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David Hockney grita “viva la vida”

El octogenario artista pinta incansablemente con su Ipad desde el jardín de su casa de Normandía como homenaje al día a día y para tratar de hacer más llevadero este confinamiento

Con estos narcisos recibió David Hockney a la primavera que ve desde su jardín
Con estos narcisos recibió David Hockney a la primavera que ve desde su jardínDavid Hockney

David Hockney, siempre con cara de pillo a pesar de sus casi 90, no ha perdido el brillo en sus ojos. Detrás de una montura de color amarillo, sentado en una cómoda silla y cargada con su Ipad-lienzo registra todo lo que tiene delante de sus narices. Juega con ventaja. Reside en una vivienda que posee en Normandía, un caserón con jardín desde el que se hace más llevadero este enclaustramiento mundial.

Ha regalado ya imágenes de flores que crecen valientes y muy derechas, árboles en pleno estallido de flores en paisajes de cielos despejados. Tiene claro que después de vivir hay que morir, que es una ley que se cumple siempre, antes o después: “Seguí dibujando los árboles de invierno que eventualmente estallaron en flor. Es la etapa en la que estamos ahora. Mientras, el virus se está volviendo loco, y muchas personas dijeron que mis trabajos les sirvieron para olvidarse de lo que estaba sucediendo", asegura a BBC.

Una parte del trabajo que estaba haciendo lo envió a sus amigos y con uno de ellos dio la bienvenida a la nueva estación en medio de la cuarentena. Era unos narcisos: “Recuerden que no pueden cancelar la primavera”. Efectivamente, así es.

Sale al jardín acompañado de su perro Ruby y junto a él se dispone una mesa perfectamente acondicionada para el trabajo. Sonríe a la cámara tocado son su gorra y con una corbata de cuadros en rojo y blanco, de ancho nudo y posición un tanto desgarbada. Sigue siendo un dandy, de ochenta y tres años, pero un dandy al que acompañan en este cofinamiento sus dos ayudantes Jonathan y JP.

Quiere seguir cada día regalando su obra para que desde casa la pueda ver todo aquel que quiera. Entre él y la naturaleza no hay nada. Su mirada y su manera plasmar lo que tiene enfrente a través de sus divertidas lentes. “Tengo la intención de continuar con mi trabajo, que ahora me parece que es muy importante”, escribe y añade: “Hemos perdido el contacto con la naturaleza y eso que formamos parte de ella, no estamos fuera. Este tiempo acabará y lo que hemos de preguntarnos es qué sucederá y qué hemos aprendido. Tengo 83 años y sé que un día u otro voy a morir, pero de lo que no tengo la menor duda es de que me encanta la vida”.