Luis García Gil: «El nacionalismo ultra catalán jamás admitió a Serrat como uno de los suyos»
El poeta y ensayista publica “Serrat y los poetas”, libro que se adentra, verso a verso, en los poemas cantados claves para entender la obra del cantautor
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Luis García Gil (Cádiz, 1974), poeta de pulso luminoso y secreto, ensayista agudísimo y culto, tiene un nuevo libro, “Serrat y los poetas” (Efe Eme). Biógrafo de Luis Eduardo Aute y Marisol, estudioso, entre otros, de Clint Eastwood, Jacques Brel, François Truffaut y Carlos Saura, explica que «sin perderles respeto, Serrat trata de incorporar a los poetas una musicalidad arriesgada, distinta, a la que contribuyen los arreglos de Miralles, Burrull o Bardagí. Siempre vi a Serrat como un cantautor que ha roto con la imagen del cantautor al uso, muy melódico. En cambio Paco Ibáñez es el cantautor al uso, guitarra y voz, admirable pero indudablemente muy diferente al modelo que impone Serrat, “aznavouriano” y “breliano” en forma y fondo».
De todos los poetas, quizá los que le influyen más poderosamente son «Machado, Benedetti y Salvat Papasseit. En el caso de Machado la manera de erigirse en pintor crítico de una sociedad y de sublimar lo nimio. “Aquellas pequeñas cosas”, por ejemplo, es machadiana en la concreción. “Fiesta” es un caleidoscopio social en el que las lecciones de tipología social del poeta sevillano están perfectamente asumidas».
En su opinión, «cantarlos como los canta Serrat es darles otra vida. Los puristas, que son mala cosa en todo, vieron una herejía en esa manera de vestir con música pop poemas que ya tenían su música. Pero Serrat otorga una visión enriquecida de aquellos versos, los torna cotidianos, porque se siente heredero de su espíritu. Además está el poder de la canción. Gracias a Serrat, Machado y Miguel Hernández son poetas que la gente se aprende de memoria».
-Por otro lado, Serrat bebe de Francia e Italia, de Brel, por ejemplo, pero esos afluentes, cruciales para los músicos españoles del momento, juraría han desaparecido del radar de los jóvenes. ¿Está de acuerdo?
-Es una lástima la pérdida de estas referencias. La atrevida ignorancia musical. En mi caso, Serrat me llevó hasta Brel en plena adolescencia. Entrar en Brel es no salir jamás de ese universo torrencial. La música italiana o francesa tiene un legado tan grande, tan vivo, que quien lo ignore se empobrece enormemente. De todos modos en esto tienen mucha culpa esa cosa llamada escaparate de la música que desprecia todo aquello que no considera comercial. La música que sonaba en España a principios de los setenta era paradójicamente más democrática que la que suena hoy. Escuchabas italianos, franceses, ingleses, americanos, catalanes, españoles. La revista “Mundo Joven” daba cuenta de ello.
-Y los iconos anglosajones, por ejemplo los Beatles o Bob Dylan, ¿le influyen en algo?
-Menos pero son referencias que están ahí. Como dijo Vázquez Montalbán, la revolución sentimental que propicia Serrat tiene mucho que ver con lo que estaban haciendo Los Beatles. Por tanto ese impacto está ahí. Como el de Bob Dylan. Pero los franceses, la canción latinoamericana, la copla. Todo eso le influye mucho más.
-Por cierto, le he leído que Serrat, con Aute, puede que sea el único artista que ha escrito dos obras maestras en dos idiomas…
-Diría que solo Serrat. Aute fue un genio pero en español pese a que grabara canciones en inglés en el disco “Aire/invisible”. Aute fue el que dijo durante el recital “Entre amigos” de 1983 que Serrat era el único que había sido capaz de componer obras maestras en dos lenguas distintas. Y es así. Su bilingüismo tan menospreciado, por su doble origen catalán y aragonés, y su ruptura con la ortodoxia de la “Nova Cançó” lo hicieron posible.
-Esa relación suya, absolutamente fluida, con las dos lenguas, tiene poco que ver con el sectarismo, actual o pasado.
-Serrat fue maltratado en un momento dado por franquistas y catalanistas ortodoxos. Ambos lo consideraban traidor a esa cosa llamada patria. Cuando renuncia a Eurovisión es ídolo de ese catalanismo, pero cuando le canta a Machado es sospechoso de españolismo, y digo bien. Digamos que para la “Nova Cançó” el poeta oficial era Espriu. Con el tiempo se ha repetido la jugada. De ahí el acoso y derribo a Serrat por parte del nacionalismo ultra catalán, que jamás lo admitió como uno de los suyos, cuando resulta que Serrat difundió el catalán como ningún miembro de la “Nova Cançó” lo hizo.
-A pesar de su éxito popular, y con excepción de la revista Efe Eme, Serrat no ha existido para las grandes cabeceras musicales de este país. Tampoco Labordeta, Paco Ibáñez, Sabina...
-Siempre dije que Serrat es nuestro Dylan, nuestro Brel. Con Sabina y Aute, es uno de los grandes de nuestra canción popular. No deberíamos tener ningún complejo a la hora de reivindicarlos. Pero somos un país peculiar, un poco cainita, incapaz de ponerse de acuerdo en lo obvio.
-Elija los tres discos de poetas serratianos más importantes y, si puede ser, razone la elección...
-“Dedicado a Antonio Machado”, poeta, el primero, por lo que supuso en la España de 1969. Un disco clave a nivel popular y de calidad con canciones que no han dejado de acompañar a Serrat como “Cantares” o “La saeta”. El de Miguel Hernández en segundo lugar. Me parece uno de los mejores discos de Serrat, de los mejor cantados. Un trabajo que estremece y refleja a la perfección el espíritu del poeta. Y “Res no es mesquí”, el disco dedicado a Salvat Papasseit en 1977. Una joya. Musicalmente uno de los grandes discos de Serrat.