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Por qué tienes que ver... “Doom Patrol”: ¿existen superhéroes más extraños que estos?

Es una de las aproximaciones al género más extrañas, imaginativas y complejas en años

"Doom Patrol" presume de ser el perro verde del género de superhéroes
"Doom Patrol" presume de ser el perro verde del género de superhéroesLa razon

Con «Doom Patrol» no estamos en una ficción de superhéroes al uso. De hecho, podría decirse que su patrulla titular no es heroica en absoluto, al menos no de acuerdo a lo que más comúnmente se entiende por heroísmo; sus miembros son seres inadaptados, marginados y atormentados por sus habilidades, que son manifestaciones de años de trauma y que, por tanto, desearían no tener. Pero ese es sólo uno de los motivos por los que la serie es una de las aproximaciones al género más extrañas, imaginativas y complejas de los últimos tiempos.

Seres fallidos y cabreados

Los protagonistas son seres fallidos y cabreados con grandes dificultades para aceptarse a sí mismos. Han pasado mucho tiempo culpándose tanto por el dolor que han sufrido como por el que han causado y, por supuesto, no se consideran justicieros. Entre ellos hay una chica dotada de 64 personalidades diferentes, todas ellas con su propio superpoder, nacidas como mecanismo de supervivencia frente los abusos que padeció; un piloto aéreo que sufrió un accidente y ahora vive cubierto de vendas, y atormentado por la energía negativa que lleva dentro de sí –símbolo no precisamente sutil de su propia relación con su sexualidad–; un arrogante piloto de coches cuyo cuerpo fue destruido en un siniestro, pero cuyo cerebro se conserva en un cuerpo robótico; y una pin-up de los años 50 que, tras entrar en contacto con unos extraños gases durante un rodaje, se disuelve en un charco de sustancia viscosa cuando se enoja. La primera temporada los vio emerger para enfrentarse al villano que había secuestrado a su mentor, el profesor Niles Caulder, antes de descubrir que este último en realidad guardaba un terrible secreto; ahora la segunda introduce en la trama a la hija de Niles, cuyos poderes le permiten causar la destrucción total si se lo propone. Dicho esto, «Doom Patrol» es mucho más que su argumento.

Ingredientes bizarros

En su esfuerzo por ser accesibles a la mayor cantidad de espectadores posibles, la mayoría de películas y series basadas en cómics de superhéroes acostumbran a renegar de los ingredientes más bizarros de sus modelos. Durante su primera temporada, en cambio, «Doom Patrol», lució con orgullo su condición de perro verde; su metraje incluía una ciudad que es absorbida en el interior de un burro que se tira pedos, una figura gigante con una supernova por cabeza que puede disparar bolas de fuego, títeres nazis, una calle que tiene vida y consciencia y que se define como transgénero, un enjambre de traseros caníbales sedientos de sangre y un duelo climático entre una rata y una cucaracha, ambas del tamaño de Godzilla, que acaban fundiéndose en un tórrido beso. Por eso, la gran incógnita cara de los nuevos episodios era si podrían estar a la altura en ese sentido. La respuesta es un rotundo sí.

Desperfectos psicológicos

En su segunda temporada la serie se muestra más dispuesta a adentrarse en territorios genuinamente trágicos y explorar a fondo los desperfectos psicológicos que sus protagonistas sufren. Y resulta casi milagroso que una ficción sea capaz de ofrecer ese nivel de introspección al tiempo que maneja ingredientes narrativos tan absurdos como un señor obeso que se dedica a cazar barbas y un personaje que al mover un músculo hace que todos los demás lleguen al orgasmo simultáneamente. Esa habilidad para transitar entre lo ridículo y lo devastador es sin duda buena parte de lo que hace de «Doom Patrol» una serie única.

Un objeto de culto

Muchos pensarán que, en tanto que retrato de un grupo de superhéroes que viven alienados de la sociedad y para los que sus poderes son una maldición más que un don, «Doom Patrol» es una copia de «X-Men». Lo cierto, sin embargo, es que vio la luz meses antes. Y mientras la patrulla de Marvel alcanzaba una popularidad masiva, la de DC Comics se convertía en objeto de culto para iniciados durante los años 80, cuando el guionista Grant Morrison y el ilustrador Richard Case se hicieron cargo de sus personajes y los utilizaron para cuestionar la naturaleza de las historias de superhéroes, su propósito y su razón misma de ser. Es, ni más ni menos, el mismo uso que les da la serie.