Política
A por la revolución fiscal
Al presidente Puig se le olvida la necesidad básica de que todos los ciudadanos dispongan de recursos para sacar adelante sus proyectos
No tenemos un gobierno que piense en los valencianos y valencianas. Desgraciadamente. Un año más, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, pasó por encima de las necesidades de los ciudadanos en el debate sobre el Estado de la Comunitat. Tras hora y media de intervención, más las réplicas a todos los grupos de la Cámara no se le escuchó ni una sola medida que vaya a ir destinada a reactivar a la sociedad tras la pandemia y la catastrófica gestión económica que, desde el Consell, se ha hecho de ella.
Al presidente, igual que a todo su Gobierno, se le olvida la necesidad básica de que todos los ciudadanos dispongan de recursos para sacar adelante sus proyectos, ya sean personales o profesionales. Para esto, solo hay un camino que los gobiernos de la izquierda siempre han evitado: una reforma fiscal a la baja que beneficie a los ciudadanos y a sus economías domésticas.
Las únicas modificaciones que se han ido llevando a cabo en las sucesivas etapas de gobierno de los socialistas han sido para aumentar la recaudación con subidas, indiscriminadas e injustificadas, de tipos impositivos que solo pretenden engordar las arcas públicas mientras merman las de las familias.
Parece que, después de tantos años de gobierno, no han llegado aún a entender que una rebaja fiscal no tiene porqué significar una recaudación más baja. La ecuación es muy simple: cuando los ciudadanos disponen de más recursos, aumentan su consumo. Al aumentar su consumo, aumenta el empleo puesto que las empresas necesitan más personal. Pero también, al aumentar el consumo, la recaudación por impuestos indirectos crece, igual que, al aumentar el empleo, suben los ingresos por IRPF. Todo ello permite que la Administración no vea reducidos sus ingresos, al tiempo que los ciudadanos ven mejorar su calidad de vida.
Frente a esta realidad, de una izquierda con una política tributaria de impuestos siempre crecientes, encontramos repetidas actuaciones de gobiernos locales del Partido Popular que reducen sus tipos impositivos en favor de las rentas ciudadanas. Y encontramos, además, propuestas tanto del presidente regional, Carlos Mazón, como de nuestro presidente nacional, Pablo Casado, de reformas tributarias de calado que favorezcan que el dinero de los ciudadanos quede en los bolsillos de los ciudadanos.
No podemos centrarnos en recaudar más a los mismos de siempre. Si se consigue aumentar el número de contribuyentes, podremos permitirnos que cada uno pague menos consiguiendo, entre todos, recaudar más. No es un milagro. Es pura aritmética, sencilla de realizar y de entender, a poco que la izquierda tuviese ganas de trabajar en un escenario económico alcista.
Nunca lo han hecho, y han demostrado, ya en repetidas ocasiones, que no lo saben hacer. No hay más que ver el país, o la Comunitat, que heredan y la que dejan cuando salen del gobierno. Recesión, crisis y desempleo son sinónimos perfectos para cualquier etapa de gobierno de la izquierda. No hay más que oír los compromisos que el presidente Ximo Puig asumió en el debate sobre el estado de la Comunitat: los mismos que esgrimía, hace ya siete años, para llegar al gobierno del Palau.
Frente a esto, la seriedad de las propuestas del Partido Popular, similares a las que sirvieron a los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy para sacarnos de las crisis en que nos habían sumido González y Rodríguez Zapatero: más empresa, más consumo y más empleo. No se puede gobernar un país dando la espalda a los empleadores, reduciendo el número de empresas y aumentando las listas del desempleo. No podemos vivir en un país de subvenciones y subsidios, sino en un país que genera renta porque genera oportunidades para todos.
Activar la actividad económica es un pilar básico para consolidar una sociedad en pleno avance. La izquierda nunca lo ha entendido, pero una mejor fiscalidad es la base para una sociedad en pleno crecimiento. El Partido Popular seguirá siempre en contra de quien alimente la política de la destrucción económica, ofreciendo alternativas y propuestas que favorezcan el bienestar de nuestros ciudadanos, que serán siempre nuestro estandarte, como ya lo son en cada uno de los municipios en que gobernamos.
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