
Las vacaciones del presidente
EXCLUSIVA | Pedro Sánchez extrema su protección: 40 agentes y cordón de 400 metros
LA RAZÓN accede al dispositivo del presidente en vacaciones. El Grupo de Reserva y Seguridad de la Guardia Civil, unidad de élite, ha sido movilizado. Prevén hasta cortar calles para frenar abucheos o protestas

Pedro Sánchez está a punto de empezar sus vacaciones. El presidente del Gobierno repite destino: Lanzarote. La Residencia Real de La Mareta, gestionada por el organismo público Patrimonio Nacional, ya está lista para alojar al jefe del Ejecutivo, que llegará en los próximos días. Y este año, según ha sabido LA RAZÓN, el despliegue de seguridad es máximo. El más grande de su etapa como presidente.
El Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil, una unidad de élite con bases en ocho provincias, está movilizado para salvaguardar la integridad del inquilino de La Moncloa. Las fuentes consultadas explican que el protocolo que protegerá al presidente ha sido reforzado para evitar cualquier incidente.
Este grupo del Instituto Armado acostumbra a realizar funciones de protección y seguridad a altas autoridades nacionales e internacionales. Por ejemplo, durante las cumbres políticas o las visitas de mandatarios extranjeros. Ahora, el presidente recurre a él para preservar sus días de descanso. El Grupo 1, con base en Valdemoro (Madrid), ha sido incluso movilizado para atender sus desplazamientos institucionales y para las vacaciones. «Eso implica un mínimo de 40 personas en el operativo», explica una fuente al tanto de la seguridad del palacio presidencial.
Los anillos de seguridad, según el relato de estas fuentes, se han ampliado de 200 a 400 metros. Incluso «ya se ha establecido por sistema la opción de cortar calles» si fuera necesario en colaboración con las unidades locales de policía y la unidad de Tráfico de la Guardia Civil.
Falcon, escoltas, francotiradores...
Cuando el presidente sale de Moncloa se despliega un operativo coordinado con todas las Fuerzas de Seguridad del Estado (también las policías autonómicas). Estos dispositivos incluyen escoltas motorizados, vehículos blindados, personal encubierto, francotiradores y un análisis previo del terreno para abortar posibles vulnerabilidades.
Todo depende del Departamento de Seguridad de la Presidencia del Gobierno. Los desplazamientos aéreos suelen realizarse en el Falcon 900B o el helicóptero Super Puma, ambos equipados con tecnología de seguridad avanzada.
Ya sobre el terreno, Sánchez se desplaza en un convoy compuesto por varios vehículos, incluido un coche oficial blindado de alta gama (generalmente un Audi A8 Security o similar), a prueba de balas, explosivos y ataques químicos. Toda medida es poca para garantizar que el presidente no vuelva a revivir una pesadilla. Si hay un día que el líder socialista recordará siempre es el 3 de noviembre de 2024.

