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Diario de una cuarentena con niños: Día 43

Sant Jordi 4.0: Mataré coronavirus por ti

Celebración del día de Sant Jordi durante la jornada cuarenta del estado de alarma
Una sanitaria del Hospital Dos de Maig de Barcelona con una rosa en el día de Sant Jordi EFE/Quique GarcíaQuique GarciaEFE

Siempre he querido ser una “goonie”. Tener un mapa, correr hacia una mesa y barrer todo lo que hay encima para estudiarlo. Tenemos un mapa que va a cambiar nuestras vidas los próximos días. Y con la emoción que llevamos encima desde que el Gobierno anunció que los niños podrán salir de casa una hora a partir de este domingo, se me había olvidado de que ahora la madre soy yo y que me va tocar a mi recoger todo este desorden. “¡Da igual, el momento lo vale!”, me digo. Aunque no hace falta tener la intuición de Rappel para saber que dentro de tres horas estaré tirándome de los pelos porque no paro de poner y colgar lavadoras, teletrabajar, fregar niños, platos, baños y además de todo este jaleo, voy a tener que recoger los lápices y papeles que han caído al suelo.

En el centro del mapa, está nuestra casa y con una regla calculamos todos los lugares a los que podemos llegar a un kilómetro a la redonda, que es el máximo que nos permite caminar el Gobierno, porque si por nosotros fuera, después de cinco semanas encerrados en casa, nos poníamos a correr hasta ganar a Forrest Gump. Un hurra: podemos ir a la playa. Es más, podemos meternos dentro del agua y caminar incluso unos metros, calculo que hasta que las olas nos cubran la cabeza. Si dentro de nuestros dominios hay un pedazo de mar, ¿nos podemos meter dentro?, preguntan los niños. El padre, que está con el móvil, dice que el Ayuntamiento de Barcelona, además de parques, va a cerrar las playas. Pero este permiso para salir ¿es un premio o un castigo? Porque parece ser que sólo podremos caminar sobre el asfalto y el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) tiene decenas de estudios que demuestran que el gris perjudica seriamente la salud.

El padre, que sigue con el móvil, también me dice que me deje de reglas y cálculos que en Internet la competencia ha creado un mapa interactivo para calcular hasta dónde podemos salir a pasear con los hijos. No entiende mi emoción porque nunca ha visto “Los Goonies”, pero aún y así, le quiero.

Además, ¿de qué nos sirve tanto mapa interactivo si no vamos a poder ir dónde queremos? Marc quiere ir al campo del Barça y si no a jugar a fútbol con sus amigos. Su padre, tres cuartos. Bruna quiere ir a un parque o a casa de sus amigos. Y yo quiero también quiero ir a ver a mis amigos, y a mi hermana y a mi sobrino, que nació el 19 de febrero y sólo he podido acunarlo un par de veces. Pero ayer entrevisté al jefe del servicio de Neumología Pediátrica y Fibrosis Quística del Hospital Vall d’Hebron, Antonio Moreno, y me contó que aunque después de cinco semanas en casa los niños no son ningún peligro porque no pueden ser portadores del virus es importante mantener la distancia social. “Es importante que las familias no se mezclen para que no se reinicie la cadena de contagio”, dice. ¡Qué pesadilla pensar en volver a empezar!

El día de Sant Jordi, nos hicimos un hartón de pintar rosas, princesas y cavalleros que en vez de matar dragones acaban con el coronavirus. Por cierto, los dragones, según Marc, ya no son verdes, son azules y rojos, del Barça. Dicen que las leyendas son narraciones populares que cuentan un hecho real o fabuloso adornado con elementos fantásticos o maravillosos del folclore. Ojalá fuera real la historia que este 23 de abril han recreado miles de niños y ha tuiteado incluso el epidemiólogo Oriol Mitjà. Que venga un Sant Jordi y acabe ya con este coronavirus que como es minúsculo no sé qué color tiene, pero que los niños pintan de verde.