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Geografía mítica
Una comarca mítica: el campo de Andévalo
Los estudios basados en marcadores genéticos muestran que las trazas africanas más intensas dentro de Europa están concentradas en este lugar de la Península Ibérica

Una de las comarcas centrales de la provincia de Huelva es el llamado Andévalo, un territorio interesantísimo desde el punto de vista geográfico e histórico, pero también narrativo, en la encrucijada entre el mar y la Sierra. Dentro de la noción general que se tenía sobre el paso del estrecho como gran vía de comunicación entre África y Europa, Oriente y Occidente, a través de las edades, esta zona revela huellas genéticas peculiares desde el neolítico que muestran la especial relación con África y Oriente medio. Hay quien podría pensar que esto es producto de la temprana edad media, con la invasión musulmana, pero más bien se trata de antigüedades prehistóricas. Siempre el sur de la Península ha sido enclave privilegiado de la gran historia de la humanidad. Entre los neandertales es sabida la importancia del Estrecho, por los restos de la cueva de Gorham, en Gibraltar, con el hallazgo de su arte rupestre sus implicaciones simbólicas. Pero es importante tener información sobre los grupos de sapiens que se movieron por estas comarcas de paso, sobre todo ahora que sabemos más de los orígenes de nuestra especie por el famoso cráneo encontrado en Jebel Irhoud (Marruecos), de unos 300.000 años de antigüedad. Va cambiando la visión sobre el movimiento del sapiens, que podría haberse dispersado por África noroccidental mucho antes de lo que se pensaba, desde su ya sabido origen en el Cuerno del África oriental (Hublin et al. 2017). Así, nuevos hallazgos pueden repensar lo que se sabía sobre las poblaciones de Europa, en el paleolítico, el neolítico, con la aparición del mundo agrícola, y después las oleadas de los primeros milenios a.C., que venían de Oriente, fueran indoeuropeas o no. La zona de Huelva, justo al lado de la gran autopista de paso, conserva reliquias interesantes, en este sentido.
De hecho, esta es una de las comarcas que han sido estudio de objeto diferenciado últimamente en varias publicaciones por investigadoras en Antropología Genética de la UCM, como Candela Hernández y Rosario Calderón, entre otros autores, para determinar lo que la genética nos dice de sus raíces protohistóricas e históricas. Los estudios basados en marcadores uniparentales maternos y paternos en el genoma muestran que las trazas africanas más intensas dentro de Europa están concentradas en este lugar de la Península Ibérica, junto con el Algarve, lo que delata el importante papel del estrecho en los movimientos entre África y la Península en épocas más antiguas de lo que se pensaba, desde hace 10.000 años. También se constatan migraciones hacia esta zona de Andalucía desde la Península Arábiga, el Creciente Fértil y la región de los Balcanes relacionadas con los viajes marítimos de época protohistórica, que dejan sus huellas en el genoma de estas poblaciones ibéricas.
En ese sentido, el Andévalo y la Sierra de Huelva son lugares clave: si relacionamos estos datos con lo que la arqueología y la historia nos dicen sobre el poderío del enigmático mundo tartésico y con la atracción que las riquezas metalíferas de la zona ejercieron sobre pueblos como fenicios y griegos, veremos que hay larga continuidad de contactos y que su investigación seguramente nos dirá mucho de nuestro pasado. Además, hay una antigua vía de comunicación con el norte de la península, que los romanos llamarán Vía de la Plata: esta calzada unía Hispalis y Asturica Augusta, marcada por el desarrollo de la minería conectando entre Huelva y la regiones metalíferas del Norte, como Las Médulas. Pero antes de eso, se podría incluso hipotetizar la importancia de esta vía de comunicación para mover los genes africanos en época prehistórica hacia el norte de la península ibérica, llegando hasta el Bierzo y Galicia. Esta vía podría ser mucho más antigua de lo que parece y decirnos mucho más.
El Andévalo y Sierra de Huelva, pues, tienen un papel central como paso entre el mar y el interior, pero a la vez gozaron de un cierto aislamiento. Su poblamiento históricamente poco denso con asentamientos de pequeño tamaño y dependientes de las ciudades de la costa o del interior, han hecho que se conserve muy bien su legado. Abundan los monumentos megalíticos, como el Pozuelo en Zalamea la Real o los Gabrieles en Valverde del Camino, y también los posteriores restos de explotaciones metalíferas de la antigüedad romana. Núcleos de población como Calañas ofrecen perspectivas sobre la historia de la minería antigua, con restos de ruedas, tornillos de Arquímedes, martillos y otros elementos, en la margen derecha del río Odiel, lo que se ve ahora en el yacimiento de Sotiel Coronada. También las minas de Río Tinto, aunque se explotan a gran escala a partir del siglo XIX, eran conocidas en la antigüedad y marcadas simbólicamente como el fin del mundo: el lugar del paso al más allá tenía ese color rojizo del poniente, que los navegantes de la antigüedad identificaban con el Finis terrae y el paso al océano que llevaba a lo desconocido. Pensemos en el mito de las andanzas de Hércules por la zona.
Y es que interesa mucho también el patrimonio del mito y la narrativa patrimonial en la zona. Después del mundo prerromano y romano viene el godo y el musulmán, y a la historia se van superponiendo las leyendas: entre muchas otras las que hablan de un dios celta con forma de jabalí, de la huida del bereber Muza a estas tierras o la de la muerte de Don Rodrigo tras la batalla del Guadalete, que la tradición quiere situar en la ermita de la Virgen de España, en Calañas. También hay leyendas hagiográficas como la del Paseo del Santo, en Villanueva de las Cruces, donde se dice que San Benito paseaba por un lugar donde no crecía la hierba, a pesar de la riqueza de pastos circundante. Estas narraciones, así como la riqueza de los cuentos del Andévalo, también son memoria que acompaña desde antiguo las andanzas de la humanidad por esta comarca mítica, que, además de su patrimonio histórico-artístico, la hacen merecedora de una larga visita.
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