Entrevista

«La mayoría de las personas que se suicidan había dado señales, por eso hay que saber reconocerlas»

La periodista María de Quesada es autora de “La Niña Amarilla” y reclama “un teléfono como el de la violencia de género, público y estatal, para la prevención del suicidio”

La periodista María de Quesada, autora del libro "La Niña Amarilla"
La periodista María de Quesada, autora del libro "La Niña Amarilla"Fran de Sousa (Fran de Sousa

“La Niña Amarilla” no es un relato sobre la muerte, más bien todo lo contrario. A pesar de ser historias de personas que han intentado quitarse la vida, cada uno de los relatos que componen este libro infundan unas enormes ganas de vivir, transmiten un amor increíble por la vida, ese amor que hace que, hasta en la noche más oscura del alma, el ser humano decida finalmente quedarse. Por desgracia no todas las historias tienen un final feliz, pero podrían llegar a tenerlo. María de Quesada se dio cuenta hace cuatro años de que debía contar su historia. Fue cuando escuchó a uno de sus compañeros de yoga en Rochester (EEUU), explicar que había intentado quitarse la vida. Soñó con un libro amarillo y con una niña, ella. Soñó que su historia tenía que dar voz a la de muchas otras personas que, como ella, llevaban años escondiendo su dolor. De ese sueño nació este libro, que es solo el principio de lo mucho que queda por hacer.

- María, ¿cómo fue el proceso desde que te das cuenta de que lo tienes que contar, hasta el nacimiento de “La Niña Amarilla”?

-Fue al regresar de EEUU cuando empecé a contarlo, primero a mi marido, luego a una amiga, después a otro grupo de amigas... personas cercanas, a las que quiero, y que quería que lo supieran, no quería seguir escondiendo esa parte de mi. Durante 2018 y 2019 hablé con todas las personas de mi alrededor, y cuando llegamos al confinamiento yo ya tenía claro que iba a plasmar mi historia en un libro y que iba a haber más historias de otras personas. Lo que me llevó a escribir el libro fue el darme cuenta de que esto era más grande que yo. Hay tantos intentos de suicido tapados, tanto sufrimiento tapado, que por eso pensé que había que sacarlo y compartirlo. Finalmente en mayo de 2020 cree la página web y todo empezó a crecer.

- ¿Qué es lo que más te ha costado en todo el proceso de escribir el libro?

- Contar las historias desde el lugar de la persona, no desde el mío. El tener que verme yo en esa situación para intentar expresarla desde ese lugar, pero con amor. Muchas historias venían en un lenguaje muy detallado.. detalles que no aportaban y que luego a esa misma persona cuando lo leyera le podía doler. Lo metí en una licuadora de amor. Quería que las personas al leer sus historias se sintieran orgullosas de sí mismas.

- ¿Hay algo en común entre las personas que intentan suicidarse?

- El único rasgo en común que veo es la falta de autoestima. En algunos casos es muy obvio de dónde viene, y hay otras historias en las que no lo sabes, que igual la persona tampoco lo sabe. Creo que tirando de ese hilo es de donde viene la autodestrucción. Cuando no hay amor hacia ti, hay voluntad de hacerte daño y te lo puedes hacer de muchas maneras, no solamente intentando suicidarte, sino intentando desaparecer de otras formas. Dejando de comer, comiendo demasiado, autolesionándote, bebiendo, drogándote... hay un montón de maneras de autodestruirte que te van dando señales de que vas hacia ese hoyo.

- ¿Hay momentos de la vida en los que tengamos que poner especial atención ante una posible depresión, un mal momento?

- Muchas historias se producen durante la adolescencia. Por eso tenemos que cuidar a nuestros niños cuando son pequeños para que crezcan con una autoestima fuerte y sabiendo que cuentan, que son necesarios, y que es importante que se quieran. Entre las historias de “La Niña Amarilla” hay niños que han tenido que hacer de madres, otros que han sufrido abusos, maltratos... La reconstrucción necesita de mucha ayuda, mucha terapia y mucho acompañamiento.

- ¿Hay señales de alerta que nos pongan en guardia para saber que está pasando algo?

- Sí, la mayoría de las personas que se suicidan había dado señales. El tema es que hay que conocerlas, estar con la escucha muy abierta, pero las hay. Entre ellas están los cambios de comportamiento, de actitud, si una persona deja de hablar, se encierra en su habitación, aumenta el consumo de sustancias o inicia el consumo... incluso verbalizar que estás harto de la vida... Cuando alguien de nuestro entorno nos dice algo así, solemos contestar cosas como «venga va, que no tienes ningún problema, en África la gente se muere de hambre», y cosas por el estilo, y eso hace mucho daño, porque la persona está sufriendo y encima se siente mal por sufrir. Siempre que una persona haga este tipo de comentarios, hay que escuchar y ver cómo la podemos ayudar. Hay un montón de páginas web acerca de ellas, incluso la OMS habla de ellas.

- ¿Hasta que punto es cierto que cuando una persona tiene la decisión tomada lo va conseguir tarde o temprano?

- No, en ese espacio entre el pensamiento, la ideación y la acción, hay un montón de cosas que podemos hacer. Habrá casos aislados, en los que a la persona se le ocurre y lo hace, pero en la gran mayoría de casos no es una cosa de un día para otro. Y en todo ese espacio es donde podemos actuar.

- ¿Existen suficientes recursos en la sanidad para prestar esa ayuda?

