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Biología

Este animal solo ha sido visto 4 veces

Y eso a pesar de que puede medir hasta 4 metros y pesar 75 kilogramos.

Del tamaño de un sofá, apenas se ha visto unas pocas veces MBARIMBARI

A pesar de cubrir más de un 70% del planeta, la mayor parte de los océanos aún no ha sido explorada. Por ello no es extraño que, a medida que profundizamos en la exploración, descubramos nuevas especies y se revelen nuevos misterios. Uno de ellos es un animal que apenas si ha sido visto por ojos humanos: el Haliphron atlanticus. Vamos por partes.

Un colosal pulpo de aguas profundas aparece fugazmente ante cámaras robóticas. Su rara aparición, apenas la cuarta documentada en cuatro décadas de expediciones, recuerda lo poco que sabemos del océano y cuán misteriosa puede ser la vida en sus zonas ocultas.

El protagonista de este hallazgo es el mencionado Haliphron atlanticus, conocido popularmente como “pulpo de siete brazos” aunque en realidad dispone de ocho (el nombre engañoso se explica por su extraña biología reproductiva). Este pulpo gigante se mueve en la penumbra oceánica, en profundidades donde la luz nunca llega, y puede alcanzar en algunos casos los 4 metros de longitud total y un peso de hasta 75 kilogramos.

En 2025, científicos del Monterey Bay Aquarium Research Institute (MBARI), durante una expedición con un vehículo robótico sumergible, captaron imágenes de un ejemplar vivo a unos 700 metros de profundidad. Es apenas la cuarta observación confirmada en más de 40 años de monitoreo profundo.

Ese breve video permitió apreciar la forma gelatinosa y poco habitual del animal, su cuerpo voluminoso, sus largos brazos y su modo de alimentación: el pulpo se abalanzaba sobre una medusa de campana roja intentando alimentarse de su interior.

El hallazgo no solo confirma la existencia de Haliphron atlanticus como depredador activo, sino que también subraya lo poco que conocemos de la biología de las profundidades. A pesar de su tamaño, su rareza visual lo convierte en un fantasma del océano, un “monstruo” silencioso que escapa a buena parte de la exploración humana.

¿Por qué es tan raro ver este pulpo vivo? Varias razones: vive en zonas profundas y oscuras donde las expediciones científicas rara vez llegan; su cuerpo gelatinoso se confunde fácilmente con el entorno; y el comportamiento de los machos, que escondían uno de sus brazos reproductores, dando la impresión de tener solo siete brazos, confundió a generaciones de naturalistas.

Además, en las pocas ocasiones en que se ha filmado o atrapado, sus encuentros han sido accidentales: un ROV oscuro recorriendo aguas profundas, o redes de pesca que aterrizan restos poco reconocibles. Esas escasas ventanas que se abren hacia lo profundo han sido suficientes para recordar que el océano sigue guardando asombros sin explorar.

Este descubrimiento ofrece una invitación clara a la humildad científica: incluso en el siglo XXI, con satélites, drones y tecnología avanzada, la mayor parte de la vida oceánica permanece invisible. Y animales del tamaño de un sofá pueden seguir deslizándose bajo las aguas sin que casi nos demos cuenta.

Mientras tanto, cada nueva imagen de Haliphron atlanticus se convierte en un tesoro para la ciencia, un recordatorio de que los misterios del mar siguen allí, esperando a que alguien baje, mire, grabe… y nos los muestre.