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“Cuando desperté no sabía que había dado a luz gemelas ni recordaba haber estado embarazada”

Mili ingresó por Covid-19 el 27 de marzo, tenía neumonía grave, la intubaron, dio a luz sedada en la semana 28 y un mes después ha conocido a sus hijas: Ayma y Ayla

Cuando las gemelas Ayma y Ayla sean mayores y cuenten la historia del día en que conocieron a su madre se hará un silencio y los oyentes atenderán. Incluso, el jefe del Servicio de Neonatología del Hospital Vall d’Hebron, Félix Castillo, que ha cuidado a muchos neonatos en su trayectoria como médico, admite emocionado que “esta historia me ha impactado”. Empieza así. Cuando Mili, la madre de Ayma y Ayla, se despertó en una cama del Hospital Vall d’Hebron, dos semanas después del parto, no recordaba que había estado embarazada.

Había estado 11 días en la unidad de cuidados intensivos lidiando con la Covid-19 y 21 días sedada con fármacos potentes. “Estaba desorientada”, explica el doctor Castillo. “No sabía que mientras había estado sedada, había dado a luz a dos niñas gemelas, pero lo más sorprendente es que no recordaba que había estado embarazada”, dice todavía con asombro. No reconocía el hospital, a los médicos ni a las enfermeras que le contaban entusiasmados que había sido madre. Mili no entendía nada. No reconocía el hospital y sólo preguntaba por su marido. “¿Por qué no está conmigo?”, preguntaba. “Lo llamamos para que le explicara qué había pasado”, cuenta el doctor.

Lo último que recuerda Mili es que su marido llegó a casa el viernes 13 de marzo de un viaje, el día antes que Pedro Sánchez declarara el estado de alarma por la Covid-19. No recordaba que estaba embarazada, que se empezó a tener contracciones, que fue al hospital y del hospital a casa. Y al día siguiente, el 27 de marzo, regresó al Vall d’Hebron porque le costaba respirar. Tenía una insuficiencia respiratoria por neumonía bilateral. Los médicos que la atendieron pensaron en la posibilidad de que tuviera coronavirus. Y, “efectivamente”, recuerda el doctor Castillo, “tenía coronavirus”. Mili cada vez estaba peor y el equipo médico decidió intubarla y ponerle ventilación mecánica para ayudar a los pulmones a hacer su trabajo. “Ante la gravedad de la enfermedad, el equipo de obstetras y neonatólogos nos reunimos para valorar qué hacíamos con las bebés”, relata el doctor Castillo. El equipo de neonatología del Hospital Vall d’Hebron está acostumbrado a atender a niños muy prematuros de 28 semanas y junto al equipo de obstetricía, que en esta crisis se ha erigido como referente para atender a embarazadas con Covid-19, decidió intervenir para sacar a los bebés. “No es la primera vez que nos hemos de desplazar para atender a una madre que no puede seguir adelante con el embarazo. Hemos atendido a madres con cardiopatías o que convulsionan por una hipertensión. Pero con la Covid-19 teníamos que llevar medidas de aislamiento que eran muy incómodos para trabajar”, resume el neonatólogo.

El parto fue bien. Mili estaba sedada. Las niñas nacieron el 29 de marzo, dos aries, e ingresaron en la UCI de neonatos. Pesaban un kilo cada una, cabían en la palma de una mano y necesitaron ventilación mecánica unas horas. “Enseguida se las pudo extubar y han hecho una evolución típica de un niño prematuro de 28 semanas ni peor ni mejor”, explica el doctor. Lo que hace diferente a esta historia, es que mientras las dos niñas peleaban por abrirse un camino en la vida, en paralelo, unas plantas más arriba, su madre combatía al SARS-Cov-2.

Mili estuvo 11 días enla UCI. Luego recuperó fuerzas en planta hasta que pudo ir a casa, sin ver a sus hijas. Aún le quedaban unos días de cuarentena hasta estar limpia de virus.

Las niñas no se contagiaron en el canal de parto. Les hicieron una analítica a las 24 horas de nacer y otra a los cinco días y las dos dieron negativo. “Hemos tenido más partos de madres infectadas y en ninguno ha habido contagio vertical”, matiza el doctor Castillo. Además de Mili, han tenido dos mamás muy graves, una que dio a luz en la semana 30 y otra que dio a luz a término pero que tras el parto tuvo que ingresar en la UCI y recibir ventilación asistida.

Finalmente, dos días antes de que Ayla y Ayma cumplieran un mes, Mili conoció a sus hijas. El reencuentro fue inolvidable. Fue en la unidad de cuidados de intermedios de neonatos. Lloró más el equipo médico que los padres. “¡Fue emocionante!", recuerda el doctor. “La madre entró con una mirada triste y apagada, y cuando vio a sus dos niñas se le abrieron los ojos como soles”, describe.

Mili hizo su primer “canguro”, técnica piel con piel de la mamá con los bebés, que mejora la salud de los recién nacidos, el pasado miércoles. Ahora, va cada día. “Les doy la leche, las mimo y las acuesto”, explica aún consternada.

El equipo médico encontró en una resonancia magnética una pequeña lesión en el cerebro compatible como un ictus que podría explicar esta falta de memoria.

A las niñas aún les quedan días en la unidad de neonatos. Todavía no succionan y comen con sonda. Una recibe aún ayuda con oxígeno y las dos hacen las típicas amneas que hacen los prematuros. Ahora tienen 32 semanas. El doctor Castillo calcula que podrían recibir el alta cuando cumplan 38 o 40 semanas. Será una fiesta.

Este es el relato de Ayla, que en hebreo significa roble, y Ayma, guerrera. Dos nombres que hacen justicia a esta historia.