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Crítica de “El agente topo”: El espía que nos amó ★★★☆☆

Un fotograma de "El agente topo"
Un fotograma de "El agente topo"ImdbImdb

Dirección y guion: Maite Alberdi. Chile-España-Holanda-Alemania-USA, 2020. Duración: 84 minutos. Documental.

No es extraño que “El agente topo” haya sido nominada al Oscar al mejor documental. Sin quitar mérito a la hazaña, ¿acaso no da una imagen de las residencias de ancianos a lo “Cocoon”, un poco idealizada? Los bailes y las fiestas, las enfermeras empáticas y los juegos de mesa, las banderolas y el patio soleado, ¿no limpian en exceso la imagen de los asilos, no la sobredisneyizan para hacerla tolerable en tiempos de pandemia? Tal vez forme parte del extraño dispositivo que pone en marcha el documental de Maite Alberdi, que mezcla la película de espías geriátrica, la comedia costumbrista y el documental de interés humano.

Extraño por improbable: aquí la búsqueda de la originalidad está condicionada por una premisa -una agencia de detectives contrata a un anciano para que se infiltre en un asilo y recabe información de primera mano para su cliente, que quiere saber cómo tratan a su madre- que solo funciona por la inasequible fuerza moral de su protagonista, Sergio, un caballero que ha tardado demasiado en encontrar el papel de su vida. Así las cosas, los mecanismos de la ficción están asumidos desde el propio punto de partida del filme, y quizás por ello, por la presencia de una cámara que graba lo que normalmente está fuera de campo, la residencia enseña su lado más amable.

Está, por supuesto, la soledad: los internos no reciben visitas, las esperan con la inocencia a cuestas, uno sabe que va a morir solo. Detrás de las tentativas de Sergio por documentar su experiencia durante el encierro -tres meses que lo van a separar de sus cinco nietos pero que le van a dar una nueva vida tras su viudedad-, algunas coronadas por su insólita capacidad para la comedia, ahí está el resultado de su investigación, al que llega gracias a su empatía generacional, su encanto personal y sus ganas de escuchar al prójimo. Lo que Sergio aprende es una lección de vida que no necesita de detectives, y tal vez ni de una cámara para registrarlo: que mejor estar bien acompañado que más solo que la una.

Lo mejor

Sergio Chamy, que se adueña de la película con su tierno, elegante encanto.

Lo peor

Que el retrato de las residencias de ancianos es demasiado benévolo.