¿Quién fue el padre de la infanta Paz de Borbón?
¿Hombre de letras? ¿Político? La identidad de su progenitor ha alentado rumores y conjeturas
Creada:
Última actualización:
La infanta Paz de Borbón, hija de la reina Isabel II, rehusó siempre firmar con el primer apellido. Esa reveladora señal, y sobre todo una deslumbrante biografía escrita por el doctor Manuel Martínez González, amigo del insigne Gregorio Marañón, que investigó durante su jubilación la vida y milagros de un ilustre paisano suyo, Miguel Tenorio de Castilla, lleva a la convicción de que su verdadero padre no fue Francisco de Asís, el rey consorte, sino... ¡el propio Miguel Tenorio de Castilla, doce años menor que la reina! Nacida el 23 de junio de 1862, la infanta Paz tuvo que emprender el penoso camino del exilio con tan solo seis años en compañía de su familia tras la revolución que destronó a su madre Isabel II en 1868.
En París vivió ella casi ocho años, durante los cuales recibió una esmerada educación en el colegio del Sacré-Coeur, donde los profesores destacaban su facilidad para expresarse y su gran sociabilidad. No era tan bella como sus hermanas Pilar y Eulalia, pero su alma reflejaba, igual que su nombre, un remanso de dulzura y calma.
Belleza interior
Bajita, algo fornida, con los ojos pequeños y la nariz demasiado respingona, Paz no levantaba pasiones por su aspecto físico, la verdad. Su belleza, como decimos, era interior, incluso para su hermano el rey Alfonso XII, que en más de una ocasión expresó por escrito su gran admiración por ella. Volviendo a Miguel Tenorio de Castilla, su verdadero progenitor, había sido universitario y luego destacado hombre de letras en Sevilla. Pronto se dedicó a la política, siendo gobernador de una docena de provincias españolas. Elegido diputado a Cortes en 1857, fue nombrado secretario particular de Isabel II el 20 de abril de 1859, cargo que desempeñó hasta el verano de 1865, cuando la reina le nombró consejero de la Corona. Fue precisamente mientras era secretario personal de la soberana cuando nació la infanta Paz y sus hermanas Eulalia y Pilar. Pero, además, el cronista Pedro de Répide, que lo sabía casi todo sobre los entresijos de la corte isabelina, refería una ocasión en la que Isabel II replicó a una persona que se había mostrado preocupada por la salud de las tres infantas, en vista de la tuberculosis que acabó con la vida de Alfonso XII: «No hay cuidado, el padre de éstas disfrutaba de muy buena salud», le tranquilizó la reina. Répide insinuaba que el padre de las tres infantas era Tenorio y el autor de su biografía, el doctor Martínez González, lo probaba. No en vano, Tenorio falleció el 11 de diciembre de 1916, en el palacio de Nynphenburg, después de haber residido allí durante veintiséis años, en la suite 122 del ala sur, por deferencia de... ¡la infanta Paz! ¿No era aquel un detalle muy revelador del cariño que profesaba a quien sin duda sabía que era su verdadero padre?
Pero es que, además, Tenorio legó todas sus pertenencias íntimas a la infanta Paz, que las aceptó según un documento registrado en el consulado de España en Múnich, fechado el 9 de marzo de 1917. «Allí mismo figura el testamento de don Miguel –indicaba el historiador Ricardo de la Cierva–, por el que constituye única y universal heredera a la infanta Paz, la hija que le acogió en su palacio durante los largos años de la vejez, y a la que tampoco nombra por el apellido Borbón». Por si quedase aún alguna duda sobre la paternidad de Tenorio, el biógrafo de la infanta Paz, Miquel Ballester, recogía una anécdota que la disipaba por completo: en cierta ocasión, la propia infanta, quien como decíamos había alojado en su palacio al antiguo secretario de su madre, al ver a éste abatido durante un ágape, le asió del brazo y anunció a sus invitados: «Les presento a mi padre, Miguel Tenorio». Además de causar estupefacción entre los presentes, aquella insólita declaración surtió en ellos el mismo efecto que el resultado positivo de una prueba de ADN.
Que Tenorio fuera el padre de las otras dos infantas, Pilar y Eulalia, era ya discutible. El propio Alfonso XIII, nieto de Isabel II, reveló a la princesa Alicia de Coburgo, prima hermana de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, que «el papá de la infanta Eulalia, la hija menor de Isabel II, había sido uno de sus guardias». Así se lo contó la princesa al historiador Theo Aronson. Además, la infanta Eulalia declaró una vez que no sabía con certeza quién era su padre.