Una investigación eleva a 9.161 los presos españoles en Mathausen
Esta nueva cifra sería la “más exhaustiva” de las realizadas hasta la fecha y eleva el número de internos así como el de fallecidos en el campo de concentración
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Según se recoge en el cómic “El fotógrafo de Mathausen” (escrito por Salva Rubio) los españoles eran conocidos por los carceleros del campo de concentración por ser “difíciles de matar”. Allí fueron enviados la mayoría de los prisioneros españoles, y por allí, según se ha hecho público ahora, pasaron 9.161, según una investigación del Memorial Democràtic de la Generalitat de Catalunya y la Universitar Pompeu Fabra y Amical Mathausen. A tenor de los datos reales de fallecidos que acaban de conocerse, es difícil corroborar la afirmación acerca de la resistencia de los presos españoles, aunque las cifras son estremecedoras: murieron 5.166 (por hambre, enfermedades, ejecutados, gaseados o como cobayas humanas en experimentos) y hubo 3.539 supervivientes. El resto se les considera desaparecidos. Es decir, que entre 1940 y 1944 fallecieron el 60 por ciento de los presos originarios de España que llegaron al campo.
Hasta ahora, los datos que se tenían cifraban en 4.435 fallecidos en Mathausen (Austria), víctimas del Holocausto nazi. Sus vidas estaban recogidas en un archivo que el Gobierno integró el año pasado en el Registro Civil como defunciones, para darles reconocimiento y reparación moral, es decir, el mismo trato que un fallecido en territorio español. La lista de nombres procedía de las investigaciones llevadas a cabo por el Estado Francés tras la liberación del campo y fue enviada a España. Se depositaron en la Dirección del Registro Civil y allí han permanecido en las estanterías -con un paréntesis para su digitalización en 2011- hasta que en 2019 el ministerio de Justicia decidió encargar a un grupo de investigadores elaborar una lista, cotejando cada identidad con documentos oficiales, como su certificado de nacimiento, para verificar sus verdaderos nombres, que muchos cambiaron por seguridad de sus familias. A continuación, surgió un proyecto colaborativo, fallecidosenloscamposnazis.org, en el que se trataba de recopilar las biografías y las historias personales de los españoles que pasaron por el campo.
La situación jurídica de los presos españoles fue siempre complicada, porque la mayoría eran republicanos que habían huido de la dictadura franquista. Muchos lucharon contra el fascismo en la segunda guerra mundial hasta que fueron hechos prisioneros por Alemania. Cuando ese país preguntó a España por su destino, el gobierno de la dictadura contestaba “que no había españoles fuera de la frontera”, por lo que fueron deportados a los campos de concentración como apátridas. De hecho, cuando, al final de la guerra, los alemanes concedieron ayudas a las familias de las víctimas del Holocausto, muchos de los españoles no las reclamaron por miedo a la reacción de las autoridades nacionales si tenían conocimiento de ello.
Registrar sus defunciones en España significaba el reconocimiento de un gobierno español a esos deportados. Una labor que fue complicada, ya que muchos de ellos cambiaban el orden de sus apellidos o el lugar de nacimiento para evitar represalias contra sus familiares cuando les reclamaban sus nombres a la entrada al campo de concentración. El BOE publicó en agosto del pasado año una lista de los fallecidos, que, según los nuevos datos, quizá debiera ampliarse.