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Gastronomía

En el nombre de la alcachofa, demasiado corazón

Querencia culinaria al servicio de la hegemonía de la huerta de proximidad

La recalificación de la alcachofa como hortaliza de lujo no conoce ya límites La Razón

Llegado el mes de febrero el corazón de la alcachofa es materia sensible. Su consumo es plenamente hegemónico y tras el anticiclón gustativo “postnavideño” regresa la atención a lo esencial y el rechazo a lo superfluo. Porque la gastronomía también ha de ser sostenible y saludable, el consumo de nuestra protagonista se percibe como un arte que hay que cultivar.

Caminamos hacia su reencuentro. La alcachofa goza de audiencias culinarias inmensas en los menús invernales. La edad de oro de la gran dama de la huerta vuelve a escena. Todas las apuestas se confirman mientras sube al escenario gustativo como hortaliza principal para recoger su galardón anual como verdura intérprete. En boca de todos desata el fervorín de proclamas y manifiestos. La inercia restauradora y las tradiciones son muros que pocos se pueden saltar mientras la alcachofa vuelve a gobernar en todas las mesas. Hortaliza de culto, familiarizada con la cocina tradicional y vanguardista de igual manera, su presencia se convierte en norma.

En un mundo gastronómico continuamente polarizado, la alcachofa logra ser querida y respetada, en su interminable recetario, por paladares de todos los gustos y condiciones. No se trata de un innecesario sibaritismo, su presencia es un evento clave en el ecosistema gastronómico invernal. Hortaliza de referencia entre platos exclusivos y cotidianos, la alcachofa apuesta por un “look” gustativo cómodo y versátil. Verdura comprometida y entregada donde su sombra creativa es muy alargada. A estas alturas ya no es necesario confirmar que sabe ganarse el respeto de cocineros y comensales.

Su consumo gana peso mientras incrementa su poder saludable. La movilización es de obligado cumplimiento ante los destellos de inquietud que provoca la posibilidad de que nuestra amada alcachofa pase a ser un producto de lujo. Reivindiquemos su carisma sin ensimismarnos en el aura “gourmet” que alcanza en determinados establecimientos.

Querencia culinaria al servicio de la hegemonía de la huerta de proximidad. Hacedora de platos con matices, verdura reversible, de extremos carnosos comestibles y corazón deseado. La recalificación de la alcachofa como hortaliza de lujo no conoce ya límites. Gracias a los trabajos de deconstrucción sus dos ejes discurren entre el corazón y los extremos carnosos de los tallos. La alcachofa pasa de la generosidad coronaria al detalle de las hojas sin perder, en ningún caso, sus nociones de grandiosidad culinaria.

Hortaliza de ensueño que emerge todos los inviernos mientras se presta a desatar pasiones e incendiar los paladares de miles de admiradores. Su presencia es evidente en la selecta minoría de verduras que ha nacido para formar parte del Olimpo reservado a piezas dignas de los mejores menús. Es fácil entender el enamoramiento por la alcachofa si se comprende cuál es su atractivo: desde el corazón de alcachofa a la brasa, hasta el arroz con... pasando por el acompañamiento solidario de mariscos, carnes y pescados, sin olvidar los singulares postres que invitan a la sorpresa.

Querencia culinaria al servicio de la hegemonía de la huerta de proximidad. La Razón

La alcachofa pasa de la generosidad coronaria al detalle de las hojas sin perder, en ningún caso, sus nociones de grandiosidad culinaria. Es difícil encontrar una verdura que concite tanta empatía universal como reflejo de esa ambivalencia gustativa y saludable. Hay que asombrarse, y mucho, ante esta definitiva muestra de poder mediático de nuestra protagonista. Basta con que nuestra admirada protagonista asome la cabeza para hacer hace posibles maridajes y acompañamientos impensables.

Por si fuera poco, ejerce de hortaliza polivalente y verdura pluriempleada las 24 horas para muestra una relación de los papeles que ejerce: enemiga atroz del temido colesterol, moderadora de digestiones posibles, compañera de dietas de adelgazamientos (im)posibles, técnico de control del peso, tesoro vitamínico, joya antioxidante, agente impulsor de la saciedad, inspector diurético, quién da más. Pero por encima de todo se convierte en un golpe directo para tumbar a los paladares más exigentes y conseguir la posteridad año tras año.

Convertida en tarjeta postal gustativa idónea para alardear de buen gusto. Asistimos a su coronación con fidelidad atemporal. En el nombre de la alcachofa, demasiado corazón.