Genética

Los genes abren una ventana a la Edad de Piedra

Un estudio sobre el genoma recuperado de restos humanos antiguos revela las cómo se mezclaron las poblaciones agricultoras con las cazadoras-recolectoras hace 8000 años

Caza de un ciervo. Pintura mural, VI milenio a.C. Museo de Civilizaciones de Anatolia, Ankara.
Caza de un ciervo. Pintura mural, VI milenio a.C. Museo de Civilizaciones de Anatolia, Ankara.Zdeněk KratochvílWikimedia Commons

El desarrollo de la agricultura y la ganadería supuso un antes y un después en la historia de la humanidad. El cultivo de alimento permitió que brotaran asentamientos de poblaciones que no tenían que recurrir al nomadismo, si no que podían quedarse en un mismo lugar y dedicar más tiempo a la especialización de ciertos trabajos, como la producción textil o de herramientas. Esta especialización acabó por modelar la sociedad tal y como la conocemos actualmente. Lamentablemente no podemos acceder a dicho pasado, pero sí que podemos encontrar pistas de cómo se fue desarrollando en los lugares más insospechados, como nuestro genoma.

La selección natural

Se estima que el flujo migratorio de poblaciones agricultoras aumentó considerablemente hace unos 8 000 años. Estas migraciones ocurrieron desde lo que hoy es Oriente próximo hacia una Europa cada vez más cálida debido a la retirada paulatina de los glaciares tras la última edad de hielo. El encuentro de las sociedades agricultoras y las cazadoras recolectoras acabó derivando en una actividad que acompaña al ser humano donde posa sus pies: La reproducción. Esta actividad queda reflejada en el genoma, y con las técnicas de estudio actuales se pueden analizar las variaciones genéticas de cientos de restos antiguos para tratar de montar el puzle que es la migración humana.

El mosaico genético resultante puede favorecer a aquellos individuos que heredan los rasgos más útiles según la vida que llevan los humanos, y eso es exactamente lo que observan los estudios. Se observa una mayor presencia de los genes que portaban las sociedades de cazadores recolectores en lo relacionado con la inmunidad adaptativa, es decir, aquella que permite al sistema inmunitario reconocer a los patógenos más rápidamente tras una segunda infección.

Un juego de dados genético

Uno de los objetivos del estudio era averiguar si los cambios presentes en los individuos estaban producidos por el azar o eran el resultado de una selección natural. Por ello, analizaron 677 individuos de la Europa mesolítica y neolítica y buscaron desviaciones de ascendencia en los genomas de los individuos que habían sido fruto de las mezclas genéticas tras los encuentros entre poblaciones. Los resultados mostraron que en la población neolítica estaba más expresado un gen relacionado con la pigmentación, mientras que, en la población mezclada, los genes del complejo mayor de histocompatibilidad eran más similares a aquellos de los cazadores-recolectores.

Los resultados suponen un cambio en la forma de entender la genética de estas poblaciones ya que durante mucho tiempo se ha hipotetizado que el estilo de vida agrícola favoreció una adaptación inmunológica a la mayor densidad de los asentamientos, las nuevas dietas y la proximidad al ganado. Según explica Pontus Skoglund, del Laboratorio de Genómica Antigua del Instituto Francis Crick de Londres: "Cuando los grupos agrícolas se expandieron desde Oriente Próximo a Europa y se mezclaron con los cazadores-recolectores locales, la predicción natural sería que los genes de inmunidad de los agricultores se adaptarían mejor al estilo de vida agrícola y, por tanto, serían seleccionados. Sin embargo, vemos lo contrario, que la ascendencia cazadora-recolectora está enriquecida en el locus de inmunidad del CMH. Esto podría deberse, por ejemplo, a que los cazadores-recolectores ya estaban adaptados a los patógenos que se encuentran en Europa, o podría ser el resultado de una selección natural que favorece la diversidad en los genes de la inmunidad".

No todo va a ser inmunidad

Otros análisis que realizó el equipo confirmaron algunos de los resultados de estudios anteriores, especialmente en la pigmentación en la piel. Los investigadores observaron que la pigmentación provenía de las sociedades agricultoras y que se fueron expandiendo hacia Europa desde Oriente Próximo. Esto podría deberse al mantenimiento de los niveles de vitamina D cuando cambian las fuentes, como la dieta y la exposición a la luz solar. "Una hipótesis es que la pigmentación más clara de la piel permitía a los agricultores sintetizar más vitamina D a partir de la radiación ultravioleta, mientras que los cazadores-recolectores podían obtener suficiente vitamina D de su dieta", afirma Iain Mathieson coautor del artículo.

Este tipo de estudios ayudan a comprender las presiones selectivas que ha sufrido el ser humano durante el desarrollo de la especie, y a contextualizar algunos de los rasgos del humano de hoy en día. Como cantaba Julio Iglesias en 1969, “al final, las cosas quedan, las gentes se van”, aunque con las técnicas adecuadas podemos observar que, dentro de nosotros, siempre queda un pedacito de información de esas personas que ya se han ido.

QUE NO TE LA CUELEN:

Existen indicios de cultivos en asentamientos de hace 20000 años, aunque todo apunta a que se trataba de huertos de pequeña extensión. Las técnicas de fueron puliendo desde entonces hasta las increíbles máquinas que impulsan la agricultura actual.

REFERENCIAS (MLA):

Current Biology, Davy et al.: “Hunter-gatherer admixture facilitated natural selection in Neolithic European farmers” https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(23)00189-6 DOI: 10.1016/j.cub.2023.02.049