Espacio

Otro catastrófico “éxito” de la industria aeroespacial: la Peregrine Mission One

Si fuera por las declaraciones de empresas privadas y agencias aeroespaciales, todo fracaso de los últimos años sería un éxito rotundo, y algo chirría en ese oxímoron

El momento de la explosión del cohete
El momento de la explosión de otro cohete no relacionado con Peregrine Mission One, pero que también fue presentado como "un éxito"larazon

Vivimos la era dorada de la exploración espacial. Y no solo por cuánto ha avanzado la tecnología, sino por lo exitosa que está siendo. Hace años que no fracasa ninguna misión. Todas son un éxito, un triunfo, una oportunidad para aprender más… O, al menos, eso es lo que nos dicen las agencias espaciales y sus nuevas compañeras privadas. Cada lanzamiento es una victoria, ocurra lo que ocurra. Cuando explotó el Starship en abril del año pasado, Space X lo presentó como un triunfo, porque hasta que reventó todo iba genial. Lo mismo ocurrió cuando, meses después, perdieron un segundo Starship pocos minutos después del lanzamiento. Según ellos, el despegue en sí había funcionado. ¿Acaso importaba que no hubiera completado el vuelo? En sus propias palabras, aquello no fue una explosión, fue un “desmontaje no programado”.

Algo similar ocurrió con el famoso cohete Miura 1, de la empresa española PLD Space, que en su primer lanzamiento abortó el despegue porque no había soltado a tiempo los umbilicales que lo unían a la plataforma de lanzamiento. Y, cuando lo volvieron a intentar y no pudieron recuperar el cohete del Atlántico, el comunicado oficial clamó de nuevo “victoria”. En el primer caso la empresa insistió en que, hasta ese momento, todos los puntos clave del despegue habían ido a la perfección y, las cosas como son, eso tiene un mérito enorme. En el segundo caso, reenfocaron el objetivo de la misión, que ya no era tanto demostrar que el cohete era reutilizable tras su recuperación: una vez más, y en retrospectiva, lo crucial era el lanzamiento en sí. Y en parte tienen razón, porque se enfrentan a retos descomunales y obtienen buenos resultados, pero llamarles éxitos es algo torticero e, incluso, peligroso.

La neolengua del éxito

Las empresas privadas son empresas, se dediquen a lo que se dediquen. Y eso no es malo, pero significa que los beneficios son absolutamente prioritarios. Y no porque estén lideradas por gestores sin corazón y con símbolos del dólar por pupilas. Se debe a que, si no dan beneficios, quiebran, deteniendo parte del avance tecnológicox y obliterando cientos o miles de puestos de trabajo. En este contexto de competición feroz, las empresas tienen que vender su producto y el coste de lanzar un cohete es absolutamente abrumador. No se pueden permitir la mala prensa de un fracaso. Los inversores les juzgan por sus actos, y, para sobrevivir, tienen que edulcorar los errores y la mala fortuna. No podemos criticarles demasiado por ello, pero la prensa está aquí para pasar esas lisonjas por el tamiz del rigor.

El deber de los medios es filtrar esas afirmaciones elogiosas que hacen las empresas aeroespaciales sobre sus propios desastres y, desde una posición tan imparcial como sea posible, darles a los hechos los nombres que merecen. Durante el último año de titulares hemos vivido muchos éxitos aeroespaciales que deberíamos tratar, en realidad, con calificativos más oscuros. Porque sí, todos ellos tienen un gran mérito, pero, precisamente, para poder poner en valor el trabajo bien hecho, tendremos que señalar dónde están los puntos débiles. Está desapareciendo la tolerancia al fracaso a medida que lo perdemos de vista en los titulares. Si todo es un éxito… ¿qué ocurrirá cuando vendamos un lanzamiento como el fracaso que fue? Es de esperar que, por contraste, seamos mucho más críticos y menos tolerantes con los errores que pudieran haber cometido. Errores humanos o no, pero que, en realidad, son una parte inseparable de cualquier empresa tecnológica tan ambiciosa como lo es la exploración espacial.

Peregrine Mission One

Y qué mejor ejemplo de todo esto que el lanzamiento que tuvo lugar este lunes día 8. La empresa privada protagonista, Astrobotic, en colaboración con la NASA y otras agencias espaciales, hizo despegar desde Cabo Cañaveral (EE. UU.) un cohete Vulcan Centaur. En su interior viaja el aterrizador lunar de Peregrine Mission One. Todo ello como parte del programa con el que la NASA quiere subcontratar parte de la exploración espacial a empresas privadas. Pues bien, los medios han presentado la misión como un éxito y, nadie podría imaginar que, tras ese titular, se encuentra la historia de un cohete que posiblemente se pierda en el espacio antes de llegar a su objetivo.

A las pocas horas del lanzamiento, la misión perdió su orientación respecto al Sol, dejando a la sombra sus paneles solares, los cuales son indispensables para garantizar su suministro energético. Poco después perdieron la señal y, aunque la recuperaron y los paneles volvieron a alinearse, el fallo en los propulsores causó una pérdida importante de combustible y, ahora mismo, la prioridad es “acercarlo a la Luna tanto como podamos antes de que pierda la habilidad para mantener su orientación respecto al Sol y, por lo tanto, vaya perdiendo potencia”. La empresa estima que tienen unas 59 horas desde el despegue, algo menos de 3 días cuando, según sus cálculos iniciales, necesitarían 12 días para poner la misión en la órbita Lunar. Podemos reconocer todos los méritos de este proyecto, que son muchos y muy complejos, pero llamarle “éxito” es el mejor de los ejemplos de esta ceguera acrítica que estamos viviendo en la comunicación aeroespacial.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • Nadie pretende quitar mérito a las agencias espaciales ni a las empresas privadas. Sus logros son brillantes y se deben al trabajo duro de algunas de las mentes más afiladas de nuestra época. Lo que queremos con esta reflexión es, precisamente, lo contrario. Poner en valor sus éxitos resaltando los fracasos, que también los hay, y que ameritan las victorias porque nos recuerdan que los expertos se enfrentan a problemas teóricos complejísimos y a contingencias inesperadas e inesperables. Tal vez debamos hacer un doble trabajo. Por un lado, aceptar que por romántica e inspiradora que sea la exploración espacial, también tiene sus chapucillas. Y, en segundo lugar, darnos cuenta de que un fracaso no justifica ninguna lapidación. No es un crimen. No les hace merecedores de nuestro desprecio. Normalizar el error es la única forma de superarlo sin dejarnos la salud mental por el camino.

REFERENCIAS (MLA):

  • VideoFromSpace. "NASA's Perseverance Rover Successfully Lands on Mars". VideoFromSpace, 18 de febrero de 2021.
  • National Aeronautics and Space Administration. "Peregrine Mission 1." National Space Science Data Center (NSSDC).
  • Astrobotic. "Lunar Delivery Manifest." Astrobotic, [Fecha de acceso]. URL: https://www.astrobotic.com/lunar-delivery/manifest/.