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Música

Antonio Arias (Lagartija Nick): “No hay nada más pop que los poemas de un astronauta”

Pone música a los poemas de Al Worden, astronauta de la NASA en su nuevo disco “Hola Tierra”, en edición bilingüe y patrocinado por el CSIC

Antonio Arias, de Lagartija Nick, publica "Hola, Tierra / Hello, Earth"
Antonio Arias, de Lagartija Nick, publica "Hola, Tierra / Hello, Earth"La Raz

Al Worden (1929-2020) fue el comandante del Módulo Orbital de la misión Apolo XV, es decir, el que se quedaba orbitando la Luna mientras sus compañeros exploraban la superficie del satélite, a veces totalmente desconectado de la Tierra, especialmente cuando pasaba por la cara oculta de la Luna y perdía el contacto visual con su casa, flotando en la inmensidad. De esa esa epifanía escribió un libro de poemas titulado “Hello Earth: Greetings from Endeavour” editado en 1974 que cayó en las manos de Antonio Arias (Lagartija Nick), gran aficionado a la ciencia ficción y la divulgación, que ya había mezclado con la música en tres álbumes, titulados “Multiverso”, en los que exploraba la conexión entre la alquimia de las canciones y la emoción de la astrofísica. Los poemas de Worden se revelaron como un material irresistible para Arias, que empezó a trabaja en lo que ha terminado siendo “Hola, Tierra / Hello Earth” un doble disco con 16 canciones en inglés y español, que ha sido producido por Youth y han colaborado en él los propios Lagartija Nick, Annie B. Sweet y Richard Dudanski (101′ers, PIL).

-Llevaba ya varios “multiversos” anteriores pero este ha ido creciendo solo.

-Se ha convertido en un trabajo con continuo proceso. Yo en un principio no pensaba que iba a encontrar una disposición favorable y determinada de la familia para los permisos de las traducciones y adaptaciones. Y conforme se iba haciendo, yo iba presionando a mi entorno para que cada paso forzara al siguiente, lo reforzase o le diera sentido.

-¿Fue complicado el trato con la familia de Worden?

-Yo ya tengo experiencia en eso con los permisos, porque los he gestionado para Lorca o Val del Omar y poetas diversos. El truco estaba en no medir el tiempo, en que si ocurría sería a medida que íbamos avanzando. Y pude contactar con el biógrafo de Al Worden gracias a las redes sociales y, a través de él, al propio astronauta, para que escuchase los temas. En el último correo le preguntaba si le parecía bien que hiciese la adaptación al español, y murió en marzo de 2020. Así que dejé un tiempo a la familia, y ellos lo tomaron con cariño porque era una reivindicación de ese trabajo. Y así vas tirando de los demás.

-¿Qué le llamó la atención al leer los poemas?

-Que no estaba loco. Esperaba la escritura de un lunático, porque casi todos salían astronautas y volvían un poco tocados. Pero en cuanto llega el libro a mis manos y leo el primer poema, pensé: “esto es pop”. Y sentí el reflejo de su época, una síntesis muy libre de sensaciones y de ideas. Su biografía y sus poemas te hacen entrar en su cabeza, percibir los ‘’flashes’' de luz, esa velocidad que es solo numérica, casi ni se siente en realidad. Muchas impresiones. Y en los poemas finales ya cuenta sus dramas con la NASA. Y claro, es que es la Era Apollo, escrita. Es muy pop todo.

-Tienen calidad literaria.

-Los poemas enseguida querían ser cantados y por eso fue un proyecto que me atrajo. Ya le había puesto canciones a los astrofísicos y pensé que hacerlo de un astronauta era mucho más pop. No hay nada más pop, porque se trataba de un hombre flotando en una enorme chatarra en el espacio. Y ese concepto me gustaba, porque cada vez que salimos a buscar galaxias, volvemos la vista atrás. No podemos dejar de mirar a la tierra. Es un imán.

-Tuvo problemas con la NASA.

-Hay una historia muy graciosa. Porque los astronautas se llevaban postales y sellos que no habían declarado después de llegar a un acuerdo con unos filatélicos alemanes. Y matasellaban las postales en la superficie de la Luna con el compromiso de que no las vendieran hasta que se terminasen las misiones. Pero los alemanes lo cuentan antes. Y Alfred Worden paga por todo. Se destapaba la historia y le expulsan, aunque no estaba prohibido que hiciera lo que hizo. Y le echan de la NASA y consigue recuperar el honor. Y las postales valen más de veinte mil euros cada una. Pero a él le hicieron pagar por todo, aunque todos los demás tripulantes lo habían hecho. Fue un cabeza de turco. Pero ese dolor lo tiene él para siempre. Entonces resulta ser el primer astronauta que muestra las debilidades y las crueldades de la NASA. Les trataban como héroes y mitos, pero al mismo tiempo les sometían. Es una historia fantástica.

-¿Le dijo Worden qué le parecieron las maquetas?

-Sé que le pasó una canción a una enfermera de las misiones y que le dijo que tenía “a great tempo”. Pero imagino que le debió resultar extraño como idea. Un español que te proponmga algo así... A la familia le gustó mucho el disco

-Ya ha publicado tres trabajos e incluso una “Soleá de la ciencia”. ¿Convalidan asignaturas de astrofísica por ello?

-Yo ya pensaba que con “Multiverso III”, que profundizaba en eso, creí que ya había llegado a un punto importante de la propuesta y no se planteó ir más allá. Pero me entregué a la perspectiva del hombre mirando al cielo, sin metáforas. Y por cómo vuelven. Porque los astronautas regresan cayendo a la Tierra, como extraterrestres, y algunas misiones como la del Apollo XV tienen una historia fantástica. Todo el mundo tiene la conciencia de que más allá del Apollo XI ya o había nada y es lógico, porque son los grandes hitos, los héres, pero este lo desmitifica fantásticamente.

-¿Le gusta la ciencia ficción?

-Yo siempre he pensado que Philip K. Dick merece varios Nobel. Me rebelo con la idea de que no sea considerado en la literatura universal en igualdad de condiciones. Y los pioneros rusos, también los españoles. Eso siempre me ha fascinado. También me interesa la divulgación científica, por supuesto. Todos nos atrevemos con los libros de Stephen Hawking, que te crean formas de ver.

-¿Y el espacio en la música? Pienso en Galaxie 500 o Spiritualized...

-Mi vocación viene de niño en una serie que ponían que era “Espacio 1999″, que mi madre me compró el disco y me aficioné a la música incidental. Entenderla y disfrutarla como música fuera de las películas me atrapó. Y soy un gran coleccionista de bandas sonoras de ciencia ficción. Y también de Magma, Soft Machine, toda la ciencia ficción sonora de la música, como el Krautrock alemán. Y por supuesto los mitos como Pink Floyd.