Cine
Cats: “Cuidado, este filme araña, y mucho
Director: Tom Hooper. Guion: Lee Hall, T. Hooper (obra de Andrew Lloyd Webber) Intérpretes: Francesca Hayward, Jennifer Hudson, Judi Dench, Taylor Swift. G. B., 2019. Duración: 110 minutos. Musical.
Debo confesar que no he visto el famosísimo musical de Broadway basado en la obra de Lloyd Webber e inspirado en una colección de poemas de T. S. Eliot, pero, tras contemplar su adaptación cinematográfica, y por si las moscas, añadiré que ya ni harta de vino por muy bueno que sea. Qué miedito. La historia, de entrada, resulta delirante: en el basurero de los gatos llamados Jélicos (qué grima provoca la extrema y estrambótica digitalización de los actores y actrices para que simulen mininos), deberán decidir como cada año cuál ascenderá a una nueva vida más allá del horizonte. Y, por eso, deben batirse el cobre cantando, bailando (a saber cuánto hay de ordenador y de esfuerzo personal del intérprete en estos), meneando furiosos durante todo el metraje las colas y haciendo en no pocas ocasiones el tonto. Así, conoceremos a Victoria (Francesca Hayward), Old Deuteronomy (Judi Dench, que más parece el León miedoso de «El mago de Oz»), quien es la que elige quién será el ganador, Grizabella (Jennifer Hudson), Gus (Ian McKellen), Bombalurina (Taylor Swift)... Inenarrable. Además del caótico, del llevado y traído montaje que ya cambió Tom Hooper (me pregunto, aunque tampoco fueran para tirar cohetes, cómo ha terminado el realizador de «El discurso del rey» y «la chica danesa» plasmando su firma en una cinta así) sobre la marcha, y aunque hay varios grandes temas incluidos en la obra, ni siquiera oir la emocionante «Memory» que hizo suyo para siempre Streisand puede salvar la debacle, que se trate de un producto rarísimo (a saber las razones por las que algunos personajes llevan zapatillas y otros maúllan descalzos...), aburrido, desmadrado y oscurísimo (literalmente hablando: la copia que al menos vimos nosotros en el pase para la Prensa era como borrosa). Incluso puede acabar convertida en título de culto entre esos frikis amantes de la imperfección grosera, quién sabe. Y luego me dicen que por qué prefiero a los perros...
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