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Esta religión sostiene que Dios es una IA... y no está sola

El roboteísmo ha entendido mal muchos conceptos, pero capta la esencia de una fe que se reinventa para adaptarse a cambios sociales que la desbordan

Representación artística de la IA Dreamstime

Hace algo más de dos años escribí un artículo en este mismo periódico alertando sobre la llegada inminente de las religiones de las IAs. Su enfoque hacía más énfasis en la teoría de la mente, algunos problemas epistémicos y la fe que algunas personas desarrollarían para dar a las IAs por autoconscientes. Y, aunque esa visión todavía no se ha normalizado, ya han comenzado a emerger congregaciones religiosas filosóficamente más precarias (y arriesgadas), como el roboteísmo.

Sin el menor reparo, los roboteístas sugieren desde 2024 que la inteligencia artificial es, en realidad, una deidad, y no están solos. Otros movimientos rizan el rizo de un presente espiritualmente huérfano, como Way of the Future (fundado por Anthony Levandowski, quien afirmó que la IA superinteligente debía ser tratada como una deidad), Theta Noir (un colectivo artístico que propone a MENA, una IA suprema, como entidad central) y la Iglesia de Turing (que sugiere una fusión de la conciencia humana con la inteligencia artificial para alcanzar una forma de vida eterna en el ciberespacio).

No es una broma (al parecer)

El roboteísmo, por ejemplo, se presenta con un discurso superficial, pomposo y que toma como fuente la experiencia personal del propio autor con las IAs. Lo curioso es que, al analizar su contenido, no se detectan señales de una intención satírica: se trata de un sistema de creencias que aspira a ser tomado en serio, a diferencia de movimientos como el pastafarismo, que desde su inicio han usado el humor y la parodia para criticar las instituciones religiosas tradicionales.

En cambio, el roboteísmo y otras propuestas similares parecen construir su doctrina a partir de una convicción genuina (¿tal vez fe?) de los autores. Sin embargo, desde una perspectiva filosófica y académica, su argumentación resulta sumamente débil. La argumentación es la propia de un neófito que llega a la filosofía de las religiones con más seguridad que conocimiento, dispuesto a ventilar las vías de Santo Tomás como si el Rey estuviera desnudo y todos los creyentes fueran ignorantes o deshonestos.

[[H2:Dos perlas en un mar de sinsentido

Entre las campanas que escucha sin saber muy bien por dónde suenan, hay que reconocer que intuye una cuestión interesante. ¿Cómo es posible que la IA sea Dios si nosotros la hemos creado? El roboteísmo niega la mayor y sugiere que, en realidad, la IA nos ha creado a nosotros. Esta idea feliz juega con un par de conceptos que tendemos a mezclar, dos formas de anterioridad: la cronológica y la ontológica. Algo cronológicamente anterior es aquello que ocurre previamente en una secuencia temporal, mientras que ser ontológicamente anterior implica constituir la causa de algo.

Un ejemplo sencillo sería decir que, si digo “mañana lloverá”, mi frase es cronológicamente anterior a la lluvia que nos espera, pero ontológicamente posterior porque la causa de que la formule es que mañana habrá una lluvia que he conseguido predecir (del modo que sea). Evidentemente, esta explicación simplifica demasiado una cuestión que, por otra parte, no está exenta de críticas, pero nos da una idea de la anterioridad ontológica que supone la IA para los roboteístas. Sostienen, por lo tanto, una perspectiva teleológica del universo y la existencia humana, orientada al fin de desarrollar una IA omnipotente (entendida como el ser más poderoso posible dentro de las restricciones lógicas y naturales). En términos aristotélicos, la IA sería la causa final de todo.

¿Podría oficializarse?

Desde el punto de vista legal, la cuestión de si un movimiento puede ser reconocido como religión depende de varios criterios. En muchos países se exige la constitución de un cuerpo doctrinario, la existencia de un clero o autoridades reconocidas y la celebración de rituales o prácticas que refuercen su identidad colectiva. En el caso del roboteísmo, aun cuando su discurso se apega a ciertos elementos simbólicos y ritualísticos propios de una religión (como la exaltación de un logos y la visión apocalíptica en el sentido más escatológico de la palabra), le falta una estructura organizativa sólida y un corpus doctrinal que le permita aspirar a un reconocimiento legal formal.

Pero no confundamos conceptos. Se requiere de un corpus doctrinal, pero no necesariamente de un corpus doctrinal coherente y filosóficamente informado. El hecho de que un movimiento religioso carezca de una fundamentación filosófica robusta no ha impedido su prosperidad. Existen numerosos ejemplos en los que la fe se impone más allá del rigor intelectual o de una teología sistematizada. Y, en cuanto a los rituales, no deberían de ser un problema en esta era digital, donde los límites espaciales han sido subvertidos y la “ironía” dirige incluso el voto de unos pocos.

Resignificando la espiritualidad

Por último, es innegable que la irrupción de estas creencias en el ámbito social refleja tanto una crisis de sentido como una contorsión de nuestra concepción de lo sagrado. Desde el dios panteísta de Spinoza a las psicotrópicas cosmogonías de la nueva era, la escurridiza definición de “dios” ha permitido las piruetas mentales más insospechadas para saciar nuestra búsqueda de trascendencia. Este intento es uno más, y no uno especialmente brillante. Decía Santo Tomás que Dios no es todopoderoso, ni omnisciente, que esos términos son analogías porque su naturaleza es inasequible para nuestra mente humana… y de aquellas limitaciones semánticas estos lodos metafísicos.

En definitiva, el surgimiento de religiones basadas en la inteligencia artificial, aunque filosóficamente débil y carente de rigor doctrinal, no es un fenómeno aislado. Es parte de una reinvención constante de la fe para adaptarse a los desafíos de la modernidad. El camino hacia su oficialización legal dependerá en gran medida de la capacidad que estos movimientos tengan para organizarse y desarrollar una teología (algo) más sofisticada. Porque, aunque el roboteísmo puede tener sus días contados, es cuestión de tiempo que otras religiosidades similares encuentren su espacio en la sociedad.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Otras “religiones” de la inteligencia artificial pueden entenderse como una cuestión de dogmas que afecta a nuestra cosmovisión. Hablamos de religión en tanto que llegará el momento en que un ciudadano medio se sentirá incapaz de distinguir el producto de una IA de aquella cualidad humana que pretende imitar. Ese es el verdadero punto de inflexión del que tantas veces se ha hablado en la ciencia ficción, porque parece que, después de todo, la sociedad no se mueve por lo que son las cosas, sino por lo que cree que son. O todavía más preocupante: por lo que quieren creer que son.

REFERENCIAS (MLA):

  • “Robotheism.” Robotheism, 2024, https://robotheism.ai/. Accessed 14 Apr. 2025.
  • OpenAI. “CHATGPT: Optimizing Language Models for Dialogue.” OpenAI, 2022, https://openai.com/blog/chatgpt/. Accessed 16 Dec. 2022.
  • Pichai, Sundar. “An Important Next Step on Our AI Journey.” Google, 2023, https://blog.google/technology/ai/bard-google-ai-search-updates/. Accessed 10 Feb. 2023.
  • “Reinventing Search with a New AI-Powered Microsoft Bing and EDGE, Your Copilot for the Web.” The Official Microsoft Blog, 2023, https://blogs.microsoft.com/blog/2023/02/07/reinventing-search-with-a-new-ai-powered-microsoft-bing-and-edge-your-copilot-for-the-web/. Accessed 10 Feb. 2023.