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Fauna

Los científicos alertan: los jabalíes ibéricos portan un parásito que puede infectar humanos, según un estudio

Un hallazgo científico reabre el debate sobre la fauna y la salud pública

Los científicos alertan: los jabalíes ibéricos portan un parásito que puede infectar humanos, según un estudio La Razón

No es la primera vez que el jabalí se cruza en los asuntos humanos, pero esta vez el motivo está en su interior. Un estudio internacional ha detectado en la especie ibérica un parásito intestinal con capacidad para saltar de los animales a las personas. El descubrimiento, publicado en la revista Veterinary Research, advierte de un nuevo desafío para la salud pública y la gestión de la fauna silvestre en la Península.

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Un estudio que cambia la mirada sobre el jabalí

Durante siete años de trabajo, investigadores de varios países recopilaron y analizaron casi medio millar de muestras fecales de jabalíes silvestres en España y Portugal. Los resultados fueron claros, uno de cada seis ejemplares portaba Blastocystis, un protista que también puede encontrarse en el intestino humano.

El análisis genético reveló que existían varios subtipos del parásito, algunos de ellos con potencial zoonótico, lo que significa que pueden transmitirse entre animales y personas. El subtipo más común, el ST5, apareció en todos los ejemplares infectados y coincide con el que también se ha detectado en cerdos domésticos.

Qué es Blastocystis y por qué preocupa a los expertos

Blastocystis es un microorganismo microscópico que vive en el intestino y se transmite por vía fecal-oral. Su presencia es habitual en el medio ambiente y puede afectar a una gran variedad de mamíferos y aves, incluido el ser humano. Aunque en muchas personas no causa síntomas, se ha relacionado con problemas digestivos y desequilibrios en la flora intestinal.

El riesgo de transmisión entre fauna y humanos

El hecho de que los jabalíes compartan hábitats con explotaciones ganaderas y zonas agrícolas aumenta la posibilidad de intercambio de patógenos. El contacto con restos fecales, el manejo de animales durante la caza o el acceso a fuentes de agua contaminadas son vías potenciales de transmisión. Según los científicos, este escenario refuerza la necesidad de aplicar el enfoque de “Una Sola Salud”, que entiende la salud humana, animal y ambiental como un todo interconectado.

Portugal, el punto más afectado

Los investigadores observaron diferencias significativas entre ambos países, en Portugal, el 34 % de los jabalíes analizados estaban infectados, frente al 10 % registrado en España. Esa disparidad podría deberse a factores ambientales, densidad de población animal o variaciones en el ecosistema, aunque los expertos señalan que todavía hacen falta más estudios para comprender las causas exactas.

En cualquier caso, la combinación de una alta densidad de jabalíes y una mayor diversidad genética del parásito podría favorecer que Blastocystis se mantenga activo y se propague con mayor facilidad en determinadas zonas.

Los científicos piden vigilancia y cooperación

Los autores del estudio advierten que controlar este tipo de infecciones requiere un trabajo coordinado entre administraciones, veterinarios, ganaderos y cazadores. Recomiendan reforzar los programas de vigilancia epidemiológica y establecer protocolos de bioseguridad en las explotaciones donde el ganado y la fauna silvestre comparten espacio.

El objetivo no es alarmar, sino prevenir. Detectar a tiempo estos patógenos permite evitar posibles brotes zoonóticos y reducir el riesgo para las personas que trabajan o conviven en entornos rurales.

Equilibrar la salud y la conservación

El descubrimiento de Blastocystis en los jabalíes ibéricos plantea un dilema que va más allá de la biología: cómo proteger la biodiversidad sin descuidar la salud pública. Los expertos insisten en que los animales salvajes no son “culpables”, sino parte esencial de un ecosistema que debe ser comprendido y gestionado con rigor científico.

Mientras la expansión del jabalí continúa y las fronteras entre lo silvestre y lo humano se difuminan, la ciencia recuerda una lección cada vez más urgente, la salud del planeta y la de quienes lo habitan están íntimamente conectadas.