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Cultura

Melocotones picantes

Little Richard performs at the Apollo Theater
En 2006, Little Richard darante una actuación en un teatro de Harlem, en Nueva York (Foto de ARCHIVO)03/06/2006 ONLY FOR USE IN SPAINShahar AzranShahar Azran

A Little Richard le llamaban el «melocotón de Georgia» por haber nacido en Macon, un pueblo de ese estado. Pero no solo por ello. En 1955 triunfó con una canción irresistible, llena de connotaciones salaces, que se titulaba «Tutti Frutti». Y lo que pasó desapercibido para el gran público es que la expresión «Tutti Frutti» significaba «gay» en el argot norteamericano de los 50. Por eso, a los rockeros es difícil que les impresionen las demandas LGTBI, porque están muy acostumbrados a recibir acogedoramente en su música a las aves fuera de la norma. No en vano, en ese género, se concentraron todos los raros de la época y cuando alguien actualmente se autoadjudica el título de pionero del cambio sexual, todos los rockeros lo miran con indulgencia y se remontan cincuenta años atrás a Little Richard. El pequeño Richard Penniman se presentaba en los conciertos con los ojos y los labios pintados y aporreaba su piano con furia mientras aullaba sus canciones. Su padre lo había echado de casa a los 13 años por sus tendencias homosexuales y había grabado su primer disco a los quince en el estilo de «scream and cry», que era la manera de aullar el blues en algunas orquestas de jazz. Little Richard era admirador de Joe Turner y Roy Brown, dos de los principales intérpretes de ese blues gritado y llevó ese estilo a los terrenos del rock. En cierto modo, puede decirse que Roy Brown fue el padre del rock’n’roll porque, al querer imitarlo, fue cuando Little Richard terminó pasando del «góspel» al rock. Su manera de aullar las letras, de aporrear el piano y de presentarse histriónicamente (con mucho humor) de una manera sexualmente ambigua fueron absolutamente legendarias. Hace poco un famoso rapero francés comentaba que él adoraba el género que practicaba, pero que envidiaba un poco la capacidad de grito que había tenido en su momento el rock’n’roll. Porque en el rap todo hay que decirlo hablado, en cierto modo contenidamente. El grito, en cambio, es liberador, sacude los cuerpos y las mentes. Nadie gritó el rock’n’roll con la fuerza y la exuberancia de Little Richard, (quizá solo James Brown o Janis Joplin, pero son posteriores). Además, lo gritó durante una cantidad ciclópea de tiempo, desde los quince hasta los ochenta años. Hace diez años todavía tocaba y hacía autoparódicos cameos geniales en películas. ¿Descanse en paz? Olvídate. Richard moverá las caderas hasta en el más allá.