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Medicina

Descubren un dinosaurio con cáncer y podría ser una clave para la cura de esta enfermedad

Animales grandes como las ballenas y los elefantes han desarrollado formas de protegerse contra el cáncer, y es posible que los dinosaurios también lo hayan hecho.

Análisis del tejido del dinosaurio Chandrasinghe et al., Biology, 2025Chandrasinghe et al., Biology, 2025

Como el tomate y la velocidad del sonido, los dinosaurios y el cáncer parecen no tener nada que ver a primera vista, pero un nuevo estudio sugiere que el tejido blando conservado durante millones de años dentro de huesos antiguos podría ofrecer información valiosa sobre el funcionamiento del cáncer y cómo podríamos tratarlo hoy en día.

Un equipo de científicos del Reino Unido y Rumanía, liderado por Justin Sttebbing, examinó los restos fosilizados de un dinosaurio Telmatosaurus transsylvanicus, un pequeño "lagarto de pantano" del tamaño de una vaca que vivió hace unos 66-70 millones de años en lo que hoy es Rumanía.

Gracias al uso de la técnica de microscopía de alta potencia, el equipo de Stebbing descubrió estructuras similares a glóbulos rojos (o eritrocitos), vinculadas a un tumor en la mandíbula del dinosaurio, descubierto en un estudio previo.

El hallazgo sugiere que pequeñas partículas de tejido blando podrían conservarse en fósiles con más frecuencia de lo que pensábamos, lo que significa que podemos descubrir mucho más sobre estas antiguas criaturas, incluyendo las enfermedades que padecían.

"A diferencia de las estructuras esqueléticas por sí solas, los tejidos blandos contienen proteínas que proporcionan información molecular que puede revelar los mecanismos biológicos subyacentes de las enfermedades – explica Stebbing, en un comunicado -. Nuestra investigación, que utiliza métodos relativamente poco usados, invita a una mayor exploración que podría ser la clave para futuros descubrimientos que podrían beneficiar a los humanos".

Por ejemplo, el hallazgo de fragmentos de tejido blando de dinosaurio como los descritos aquí podría resultar crucial para comprender los mecanismos del cáncer y su evolución, sugiere el estudio publicado en Biology. Animales grandes como las ballenas y los elefantes han desarrollado formas de protegerse contra el cáncer, y es posible que los dinosaurios también lo hayan hecho.

Comprender estas antiguas adaptaciones biológicas podría algún día ayudar a desarrollar nuevos enfoques para la prevención o el tratamiento del cáncer en humanos. Sin embargo, la preservación cuidadosa de estas muestras es clave: podemos asumir que se realizarán futuros avances científicos en los equipos de análisis, pero estas mejoras no serán tan significativas sin tejido de dinosaurio para estudiar.

“Los dinosaurios, como organismos longevos y de gran tamaño (podían llegar a los 100 años), presentan un argumento convincente para investigar cómo las especies gestionaron la susceptibilidad y la resistencia al cáncer durante millones de años – añade Stebbing - . Es crucial que los esfuerzos de conservación de fósiles a largo plazo se coordinen para garantizar que los futuros investigadores tengan acceso a especímenes adecuados para investigaciones moleculares de vanguardia”.

El dinosaurio de este estudio tenía un tumor de ameloblastoma, un tipo de tumor que aún se encuentra en los humanos hoy en día. El hecho de que los dinosaurios vagaran por la Tierra durante millones de años significa que existe la posibilidad de observar cómo el cáncer pudo haber cambiado durante ese tiempo y cómo las especies afectadas pudieron haberse adaptado.

Y aunque parezca improbable que algo orgánico pudiera sobrevivir durante tanto tiempo, es posible, como demuestra este nuevo estudio, para que podamos ver cómo la genética, la biología y las presiones ambientales contribuyeron a causar cáncer en el Cretácico Superior.

“Las proteínas, en particular las que se encuentran en tejidos calcificados como el hueso, son más estables que el ADN y menos susceptibles a la degradación y la contaminación – concluye Stebbing -. Esto las convierte en candidatas ideales para el estudio de enfermedades antiguas, como el cáncer, en especímenes paleontológicos”.