia Estatal de Meteorología), la niebla es la suspensión en el aire de gotas de agua microscópicas a ras de suelo. Una de las claves es que debe reducir la visibilidad a menos de un kilómetro, de lo contrario se la llama neblina o bruma. Pero hay una en particular que llama la atención siempre que se la menciona: la niebla de radiación.
Vamos por partes y desde el inicio. La niebla se forma, básicamente, cuando el aire está saturado de vapor de agua. Cuando hay demasiada humedad en el aire y no hace tanto frío, el aire sobrepasa su capacidad de albergar vapor de agua y estas se convierten en las gotas microscópicas de agua, un “velo” que nos impide ver. Dependiendo de cómo y dónde se forme, la niebla recibe distintos nombres y la que
ahora está invadiendo partes de España se conoce como de radiación y es típica del invierno en la península.
“Nacen” por la noche, sobre todo cuando no hay vientos y se alimentan de la humedad de los ríos cercanos y los cielos despejados, ya que las nubes ayudan a mantener la temperatura óptima para la formación de niebla: entre los 0 y los 5º. Por eso, si hace mucho frío (por debajo de los -5º) o el sol ha salido y comienza a
calentar la superficie de la zona, la niebla desaparecerá.
Como se produce en las primeras horas de la madrugada, generalmente
tiene una esperanza de vida muy breve, aunque intensa por su densidad. Se la conoce como niebla de radiación porque el suelo enfría el aire mediante la emisión de radiación infrarroja.
También esta época es propicia para ver otros tipos de nieblas, como la de advección (se forma cuando una masa de aire húmedo pasa sobre una superficie más fría y es muy habitual en zonas costeras), la que se produce por evaporación (surge cuando el aire frío atraviesa una masa de agua más cálida) y
la niebla engelante. Esta última es una excepción a la regla de temperaturas antes mencionadas. Se produce con temperaturas por debajo del punto de congelación, lo que hace que las gotitas se congelen y
se formen estructuras cristalinas en los campos. Y si de excepciones hablamos, también hay una “niebla” que vive por debajo de los 10º bajo cero y en este caso en lugar de gotitas en suspensión podremos ver cristales de hielo.
