David Trueba: “No creo en los héroes”
El director y escritor madrileño lanza en internet su nuevo trabajo, “A este lado del mundo”, una película con la que se ha acercado hasta la valla de Melilla para retratar los problemas del lugar
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Si el mundo de las salas es tan incierto como la evolución de la pandemia, David Trueba agarra al toro por los cuernos y decide estrenar su nueva película, “A este lado del mundo”, directamente desde su web (www.davidtrueba.com) . Aunque sin despedirse de los cines: “Iremos ciudad por ciudad”. Es la manera que ha encontrado el director madrileño de abrirse paso en los tiempos de la Covid con una cinta que iba a presentar en Málaga en marzo, pero que ha tenido que esperar hasta ahora para hacer lo propio y, así, poder contar la historia de un ingeniero (Vito Sanz) que se tiene que ir a vivir a Melilla por cuestiones laborales.
-¿Ha sido muy larga la espera?
-Un poco. Es muy compleja la situación porque nos afecta mucho económicamente. Tienes una película en la que inviertes, de repente, se queda congelada durante meses y nadie te viene a devolver el dinero.
-¿Es optimista con el futuro?
-Son tiempos difíciles. El elemento social está amenazado y es una de las patas de las salas. Vamos a intentar hacer estrenos ciudad por ciudad porque el público está muy diluido y si no tienes mucho dinero para una campaña grande...
-Las cifras de taquilla que vemos cada semana dan miedo.
-Es un drama. Solo se pueden mover y defender las películas muy grandes. Por eso vamos a intentar que, desde la web, todo el mundo que no tenga la posibilidad de ir al cine, que son muchos, pueda disfrutar de los títulos nuevos.
-Hay que reinventarse para sobrevivir...
-Sí. Este es un negocio muy particular. Aquí los ricos inversores no llegar con el dinero. El que lo pone es porque le gusta. Si uno tiene dinero busca otros sectores donde se pueda multiplicar con más facilidad. Tuve un primo que quería invertir en el cine hasta que fuimos a cenar con él y le quitamos la idea de la cabeza: “¿Quieres multiplicarlo o perder?”. No hace falta ir a ninguna escuela de negocios para saber que el cine es una apuesta muy atrevida.
-¿Y de dónde viene el origen de esta cinta?
-No lo sé muy bien, pero seguramente sea del aire de los tiempos. Al final, también soy periodista y tengo un ojo puesto en lo que sucede en el mundo. Me gusta extraer personajes a esos mundos contemporáneos y enfrentarlos a los problemas que tenemos. Hay que llevar a los salones de las casas las realidades que no conoce la gente.
-Aquí lleva al público directamente hasta Melilla.
-Es una ciudad que siempre me ha sorprendido y es muy poco conocida. Se mira con cierta condescendencia, como si fuera una anomalía: está en África, pero es española, tiene una valla, el Ejército está muy presente... Pero, en realidad, ¿qué pasa allí? Me preguntaba qué sería de un español medio que, de pronto, tenga que irse a trabajar allí.
-Suena a destierro.
-Tiene algo de eso, pero es muy particular por todos los elementos que se dan en ella. Incluso la mezcla de civilizaciones, culturas y religiones. Teniendo dentro del país tantas cosas tan distintas, es curioso el poco interés que existe.
-¿Qué tal fue el rodaje?
-Bien, aunque tuvimos una situación tensa. Coincidimos con una serie sobre el narcotráfico, y cuando fuimos a rodar a un barrio más étnico, digamos, se corrió la voz de que éramos los de la serie y les molestaba que se les relacionase con el narcotráfico. Vinieron con una actitud un poco alterada hasta que les dije que no éramos esos. Y es que no puedes ir con la prepotencia de inventarte historias de narcos sin conocer el terreno. Melilla, por ejemplo, es una ciudad que está llena de funcionarios.
-Económicamente no es la región más productiva para España.
-Pero, a la vez, significa mucho estratégicamente. Tiene algo de efecto llamada. Si colocas dos ciudades europeas en África y el mensaje que transmites es “no os voy a conceder ninguno de los derechos de los europeos”, al final lo que les dices es “ven, ven”. Si quieres eliminar la presión de alguien que quiere entrar sin permiso a tu casa, trata que no tenga esa necesidad.
-La película también aborda la precariedad de la vida de los jóvenes... y no tan jóvenes.
-Hay muchas dificultades para emprender un proyecto familiar estable.
-¿Qué quería retratar?
-Es una generación que me interesa mucho porque encuentra todas las puertas cerradas. Tiene muy pocas posibilidades de encontrar la estabilidad que ayude a crear algo verdaderamente sólido. Esos personajes tienen valor por sí solos. Son personas a las que obligas a vivir en la mentira y trampeando.
-¿El personaje de Vito Sanz es un perdedor?
-Es ese chico español medio que no quiere tener una idea establecida sobre nada. No se quiere comprometer, solo sobrevivir, pero la vida siempre te lleva a tomar decisiones. Es un hombre al que la vida le pasa por encima.
-¿Conviene este tipo de personajes a la sociedad?
-Es el más habitual, el acomodado.
-Se conforma con poco...
-Como la mayoría. Se conforma con salir adelante, y cuando le metes en un problema más potente solo piensa en salvar el pellejo. Es interesante porque no creo en los héroes. No pienso que la gente esté dispuesta a sacrificarse por la causa de una manera inocente. Creo que solo accidentalmente, en ocasiones, llegan a comportarse con dignidad. Y eso ya me parece heroico.