Investigación
¿Por qué tenemos más pesadillas durante la pandemia?
Los malos sueños han aumentado un 21 por ciento en estos meses desde la llegada del nuevo coronavirus
Un grupo de gente descontrolada que se acerca, te rodea y te “tose” para contagiarte el coronavirus, o el impulso irrefrenable de vestirte de negro e ir a quemar la documentación y las camas del hospital en el que trabajas, son dos ejemplos del aumento de pesadillas recurrentes, que han aumentado un 21 por ciento durante la pandemia,
La covid-19 ha traído una época en la que la ansiedad y el miedo “campan a sus anchas” en nuestros sueños, donde no están sometidos a la lógica y lo racional, por lo que los especialistas en psicología están viendo un aumento en sus consultas de pacientes que narran un patrón de recurrencia en los sueños vinculados a la crisis de la Covid-19.
Los psicólogos valencianos Enric Valls, Nika Vázquez Seguí y Gracia Vinagre explican las claves de esta tendencia y ofrecen herramientas para contribuir a una higiene del sueño e intentar comprender estas pesadillas.
Vázquez Seguí, que ha apreciado ese aumento sustancial de las pesadillas relacionadas con el coronavirus, sostiene que “el 45 por ciento de la sociedad refiere que duerme un 45 por ciento peor que antes del inicio de la pandemia”.
Por su parte, Enric Valls explica que estos sueños no placenteros se producen debido a un cambio de hábitos y conductas y en el trabajo, la falta de ocio, la incertidumbre, la mala gestión emocional y la poca cultura de expresar emociones y angustias.
Gracia Vinagre indica que del inconsciente nos llegan los estímulos que memorizamos sin darnos cuenta, pero que pasan “a nuestro registro” y durante el sueño, “sin la lógica y lo racional, sin el control de nuestros pensamientos, estos sentimientos campan a sus anchas”.
Y añade que “como la pandemia gira en torno al miedo, en torno a cosas instintivas de supervivencia pura y dura, hay más posibilidades de que se nos quede grabado, porque son sensaciones estresantes y traumáticas” y, a la hora de ir a dormir, “salen las emociones que no somos conscientes que vivimos con esa intensidad”.
Para Vinagre, hasta la llegada de este virus vivíamos en una sociedad occidental acomodada, con las necesidades básicas cubiertas, lo que nos daba seguridad, e incluso “culturalmente hemos vivido la muerte como algo que no nos pasa a nosotros”.
Y ahora, esa creencia de “falsa inmortalidad” se ha desmontado con la llegada de un virus que “se materializa en enfermedad grave y muerte” y “no tenemos mecanismos para manejar las emociones y ese miedo irracional”. Un miedo que llega justamente cuando nuestro inconsciente se manifiesta en las horas de sueño.
Valls explica que ante esta situación emocional marcada por el estrés, la ansiedad y la incertidumbre, que muchas veces es límite, el sueño “es un reseteo”, una “calibración de nuestros miedos para prepararnos ante los peligros”.
Así, añade en este sentido, un sueño muy recurrente es aquel en que “me persiguen o estoy huyendo de alguien”, lo que es señal de que “hay que afrontar algo” y que no depende todo de uno mismo, sino que dependemos de los demás, algo que ocurre en la pandemia, ya que no solo depende nuestra supervivencia de nuestro comportamiento, sino de cómo los que nos rodean cumplen o no las normas.
El psicólogo valenciano cuenta la experiencia de dos de sus pacientes. El primero de ellos, al que se refiere como Jaime, es un estudiante de Arquitectura de 19 años de edad que sueña de manera repetitiva que va “a comprar material para la universidad a la papelería, y allí empieza a ver a gente -caras familiares pero que no logra concretar- que se acercan y le avasallan, rodean y tosen queriendo contagiarle; él intenta saltar por encima de la masa humana, pero no puede, y le invade una sensación de ahogo, de enterrarse bajo el mar, como un apocalipsis, y se contagiaba y se iba esfumando”.
Otro caso es el de Patricia, una enfermera de 39 años con 3 hijos que explica que en su sueño se viste de negro por completo, coge el coche y pone rumbo al trabajo “con la intención de prender fuego a todo, quemar todo, todas las camillas, el papeleo de las consultas, durante varias horas y sin que hubiera personas ni guardias de seguridad”.
Vázquez Seguí explica que otras pesadillas frecuentes son la de salir a la calle sin mascarilla, no poder respirar, sentir que te vas a quedar solo o aislado -y que me voy a morir porque estoy solo-, y, la más habitual, la pérdida del trabajo.
Para comprender y prevenir estas pesadillas y sueños desagradables los tres expertos aconsejan no estar “hiperconectados” a la actualidad de la pandemia, especialmente en las horas de la tarde y la noche.
También recomiendan leer o hacer alguna actividad diferente antes de ir a dormir y no mirar pantallas y, al despertarnos, anotar esos sueños para tratar de comprenderlos y ver dónde está el origen de nuestra preocupación, así como compartirlos con las personas más cercanas, porque al verbalizarlo y hacer partícipes a otros aliviamos esa presión y estrés.
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