Entrevista
«La Orquesta de Valencia suena como las centroeuropeas de gran nivel»
Vicent Llimerà asumió la reapertura del auditorio, que llevaba cuatro años cerrado, con el objetivo de devolver a la ciudad un espacio que músicos y público añoraban
El oboísta Vicent Llimerà (Llíria, 1962) lleva casi un año al frente del Palau de la Música de Valencia. Un tiempo en el que ha asumido el importantísimo reto de devolver a este auditorio el prestigio perdido en los últimos cuatro años en los que ha permanecido cerrado.
El Palau ha cumplido ya nueve meses abierto, ¿cómo ha respondido el público?
Estamos terminando una temporada muy intensa de trabajo, pero muy gratificante porque la respuesta que esperábamos por parte del público se ha visto ampliamente superada. Los melómanos valencianos han vuelto a encontrar un punto de salida para llenar nuestras salas y estamos con cifras muy altas de ocupación.
¿Cómo se pudo llegar a la situación de cierre?
Por falta de mantenimiento. Llegaron a caer partes de la concha acústica de la sala principal y la de cámara. Cuatro años cerrados son muchos y podía haber dado pie a actuar en otros elementos del Palau, que en su momento no se presupuestaron ni se tuvieron en cuenta, a pesar de que había constancia desde hacía varios años. Tenemos que solucionar la acumulación de agua en la entrada del personal, impermeabilizar toda la parte del edificio de administración y salas de ensayo, porque tiene muchísimas filtraciones. Comenzaremos este mismo año y sin que afecte a la programación del Palau.
¿Cuál ha sido su prioridad?
En un principio abrir las salas de concierto (Iturbi y Rodrigo). Al día siguiente de mi incorporación me reuní con el arquitecto y todos los equipos técnicos que hicieron la reforma para ver cómo debíamos trabajar para conseguirlo. Después el tema económico. Había muy poco dinero para afrontar la programación del ciclo de cámara y otros compromisos adquiridos, además del acto de reapertura. Ahora ya tenemos los recursos adecuados puesto que se ha conseguido un incremento sustancial en el presupuesto, pero cuando me incorporé era muy escaso. También el tema administrativo necesitaba de una actuación decidida. Yo soy muy metódico, posiblemente porque mi formación como oboísta me ha llevado a ello y, permíteme, también la influencia de mi profesor en el conservatorio Vicente Martí. Él consiguió que fuera metódico en mi estudio, lo que me ha permitido llegar a desarrollar una carrera artística muy gratificante.
¿Qué carencias se arrastraban?
Este año se ha aprobado un plan de contratación por vez primera. Las salas tampoco se habían dotado de los elementos técnicos necesarios de iluminación y sonido, de escenario -como atriles y sillas para la orquesta-, vestuario... Había demasiados elementos que habían quedado pendientes durante años, aunque la previsión era que se abriese en 2023. Por ejemplo, el órgano estaba en un estado lamentable. Desde 2002 no se había hecho una gran reparación y ya era más que necesaria. Había un presupuesto de hace un par de años para limpieza, armonización y afinación del órgano que no se llegó a acometer. El apoyo del Ayuntamiento al Palau, y en especial de la alcaldesa María José Catalá, está siendo decisivo.
¿Cómo se está confeccionando la programación para 2024?
Ya está hilvanada toda la programación del abono y vamos a presentarla en breve. Además, vamos a tener un nuevo marco regulador de precios que nos permitirá poder hacer descuentos y promociones ofertas en los abonos a jubilados, estudiantes y grupos desfavorecidos, porque hoy en día no es posible. Con ello, tenemos la previsión de poder conseguir entre 200 y 300 abonados más... Ahora tenemos 936, cien más que antes del cierre. La gente disfruta cada vez más de la música. Con todo el ritmo de vida que llevamos hoy en día, constituye un momento de relax. Las salas del Palau son muy buenas acústicamente, muy bonitas, cálidas y muy agradables.
¿Cuál es el estado anímico ahora de la Orquesta de Valencia?
Muy bueno. En estos años de cierre han sufrido muchísimo. Desde el primer ensayo, tras la reapertura de la Sala Iturbi, se quedaron alucinados porque habían recuperado la calidad de su sonido con el instrumento, determinada por esa excelencia de la acústica que tienen las salas Iturbi y Rodrigo. Nuestros músicos estaban exultantes, algunos llorando. Esa motivación, ha sido brutal.
Todo esto es muy importante para que esos músicos no se vayan a otro lugar.
Claro. Y además queremos captar a buenos músicos cuando podamos sacar las plazas lo antes posible que nos permita la legislación. Entre este año y el que viene podemos sacar quince plazas de orquesta. El pasado jueves se publicó en el B.O.P. la Oferta Pública de Empleo del Palau que recoge tres puestos para la orquesta (violín, trombón y contrafagot), además de otros para la plantilla administrativa y técnica.
¿Con qué orquestas se puede medir la de Valencia?
Depende de muchos elementos, pero voy a poner varios ejemplos, la Quinta de Mahler, la ópera de Salomé de R. Strauss, el último concierto de temporada con el Concierto de Aranjuez de Rodrigo y el Carmina Burana de Orff... La orquesta sonaba como cualquier formación centroeuropea de gran nivel. Está en un momento muy bueno por su versatilidad y calidad. Dos buenos ejemplos son la reciente grabación para el centenario del aniversario de Schönberg para la cadena Arte, y otra con los Carmina Burana de Orff y el Concierto de Aranjuez del maestro Rodrigo. Han visto que la Orquesta suena fantásticamente y la sala es ideal. ¿Qué mejor muestra que ello para valorar el nivel que tiene nuestra orquesta? Hay orquestas como Viena o Berlín, que indudablemente tienen tradición de años y están al más alto nivel.
¿Sigue manteniendo la Comunitat Valenciana una gran diferencia con el resto de comunidades de tradición musical?
Antes la diferencia era abismal y aunque esto ha cambiado un poco, todavía estamos muy por delante. Tenemos alrededor de 654 sociedades musicales, aunque ahora este asociacionismo musical se ha ido extendiendo por todo el Estado. Lo que es cierto es que la Comunidad Valenciana y en particular, Llíria, que por eso es la «ciudad de la música», tiene una tradición y un peso que es lo que nos diferencia. Los managers alucinan cuando les cuento las grandes orquestas que actuaban en Llíria en los años 80. Por allí han pasado la Filarmónica de Israel con Zubin Metha o la Filarmónica de los Ángeles con Giulini, Sinfónica de Londres con Celebidache, a la Filarmónica Checa... Venían a Barcelona, Madrid y a Llíria, porque había mucho interés por la música. Realmente la Comunidad Valenciana es única en este sentido.
¿Se plantea el Palau de la Música preparar propuestas para auditorios mucho más grandes como puede ser el futuro Roig Arena?
No lo descarto, en absoluto, pues está dirigido a otro tipo de público y de propuestas musicales de gran afluencia. Se pueden hacer colaboraciones con grandes estrellas del pop, del rock o de otro tipo de músicas. La idea es programar para toda la ciudadanía teniendo en cuenta sus gustos y preferencias.
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