Tracey Emin, sola, enfadada y sin sexo
La artista, famosa por su obra “Cama deshecha”, un icono de lo 90, cuenta su día a día a través de la cuenta de Instagram de su galería, la todopoderosa White Cube
Un día igual a otro. La misma grisura y el mismo número de horas para verlas pasar pensando que queda un día menos para abandonar el encierro, Tracey Emin, la artista que formó parte de ese movimiento que elevó a los altares del arte a una generación de artistas británicos por mor del coleccionista Saatchi (ella, y Damien Hirst, y los truculentos hermanos Chapman...) está presa, como cada cual, en su casa. Sin poder respirar aire cuando desee, la creadora ha decidido contar su experiencia a través de una cuenta de su galería, que no es ni más ni menos que la todopoderosa White Cube, que son palabras mayores.
No muestra su cama, esa que tanta fama le ha dado, deshecha y llena de inmundicias alrededor, pero si sincera su alma y deja a la vista sus piernas mientras toma un baño y el café que la espera humea. No son buenos tiempo estos de soledad tampoco para ella, que confiesa estar hastiada, preocupada sin saber bien por qué: “Hoy sería feliz ... hoy celebraría mi soledad ... si no estuviera llena de una abrumadora sensación de miedo ... Una oscuridad ... que me ha hecho querer vivir ahora más que nunca”.
Volver a sentir
Y continúa: “Ahora quiero vivir, follar, amar y gritar ... Voy a ir directa a ver el sol ... Deseo sentir calor, seguridad y amabilidad y todo lo que alguna vez soñé que podía llegar a sentir”. Mientras se sumerge en el agua espumosa, el vídeo apunta a la venta y al cielo que se ve fuera. A la libertad de la vía pública que temporalmente no lo es. Emin, que jamás ha escondido sus más íntimos deseos, habla de una manera clara de sus necesidad de vida y sexo mientras se relaja.
Pero no paran aquí los pensamientos que la golpean. Junto a una foto de una iglesia reflexiona: “Hoy no había pájaros cantando ... y no siento nada más que ... un entumecimiento que se extiende sobre mi cuerpo, una máquina de sacrificio gigante ... que hace que me sienta interiormente muerta". Después se toma un “selfie” con cara de pocos amigos: “Algo me pasa hoy... hay algo que no marcha bien del todo... Me siento furiosa pero no tengo la suficiente energía para demostrarlo... Una sensación que por momentos se está apoderando de mí, que se mueve a mi alrededor y que están tomando posesión de mi alma”.
La sexta versión de una obra
No faltan imágenes de su taller, un lugar grande en el que se amontonan los pinceles, los botes de pintura y una obra que está a medio hacer y sobre la que no se muestra demasiado esperanzada. Incluso la ha llegado a tapar con una bolsa negra de basura para redescubrirla, pero ni siquiera eso ha hecho hace que se sienta en paz con su creación. Una pieza que ha pintado cinco veces ya, con trazos en negro y rojo, pintura que chorrea. Esta sería la sexta. Y con ninguna versión asegura hallarse a gusto.
La última entrada es de hoy a las cinco de la madrugada. Emin hace un barrido por su estudio con la cámara. No tiene sueño. O no puede dormir. Desde las paredes sus obras la reclaman atención. Y un sofá revuelto de color azul oscuro la invita a un relajo que es incapaz de conseguir.
Ha vivido casi veinte años sola y no ha sido la suya precisamente una existencia plácida ni placentera. Per ahora confiesa que es cuando verdaderamente tiene miedo. Así lo revela a “The Artnewspaper”: Estoy acostumbrado a la soledad. Pero estos tiempos me resultan aterradores ... oscuros ... y la situación se va a poner muy mal. Conozco personas que están muy enfermas y escucho de muchos que están en cuidados intensivos. Y esto es solamente el comienzo".