- Recursos no tenemos, con los psicólogos y los psiquiatras que tenemos hoy en día, estamos a un tercio de los países europeos. El tema es cómo podemos prevenir llegar hasta ahí. No volcarnos solamente en los recursos sino empezar desde cero, en los colegios, en la gestión de emociones, en avisar a las familias de que el suicidio existe, avisar a los institutos de que pueden tener casos, formar al profesorado, formar en las universidades, dar charlas, dar cursos, hablarlo. Si no creamos ese espacio, nos van a seguir llegando niños que se van a convertir en jóvenes que se van a querer suicidar. Si trabajamos en la prevención tendremos un sociedad mucho mejor, y personas que tengan herramientas para gestionar sus emociones.

¿Hay que dirigirse de una forma distinta a los jóvenes, por ejemplo a través de las redes sociales?

- Sí, a mi me ha pasado, me han escrito por redes sociales. Necesitamos un teléfono como el de la violencia de género (016), de tres cifras, público y estatal, de prevención del suicidio. De hecho se ha hecho una propuesta que es que el 016 sea para violencia de género y prevención del suicidio. Es verdad que los jóvenes necesitan otra vía. Mucha gente tiene tanta vergüenza y tanto miedo que no quiere hablar, prefiere escribir. Quieren ayuda porque saben que la necesitan, pero pedirla es un paso que cuesta mucho. Mueren 17 veces más personas por suicido que a causa de la violencia de género, y el triple que por accidente de tráfico. Queremos que la gente sepa que el suicido existe, que cada año se mueren 3.700 personas en España por suicido, es una cosa que a los políticos no les ha interesado, y ellos no saben el coste humano y económico que supone el suicido. No sé cuántas muertes más tiene que haber para que esta gente se dé cuenta que hay que invertir y que es ridículo que pidas una cita con el psicólogo y te la den para dentro de un mes y medio o dos meses.

- ¿Qué le dirías a una persona que esté atravesando un momento de oscuridad, con ese tipo de pensamientos?

- -Que no tenga miedo, que es algo que le pasa a mucha gente, y tiene que pedir ayuda, solo es muy difícil. Que haga una lista de personas a las que se lo pueda contar, siempre hay alguien, aunque no sea quien creemos. Y luego que piense en las personas que se quedan y le quieren, va a ser un duelo de por vida.

- Uno de los relatos de “La Niña Amarilla” cuenta un intento de suicidio de una mujer tras ser madre, es muy impactante.

- Sí, “La Niña Amarilla” es un libro de tabús. Porque aparte de sobre el suicidio, habla sobre la violencia de género, la depresión postparto, los trastornos alimentarios... Muchos de los tabús de la sociedad.

- ¿Cómo crees que marca haber tenido una experiencia de este tipo?

- Creo que el haber tenido experiencias relacionadas con la depresión, la ansiedad, te da más herramientas. Yo ahora estoy muy tranquila en muchas cosas, no es que me haya ayudado, es que me ha transformado como persona, y lo acepto y se lo acepto a las otras personas. Al que no ha vivido una depresión le cuesta mucho más entenderlo, pero cuando lo has vivido, puedes acompañar a otras personas. Es nuestra responsabilidad convertirnos en abanderadas de la vulnerabilidad. No pasa nada por llorar. La vulnerabilidad nos hace más humanos, el que yo me permita mostrar mis emociones le da espacio al de al lado para hacerlo también.

- ¿Cómo tenemos que hablar en los medios de comunicación sobre el suicidio para hacerlo bien?

- Hay un libro estupendo que se llama “Hablemos del suicidio en los medios de comunicación” de Gabriel González, que es un manual que recoge las recomendaciones de la OMS, las desarrolla y además te da pautas. No es tan difícil revisar, cuando vas a dar una noticia sobre el suicidio, para que, por lo menos, no provoques más muertes. Lo básico es que un suicidio solamente se comunica cuando es de una persona conocida, cuando sucede en un lugar público, o si se relaciona con un problema social, como el acoso escolar o la violencia de género, pero no unirlo directamente, porque el suicidio siempre es multicausal. Además, es importante no contar cómo ha sido, porque son datos que no aportan nada y que hacen mucho daño a la familia. Hay que hablar de las señales de alarma, líneas de ayuda, cómo superar una depresión. Darlo desde el lugar de la prevención, y no dando datos dañinos para la familia y sensacionalistas. También es importante informar a lo largo de todo el año, no porque te llegue una nota de prensa o porque sea el Día de la Prevención del Suicidio.

- El libro es solo el principio, ¿qué más vais a hacer desde “La Niña Amarilla”?- La asociación es un paraguas del libro, que lo que quiere es dar talleres, formaciones, participar en charlas, coloquios,... ya hemos hecho un taller en La Unió de Periodistes, un taller de prevención del suicidio que se ha vendido a los Ayuntamientos. El dinero que yo ingreso de estos cursos va a la asociación, el dinero del libro también, y con ese presupuesto queremos montar otros cursos y formaciones, participar en foros en colegios y Universidades. Los profesores pueden ser agentes de prevención. En las Universidades tiene que haber gabinete psicológico y no tienen, hay mucho que hacer.

Teléfonos de ayuda para la prevención del suicidio: Teléfono de la Esperanza (717-003-717), Emergencias (112), Teléfono Asociación Barandilla (91-138-53-85).