Arqueología

Los calderos de bronce permiten adentrarse en la gastronomía del pasado

El estudio de los residuos hallados en calderos de bronce de hace entre 5000 y 6000 años de antigüedad muestra la dieta de las personas que los consumían

(a) Fotografía del caldero y de lo que queda en la actualidad. (b) Reconstrucción artística del caldero tal y como era cuando se utilizaba.
(a) Fotografía del caldero y de lo que queda en la actualidad. (b) Reconstrucción artística del caldero tal y como era cuando se utilizaba. Wilkin et al. iScience

La región del Cáucaso es famosa por sus yacimientos arqueológicos. Muchas de las ciudades de esta zona se asientan sobre capas y capas de restos de otros asentamientos más antiguos que fueron olvidados hace ya mucho tiempo. Ahora bien, al pasar tanto tiempo enterradas, las huellas de los habitantes de esas ciudades se van borrando y, con ellas, la posibilidad de reconstruir su día a día. Afortunadamente, con la mejora de las técnicas de análisis, se pueden extraer datos de los lugares más insospechados.

Acabarse el plato es lo que hace fuertes

Esta frase que, seguro que muchos de nuestros lectores han escuchado alguna vez, es un verdadero desastre para la arqueología. El análisis de los restos de alimentos en los platos y vasijas de las diferentes épocas ayuda a comprender los alimentos que se consumían y cómo se preparaban. Al recrear las dietas de los habitantes se puede saber cómo de próspera era una región, los alimentos que cultivaban y producían, y los bienes que comerciaban con otras civilizaciones. Al acabarse el plato, la persona se volvería más fuerte, pero toda la información sobre la gastronomía de la civilización se pierde para siempre.

Por supuesto, el párrafo anterior contiene una pequeña broma. Aunque se enterrasen platos cerámicos repletos de comida, las condiciones del enterramiento deberían ser muy específicas para que llegase cualquier tipo de comida reconocible hasta nuestros días. Preferiblemente, el clima debería ser helado, es decir, mantenerse siempre por debajo de los 0 grados, en condiciones muy pobres de oxígeno y en lugares aislados para que nadie los hubiese descubierto hasta la actualidad. Aún así, durante 5000 o 6000 años, es complicado que el plato conservado fuese remotamente apetecible, pero podría extraerse una información muy valiosa. Lamentablemente, excepto en contados enterramientos que contenían alimentos como ofrendas, es raro encontrar este tipo de restos antiguos.

Una mirada al caldero

Por estos motivos, los investigadores han de ingeniárselas para tratar de encontrar información sobre el uso que le daban a los distintos recipientes. Gracias a las técnicas modernas de análisis y a la disminución paulatina de los límites de los detectores, cada vez se pueden extraer más datos de las muestras, como han demostrado miembros de la Universidad de Zurich. En la universidad, emplean técnicas de análisis proteico para averiguar el origen de restos de alimentos hallados en platos y vasijas y hacerse una idea de la agricultura, ganadería y caza que se practicaba en la zona. Pero en su último estudio han querido ir más allá.

Los investigadores han tomado los restos de 8 calderos de las regiones del Cáucaso. Estos calderos datan de hace más de 5000 años y probablemente eran muy complejos de construir para las técnicas de la época, por lo que debían ser un símbolo de estatus social o riqueza. Los calderos muestran signos de haber sido reparados en distintas ocasiones y, pegados a su estructura, se encuentran distintas proteínas carbonizadas que permiten conocer su uso. Las aleaciones metálicas de los calderos tienen propiedades antimicrobianas, lo que ha permitido una buena conservación del material biológico de las muestras.

Un descubrimiento de la leche

Entre las proteínas que encontraron en los calderos destaca la proteína de choque térmico beta-1. Esta proteína es característica de los tejidos de ciervo o bovino (vacas, yaks o búfalos de agua), por lo que se cree que el uso del caldero podría ser la preparación de grandes cantidades de alimento a partir de estos animales. También se recuperaron proteínas de leche de oveja o cabra, lo que indica que los calderos también se utilizaban para preparar productos lácteos.

En futuras investigaciones, el grupo quiere estudiar las similitudes y diferencias entre los residuos de una gama más amplia de recipientes. Con ello, podrán tener una visión más amplia de las costumbres de vida de los habitantes del Cáucaso. Además, conociendo las proteínas prevalentes en cada una de las zonas de la región podrán comprender las variaciones en la preparación de alimentos en el espacio y en el tiempo. Dado que la gastronomía es una parte fundamental de la cultura, estas diferencias ayudan a comprender las conexiones que existen entre distintas regiones aparentemente aisladas.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • La datación por radiocarbono ayudó a determinar que los calderos pudieron utilizarse entre los años 3520 y 3350 Antes de Cristo. Esto significa que estos recipientes son más de 3.000 años más antiguos que cualquier otro que se haya analizado antes.

Referencias (MLA):