Ese día se desplazó a Paiporta (Valencia) para visitar, junto a los Reyes, a los afectados por la DANA que arrasó el levante y segó la vida de más de 200 personas en una de las peores inundaciones que se recuerdan. La tensión, en ese momento, era máxima. Los ciudadanos estaban indignados por la reacción tardía de las autoridades, a las que culparon directamente de la tragedia y señalaron por su incompetencia. Al final, se desató la violencia.
El estallido sumió a Felipe VI, a la reina Letizia, al propio Sánchez y al presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón (PP), en el caos. Una lluvia de gritos, barro e insultos se cebó con ellos.
Paiporta dejó huella en Pedro Sánchez
El equipo de seguridad del presidente no se lo pensó dos veces cuando vio correr peligro su integridad. El equipo de escoltas, en cuanto la situación se descontroló, activó el protocolo de seguridad y lo trasladó al puesto de mando avanzado, desde donde culpó del episodio a organizaciones de extrema derecha.
Esa fue, precisamente, la línea argumental del PSOE y del Gobierno después del episodio que se puso a investigar el juzgado de Torrent (Valencia). Las fuentes consultadas explican que Sánchez se cabreó mucho ese día y pidió que, cuando investigaran los hechos de Paiporta, se hiciera cargo de la investigación una unidad especializada en terrorismo por haber sido violentado en tanto en cuanto ostenta la Presidencia del Gobierno. Por cierto, la investigación desechó la tesis gubernamental de que detrás de los incidentes estaba la extrema derecha.
Los Reyes también fueron increpados y, pese a las peticiones de su equipo de seguridad de abandonar la zona, ambos decidieron quedarse para escuchar a los ciudadanos e intentar consolarlos y escucharlos. Mazón también se quedó y acompañó al jefe del Estado. Aquella visita no estuvo exenta de fricciones entre Presidencia y Zarzuela.
Moncloa consideraba que no era oportuna en ese momento, precisamente, por el elevado nivel de crispación de la calle. Pero el Rey era consciente de que debía estar cerca de los ciudadanos tras la catástrofe natural más importante de las últimas décadas.
En cualquier caso, que el presidente del Gobierno no tiene la mejor imagen de la política española no es ningún secreto a voces. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) lo confirma. Es el líder político, tras Santiago Abascal, que más ciudadanos sitúan en el extremo más bajo de valoración.
Un presidente que "polariza"
El núcleo duro de Moncloa admite que el presidente del Gobierno «polariza». Y a su equipo no le queda más remedio que utilizar esa aparente debilidad a su favor. El análisis que hacen las fuentes consultadas en el Gobierno es que, si Sánchez despierta el odio visceral de los ultras, eso puede movilizar a los progresistas. Esta tendencia de la proyección pública del presidente, no obstante, no es nueva. Ya antes de las elecciones generales del 23-J, el equipo de comunicación y estrategia del líder socialista decidió cortar su campaña de conexión con los ciudadanos por temor a los silbidos y abucheos que pudieran perjudicar su imagen antes de que se abrieran las urnas.
Sánchez, en verdad, ha soportado en numerosas ocasiones la ira de buena parte de los españoles. Por eso Moncloa decidió que ya no era buena idea seguir vistiendo al presidente con las cualidades humanas que hacen caer bien a una persona. En plata: con un traje de empatía y nada de ideología. La tesis de algunos expertos en comunicación política es que los ciudadanos llegan a la oferta electoral con demanda de emociones que deben ser cubiertas.
Ese es el motivo por el que cotiza al alza un perfil que toque el corazón; algo que el presidente tiene casi imposible tras siete años de desgaste. Fue el hoy ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, durante su etapa al frente del gabinete de Presidencia, quien propició todo tipo de actos convenientemente grabados: visitas al cine, al teatro, partidas de petanca, de baloncesto y paseos en bicicleta. Pero eso ya es historia. Sánchez está encerrado. La seguridad le protege.
Por cierto, el presidente no estará solo este año en la isla. También se espera la llegada del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska y del presidente de la Generalitat, Salvador Illa.
Esta coincidencia no es casual: la isla se ha consolidado como un punto de encuentro habitual para miembros del Gobierno durante el periodo estival. Fuera de la agenda oficial, en otros veranos al presidente se le ha visto paseando por el norte de la isla, en el mercadillo artesanal de Haría, un lugar lleno de vida y cultura, que se celebra cada sábado por la mañana desde su inauguración en 2001.
Una unidad de élite con más de tres décadas
Los GRS se crearon en 1988 para que la Guardia Civil dispusiera de una unidad de élite que se encargara de gestionar situaciones de emergencia como catástrofes, huelgas o manifestaciones. Aunque también tiene asignada la protección de altas personalidades del Estado y mandatarios internacionales.
Esta unidad actúa en todo el territorio. Hay alrededor de 1.800 agentes desplegados de manera estratégica por toda España, aunque sus bases están repartidas por siete provincias (Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza, León, Pontevedra) y en las Islas Canarias.

Su emplazamiento responde a que se trata de zonas susceptibles de albergar más altercados y por ser nodos de proximidad a otras regiones del país. Los agentes se someten a una formación rigurosa que incluye, entre otras prácticas, el entrenamiento de técnicas de tiro, protección de personas, control de masas e intervención operativa.
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